Con motivo de la llegada al 31 Festival de Teatro de Málaga de la obra Conversaciones con Mamá, tuvimos la ocasión de departir largamente con Juan Echanove. Esta mezcla de tertulia y entrevista discurrió de una forma plácida, cercana y fluída, con un contertulio llano, accesible, bondadoso, de verbo fácil y rico en experiencias.
Entrevista: FranÇoise Chabassier y Miguel ängel Barba | Fotos: Federico Martínez Alés
Queremos antes de nada agradecer la deferencia de Juan Echanove y el habernos hecho sentir tan cómodos.
Aforo Libre: Un actor con más de 25 películas, 10 obras de teatro, 13 series de televisión; que cuenta con 13 premios de teatro, cine y televisión, entre ellos 2 Goyas, 1 Concha de plata, 1 premio Max y toda una larguísima lista... ¿qué busca ya en el teatro, en la interpretación, que no haya alcanzado o conseguido ya?
Juan Echanove: En el teatro, lo tengo muy claro, busco esa adrenalina que me hace, ahora mismo, estar pensando que a las siete de la tarde levanto el telón del Cervantes y no sé lo que va a pasar. Lo bueno que tiene el teatro frente a cualquier otra manifestación de la interpretación es que es la menos previsible, el cine es muy previsible porque es un trabajo de análisis/síntesis que, al final, hace que todo esté ordenado de una determinada manera, uno puede construir un personaje desde el corazón pero con el ejercicio en la cabeza. Y el teatro es algo que, en el fondo, uno tiene que pensar que tiene que afrontarlo como si fuera la primera vez porque entre otras cosas no sabes si va a ser la última. Nunca sabes lo que va a ocurrir contigo. Es profundamente físico. Ahora puedo estar aquí y en este mismo momento hay alguien que me está viendo en la pantalla eso no lo controlo, pero en el teatro si, sé lo que va a ocurrir a las siete de la tarde en un punto concreto, en un momento concreto y de acuerdo con algo que me está pasando. Es algo que uno busca por encima de cualquier reconocimiento. Eso sin duda.
A.L.: Centrándonos en Conversaciones con mamá es la segunda obra que diriges ¿Por qué la escogiste? ¿Por su actualidad? ¿Cómo surgió la idea? Dirigir una obra como "Visitando al Señor Green" ¿te aportó recursos y experiencias que te han servido para la selección, el manejo y el desarrollo de todos los elementos de la puesta en escena en esta nueva dirección?
Juan Echanove: Yo estaba haciendo una obra que se llamaba Desaparecer dirigida por Calixto Bieito, en el Teatro Romea de Barcelona. Vino a verme María Galiana y volvimos juntos a Madrid. Me dijo que quería trabajar conmigo. Dos meses después en el Festival de Teatro de Mérida me dijo que hablaba en serio cuando dijo que quería trabajar conmigo. Hablé con algunos dramaturgos. Tenía una idea: la convivencia de una madre muy avanzada en años y de su hijo muy carca, que vivían en un bajo en la Puerta del Sol durante todo el conflicto del 15 M. Pero corríamos el riesgo de caer en cosas anecdóticas y al final ser una especie de trivialización. En realidad quería contar lo que ocurre en una conversación entre una madre y un hijo y de repente a las personas a las que estaba contando mi idea me dijeron que existía una película Conversaciones con mamá, de Carlos Oves, hecha en el momento del corralito argentino, en la que trabajaba un íntimo amigo mío Ulises Dumont. Pero yo la veía exageradamente argentina, regodeada en el diálogo, en nuestro país es distinto, no se habla así. Me parecía que no tenía fuerza. Había una adaptación que hizo Jordi Galcerán que podía funcionar y me gustó, Había que manipularla y apretarla un poco más pero el autor me dejó hacer. María quería que yo la dirigiese.
La primera obra que dirigí, Visitando al Señor Green, era también una problemática de un anciano judío que vivía solo en Nueva York, apartado de su familia, prisionero de sus manías, de su territorio, de su intimidad. Recibía la visita de un bróker neoyorquino que había sido condenado a auxilios sociales por haberle atropellado. Es increíble, soy el director de la problemática de la tercera edad. A mí lo que me llama la atención, más allá de la temática social que tiene Conversaciones con mamá, es que el personaje que yo interpreto tiene cincuenta años está en paro y ha construido su vida entorno al bienestar económico, se da cuenta de que su vida se desmorona como un juego de cartas y lo que hace es manipular a su madre para convencerla de que venda la casa donde vive para salir del agujero. Más allá de eso, lo que más me preocupaba de esa función es si realmente somos una sociedad consciente de las personas mayores. Yo soy consciente de que mi madre que tiene 80 años y que vive sola tiene emociones, de que siente, de cuáles son sus miedos, de qué pasa cuando se queda sola, de que piensa en la muerte. ¿Realmente pensamos en todo esto o nos limitamos a llamarles continuamente por teléfono para cumplir el expediente?. Es a partir de aquí que empiezo a trabajar sobre el texto, en torno a esta idea. Mucha gente cuando sale de la función me dice que tiene ganas de llamar a su madre. En el fondo es una cuestión de comunicación.
AL: Decía el director de teatro polaco Jerzy Grotowski, que “el director es alguien que enseña a los otros algo que él mismo no sabe hacer” No nos podemos creer que eso sea tu caso... Y al hilo de esto ¿Cómo puedes conjugar la dualidad director /actor?
Juan Echanove: Cuando cuentas el cuento desde tu punto de vista y decides que hay que contarlo diciendo: después de que el lobo no pudiera comerse a caperucita, en vez de que caperucita era una niña que iba andando por el bosque, cuando decides aplicar tu punto de vista, cuando decides manipular dialécticamente el texto encima del escenario para que el espectador vea lo que quieres ver, entonces hay que tener mucha seguridad de que amas la dirección porque la dirección es heroína pura, es una droga dura. La interpretación es una blanda droga dulce pero la dirección es peligrosísima, te hace subir 4, 5 peldaños por encima del suelo, incluso en el escenario cuando estás dirigiendo. Lo que debes tener es la capacidad para visualizarte como si fuera un extraño viaje astral y ver el montaje sin ti, es algo que nadie te lo puede decir, ni una cámara, ni un ayudante. Tiene que ser una sensación de donde estás y de cómo estás, qué es lo que está percibiendo el espectador. Luego tener seguridad como intérprete porque generalmente cuando estás dirigiendo, el tiempo para poder confeccionar tu propio trabajo como actor, si el montaje es de 42, 44 días -que es el estándar de lo que se tarda en poner en pie un espectáculo-, te quedan dos días para hacerlo. Hay un momento en que tienes que olvidarte de todo. Una parte de ti está dirigiendo y la otra actuando. Cuando veo cosas que hay que corregir, no puedo pararme a pensar e inconscientemente dejo una chincheta clavada en la función. Cuando vuelvo al hotel hago a alta velocidad un viaje sobre la misma, tumbado en la cama para ver lo que ha ocurrido y como se puede mejorar, o si estoy o no dentro del cuento. En este caso estoy en todos los cuentos, soy actor, soy director y soy productor. Yo reclamé a Jordi, que fue muy generoso, que no estuviera en los ensayos. No quería una tabla de salvación o un sastre a medida. Quería arriesgar y que Jordi tuviera confianza en mí. Hubo un momento en que pude olvidarme de él. En el teatro, lo he aprendido de los grandes directores, no hay que pedir permiso. Luis Pascual me decía: "a veces es mejor trabajar con autores muertos porque no tienes que pedir permiso”. Todos tenemos nuestros egos y consideramos que el niño es nuestro.
Calixto Beito me enseñó que un director tiene que desaparecer, tiene que ver el montaje y tener una sensación que ha surgido de manera espontánea y sobre todo el día en que los espectadores han ido a verlo. Es tan difícil como el acto cotidiano de vivir, uno lo puede repetir cada día con la misma ilusión. Como cuando se acostó el día anterior y despertarse y darse cuenta de que está vivo. La vida es un regalo que se produce a diario. Entonces ¿donde está el arte?, pues el arte está en créeselo, es un ejercicio interior en el que tú te levantas por la mañana y miras por la ventana y te dices: estoy vivo ¿Quién soy? y a lo mejor me muero, a lo mejor me enamoro, a lo mejor decido cambiar de vida, a lo mejor…
Grotowski, desarrolló el concepto del teatro negro del dolor. Vi un espectáculo en Valladolid -que es una tierra donde había mucho teatro experimental internacional que no llegaban a Madrid-, con un actor “torturado“, tumbado y tapado por una lona en la que había una pequeña mancha roja que se convertía en un charco de sangre. El actor no se movía y nos preguntamos lo que pasaba, cuando se iba a levantar. Era inquientante. Grotowski, cuando sus actores no trabajan bien, les encerraba con llave en sus camerinos toda la noche y no solamente lo aguantaban, estaban de acuerdo porque era parte del rito. Grotowski pegaba a sus actores. Estaba loco y gracias a eso hizo lo que hizo.
A.L.: No recuerdo quién dijo que "El mejor director es el que ya no es necesario" ¿Eres de esa opinión?
Juan Echanove: El mejor director es el que no se ve. Fundamentalmente, yo soy actor. Un director sabe hacer varias cosas a la vez, lo que es montar una función y el día siguiente empezar con otra, pero un actor sabe lo que es luchar contra la monotonía de las 200 funciones y lo que ocurre después y porque le sigue gustando. He recorrido todos los rincones de las partes más excitantes de la función. ¿Qué tengo que hacer para que todo siga vivo en mí? Pues tengo que hacer ese ejercicio de volver otra vez a dar otra vuelta entera al circuito y darme cuenta de que todo lo que he hecho no vale para nada y que todavía puedo empezar otra vez más. Esta vida que tenemos, estar siempre fuera de casa, vivir en hoteles, sirve realmente de algo. Ya no miro a donde voy, a ver si me sorprendo. Yo llevo trabajando 35 años, son muchas representaciones y hay un momento en el que he tomado la decisión: o volver a amar mi profesión y descubrir el placer de que la gente te escuche y olvidar de que suenen los teléfonos móviles en el teatro y hacer otro viaje interior o largarme. Si no tuviera un hijo, quemaría todas las naves y daría la vuelta al mundo.
No he estado en la India, conozco España entera pero no conozco tanto Portugal y Francia. La última vez que tuve vacaciones fue cuando aprobé selectivividad. Me gustaría emplear 35 años, si los tuviera, en que todas esas emociones físicas no sean solamente retazos audiovisuales sino retazos de vida.
A.L.: María Galiana y tú trabajáis juntos desde hace muchos años en la serie "Cuéntame cómo pasó", sois viejos conocidos pero es la primera vez que actuáis juntos en el teatro ¿Cómo se lleva una convivencia tan cercana? ¿Y el hecho de dirigir a tu compañera de reparto?
Juan Echanove: Hemos hecho dos películas juntos Suspiros de España y Portugal y La Noche más larga. María desempeñaba el papel de mi madre pero su intervención era muy pequeña. Nos conocíamos porque tenemos amigos en común y muchos rasgos de procedencia en común. Juan Diego la convence para actuar y a mí quien me apoya en mis comienzos es también Juan Diego. Nos llamamos el circuito Juan Diego. Es una manera de entender la vida. Curiosamente en Cuéntame coincidimos en 2 secuencias, en alguna comida navideña: “Hola Herminia”, “Hola Miguel”. Y otra secuencia en un parque de Alcalá de Henares. Nos hemos descubierto en esta función. María es una persona muy autosuficiente e independiente. Odia que cuiden de ella. María va muy despacio y a mí nadie me aguanta, soy insoportable, no hay quien que viva conmigo, arraso con todo. Entonces tenemos un pacto. Por ejemplo cuando el avión toca el suelo María me dice “tu coges tus cosas y te olvidas de mi” la gente tiene que pensar que soy un cabrón. Dejar a esta pobre anciana tirada pero si no hago lo que dice, María me da dos ostias. El hecho de que esté en la ruta con sus 78 años, con tantas giras, tantas funciones, dice mucho de ella. María es una actriz vocacional, tiene la ilusión de una chavalita de unos 20 años recién salida de la escuela de Arte Dramático, es un fenómeno antinatural. Es maravillosa. Tiene otros rasgos fundamentales que hacen muy fácil la convivencia, nunca protesta de nada, todo le parece bien. Viene de una vida muy esforzada, con cinco hijos, era profesora, preparaba la comida, sabe lo que es levantarse a las siete de la mañana. Ha decidido ser actriz desde la dificultad. Todo esto le parece una maravilla y siempre encuentra una solución a todo. Empata muy bien conmigo porque creemos en el trabajo y en la disciplina. Esto no es una cosa que surge espontáneamente tienes que dar lo mejor de ti mismo todos los días y en todo momento y como decía Picasso “Ser jóvenes hasta que uno se muere “.
A María se le preguntó ¿cómo es Juan como director? Ella contestó “muy estricto”, no soy estricto, lo que pasa es que los directores se quitan el muerto de encima, cuando se estrena una función se van a casa y yo no lo veo así.
AL: Recientemente la Asociación de Artistas, Intérpretes, Sociedad de Gestión, ha dado a conocer un informe que ha puesto al descubierto que más de las 2/3 partes de los actores españoles se encuentra en situación de precariedad laboral (paro o subempleo) o ha de recurrir a otras ocupaciones para cubrir sus necesidades. Sólo uno de cada tres (el 29%) vive exclusivamente de la profesión. Tu, que seguro en tus comienzos cuando dejaste derecho para estudiar arte dramático también pasarías tus malos momentos, ¿como ves esta situación?
Juan Echanove: A los actores se nos olvida a veces que compañeros nuestros que son infinitamente mejores intérpretes que nosotros están en su casa asqueados de la vida, esperando a que les llamen. Vivimos en este pequeño microcosmo de éxito. En el fondo es injusto. Un actor como yo pertenece, en este momento, a la élite, al uno por ciento. Las cifras del informe son manipuladas para darnos un poco de esperanza, no son las 2/3 partes de los actores españoles que se encuentran en situación de precariedad laboral sino más bien el 90 por ciento. Yo lo estoy viendo, esta crisis está sirviendo para que los productores negocien los sueldos de los actores y técnicos muy por debajo de los convenios.
Yo soy un productor que va por encima del convenio y tengo que soportar los comentarios jocosos de los demás productores. No pretendo ganar dinero porque no es el fin del teatro. Claro que quiero ganar dinero porque montar otra producción cuesta dinero. El gran proyecto del teatro público de los teatros de Europa ya ha desaparecido, nos van a quitar la categoría, si no nos la han quitado ya, no estamos en el nivel del Odéon, del Piccolo de Milán…Tenemos una Compañía Nacional de Teatro Clásico pero no puede girar porque su idiosincrasia administrativa la hace inviable. Para acabar con esta situación y retomar el pulso requeriría un gran congreso de las artes escénicas donde estuvieran representados todos los sectores de la profesión.
Pero que no se nos olvide, José Luis Gómez, en el ingreso en la Academia, decía “Con el teatro no puede acabar ni dios”, el teatro lleva sufriendo las vicisitudes de la humanidad y más allá de lo estético, su misión es convertirse en un espejo de los propios espectadores y hacerle pensar en ellos mismos y no en los actores.
A.L.: El medio televisivo y el audiovisual son muy diferentes al teatral, tanto en estilo de actuación, diseño de movimiento, el directo, la ambientación o la escenografía. Dicen que la televisión llega a viciar la interpretación. ¿Es por eso saludable desde el punto de vista del actor no abandonar las tablas mucho tiempo?
Juan Echanove: Si uno se dedica solamente a la televisión se convertiría en una imagen de televisión. Me parece una exageración lo que decía García Galo “lo mejor con la televisión es abrir la ventana y tirarla a un contenedor”, pero es verdad que la televisión ha perdido la capacidad que podía tener como vínculo cultural hacia los espectadores y se ha convertido en entretenimiento. No tengo nada en contra, a mí no hay nada que me guste más que una fiesta pero creo que la televisión tiene que cumplir muchas funciones porque si no, no va a dejar huellas, nadie se va a acordar. El otro día María y yo estábamos con algunos chicos de veinte años, no sabían quién eran Paco Rabal y Alfredo Landa. No tienen un vínculo a través de los audiovisuales ni del teatro o del cine, son una minoría los que pueden tenerlo. Lo que les interesan son series, comedias de situación. Si pongo a mi hijo, que tiene 16 años, Furtivos devorados o Los Santos Inocentes, no se va a vincular, es muy difícil explicarle que es una realidad cercana y que la gente era así. El otro día me dijo “papi en el colegio estamos leyendo una novela que es “flipante” La Familia de Pascual Duarte ¿La has leído?” Estaba a punto de decirle que no, a ver lo que pasaba. A lo mejor me equivoco, ¡ojala! y que de repente, mañana pusiera la televisión y que fuera una televisión moderna, dinámica, atractiva, contemporánea, nada coñazo que dejara un poso en la gente que les hiciera decir “quiero salir, ir a una exposición o encontrarme con alguien en el bar de al lado, sentarme e intercambiar un diálogo sin tener que apretar una tecla", y sobre todo tener la oportunidad de no tener la impunidad que te hace vivir por encima de tus posibilidades afectivas es muy fácil decir a alguien te quiero con unas letritas y es muy difícil verbalizarlo mirándolo a los ojos.
A:L: Sobre lo que has dicho de la televisión, tú lo has vivido con “Un País para comérselo”, es una serie divulgativa que casa perfectamente el entretenimiento, la diversión, lo festivo, con el aprendizaje, lo cultural, lo ancestral.
Juan Echanove: Es un proyecto mío que surgió en 1999 en una gira. Después de haber visto todo lo que había que ver en mi país, me di cuenta de que la mejor manera de conocerlo era a través de sus productos autóctonos y de compartirlos, sentado alrededor de una mesa, con personas muy interesantes de muy distinta procedencia y manera de pensar, que eran capaces de encontrar vinculos de unión muchos mejores que en otro tipo de foros. Así empecé a desarrollar Un país para comérselo. Después de entregar dos temporadas, Televisión Española, como no tenía presupuesto, me dijo que tenía que pactar con una serie de marcas para que financiasen la serie. Tenía una reunión con unos ejecutivos jóvenes "super puestos", de una multinacional. Durante una hora, me estuvieron explicando lo que era Un país para comérselo. Yo estaba callado. Cuando terminaron me quedé mirando a uno de ellos y le dije solo una cosa: “yo me puedo comer una fuente de torreznos”, me contesta, “nadie se come una fuente”;" pues yo si, por eso es Un país para comérselo si no me como una fuente de torreznos estás haciendo tu país para comérselo y tu país para comérselo no me interesa; yo me voy os dejo el título”.
Yo conocí a alguien que tenía que ordeñar a vacas todos los días de su vida para ganar una mierda pero que no podía dejarlo y cuando te sentabas con él, se ponía a hablar de Cantabria, Eso es Un país para comérselo y no es lo que sale en las guías.
AL: No sé si has podido seguir un poco la trayectoria del Festival de Teatro de Málaga, desde tu perspectiva ¿cómo valoras este festival que llega ya a sus 31 años de celebración?
Juan Echanove: Lo primero que tengo que decir es que sigue con el apoyo del público, es una noticia ya de por sí sorprendente, porque hay muchos festivales que se han cerrado o transformado en programaciones. Es muy multidisciplinar, coinciden muchos proyectos muy heterodoxos, no hay una línea de creación única, el espectador de Málaga puede vincularse con cualquiera de sus espectáculos y si tiene que seleccionar dos, que seleccione dos. Si está a gusto se irá a casa con ganas de volver al teatro y convencerá a más personas para que vayan al siguiente festival. Finalmente los programadores y las instituciones dispondrán de más medios y harán un festival mucho más ambicioso. Es verdad que en tiempo de crisis la ambición se aletarga.
A. L.: El Teatro parce que está sobreviviendo gracias al micro teatro, las pequeñas salas, las iniciativas innovadoras y originales y gracias a la gente que hace de todo.
Juan Echanove: Llenar un teatro es complicado, no porque sea grande o pequeño, es una cuestión de porcentaje. No importan los espectadores importa el porcentaje final de ocupación, en una sala de mil si vienen 200 cientos es el 20 por ciento igual que en una sala de 100 vienen 20 personas, la sala está vacía. Es un horror.
AL.: ¿Sabes que vamos a hacer la crítica de tu obra? Como director comentaste que “Los críticos son como los mosquitos, no chupan la sangre por maldad sino para sobrevivir” y nosotros hacemos esto por verdadera pasión.
Juan Echanove: No me refería a sobrevivir económicamente, me refería a sobrevivir dentro de la información. Alguien tiene que ser el portavoz del público. Yo soy amigo de todos los críticos. En el pasado Festival de Teatro de Mérida, fui presidente del jurado del premio de la crítica y eso me da la oportunidad de encontrar a personas interesantes. Que leas o no la crítica es indiferente porque siempre hay alguien que la ha leído y te lo dice. Si es buena es muy agradable para uno pero dura muy poco y si es mala permanece más en tu conciencia, nos aferramos más al dolor que al placer. Una crítica es muy difícil que llegue a afectar a un actor en lo que está haciendo, no va modificar nada pero un director, como es mi caso, tiene que protegerse. No leo las críticas mientras estoy trabajando porque puede influenciarme y puedo volver loca a la actriz. La crítica es fundamental y hay que verla con perspectiva. En esta profesión hay que tener una ausencia absoluta de rencor, la gente tiene la obligación de decir cosas de ti y no siempre buenas. A mí la crítica me ha tratado bien, si no hubiera tenido tanto foco a lo mejor sería más feliz. Que daría yo por que, esta noche, levantando el telón, la gente no supiera quien soy y que se encontrara con la historia que cuenta un desconocido y a lo mejor de repente les gusta mucho más. A veces todo erosiona, el paso del tiempo es inexorable y lo mejor que le puede ocurrir a un intérprete es como le ocurre al prestidigitador que no le miren de dónde saca el conejo, es decir, esta capacidad de distracción. Mi misión durante los diez primeros minutos es que el público se olvide un poco de quien está arriba. Me decía Josep María Flotats “Habrá un momento en tu vida en que te descubrirás maduro como actor y será el día en que te des cuenta de que no te están mirando a ti y podrás ir al camerino a tomarte un vaso de agua, volver y nadie lo habrá notado” es cuando ya renuncias a la soberbia del intérprete en las tablas. Me acuerdo de él pero no me atrevo a hacerlo y realmente soy especialista en trabajar solo en el escenario, he interpretado 1300 veces solo. Lo que son 35 años…
Muchas gracias Juan por tu tiempo y tu amabilidad.
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