Feb 21 2021

Luis Ruiz Padrón, torre del Puerto, torre del dique de levante, farola, MálagaEntrevista y Fotos: Mariola Aguilar

La torre proyectada en el Dique de Levante sigue siendo motivo de inquietud y tensión.

Son múltiples las cuestiones que se han de analizar antes de tomar cualquier decisión que tenga consecuencias a corto, medio y largo plazo. Si a esta premisa se añade que afecta a todas las personas que habitan y habitarán una ciudad, además de los foráneos que la visitan, convendría, por sentido común, ser cautos y escuchar a pie de calle y a especialistas en la materia. Hoy nos acompaña Luis Ruiz Padrón, arquitecto y urban sketcher, con su mirada crítica y siempre enriquecedora.

Luis Ruiz Padrón, torre del Puerto, torre del dique de levante, farola, MálagaInnecesaria y lesiva

Áforo Libre: A la hora de proyectar un edificio, ¿cuáles son las claves para lograr una integración con el entorno al tiempo que destacar en singularidad, si es el objetivo? En este caso, ¿cuáles son las deficiencias que, a nivel técnico, se vislumbran en la torre proyectada?

Luis Ruiz Padrón: Comenzaré respondiendo por el final: en principio, no hay ninguna objeción de índole técnica que formular ante un proyecto que, hoy por hoy, no es más que una imagen de ordenador. No me cabe duda de que el Estudio que desarrollase el proyecto poseería la solvencia técnica para resolver esos aspectos prácticos. Por eso, resulta doloroso recordar que esos mismos argumentos técnicos se usaran en su día para desestimar un equipamiento público en ese mismo emplazamiento, como era el del auditorio: los costes de una cimentación profunda en alta mar y las repercusiones para el tráfico rodado de una sala de conciertos cuyo aforo habría sido similar al del salón de actos del hotel hoy propuesto. En realidad, como bien sugieres en la primera parte de la pregunta, el problema es depositar en los hombros de la arquitectura una carga que no le corresponde: por bueno que sea el diseño, construir un rascacielos en ese lugar no sólo es innecesario sino también lesivo. En determinadas circunstancias, en terrenos que necesiten ser regenerados y en entornos adecuados, proyectos como éste pueden suponer inversiones que ayuden a su desarrollo. Nada de esto se da en el morro de levante, equipamiento portuario totalmente acabado; la ciudad no obtiene nada a cambio y sacrifica uno de sus valores más estimados tanto por sus habitantes como por los visitantes: su horizonte marino. Respecto a la integración visual, me repugna un argumento especialmente malicioso que veo proliferar últimamente, en este y otros casos: «como en el pasado otros hicieron las cosas mal, no pasa nada si nosotros llegamos y terminamos de arruinarlo». Pues no, nuestra responsabilidad es valorar lo mucho de bueno que nos han legado y mejorarlo. Que en los años 60, durante una dictadura, se construyeran torres de 12 plantas en la Malagueta no es excusa para alzar un rascacielos muchísimo más alto mar adentro.

Luis Ruiz Padrón, torre del Puerto, torre del dique de levante, farola, MálagaUn trato donde la ciudadanía no ha sido invitada a opinar

A.L.: Una de las cuestiones que se ponen sobre la mesa a la hora de defender la construcción del rascacielos en el dique de levante es la riqueza que aportaría a la ciudad. ¿Cuál es tu opinión?

L.R.P.: La planificación de una ciudad no puede depender de ocurrencias, sino de estrategias de crecimiento que no pueden estar al albur de la aparición de un inversor que busca su propio interés con un proyecto bajo el brazo. Si ese proyecto obliga a acomodar los intereses de la ciudad al de quien lo propone, algo se está haciendo mal. Si la estrategia urbana de Málaga determinase, a partir de estudios serios, que es necesario aumentar su oferta hotelera en el sector de lujo, antes de nada habría que estudiar cuál es el mejor lugar para ello; en caso contrario, estaríamos arriesgando mucho a cambio de muy poco. En el ejemplo concreto que nos ocupa, creo que la sociedad sale perdiendo netamente, y con un trato sobre el que, además, no ha sido invitada a opinar, aun existiendo indicios claros de una oposición muy mayoritaria. Cierto concejal no adscrito, preguntado acerca del rascacielos portuario, declaró que aprobaría con los ojos cerrados cualquier inversión económica que llegase a Málaga. Yo creo, en cambio, que habría que escrutarla con los ojos muy abiertos, no para ponerle trabas de forma gratuita, sino para ver si es compatible con los intereses reales de la ciudad.

Mesura y crecimiento responsable

Luis Ruiz Padrón, torre del Puerto, torre del dique de levante, farola, MálagaA.L.: También se reclama una “modernidad”, desde esta perspectiva de defensa de la torre, para la ciudad. ¿Realmente hablaríamos de modernidad cuando han pasado 135 años desde la construcción del primer rascacielos en EEUU? ¿Hacia dónde apuntan las líneas arquitectónicas contemporáneas y qué se podría aplicar en nuestra ciudad?

L.R.P.: Un rascacielos no es más que una respuesta técnica a unos requerimientos concretos. Hoy se alzan rascacielos en ciudades de todas las latitudes por lo que no me parece un rasgo distintivo particular. Las ciudades que destacan en el panorama mundial lo hacen por otros indicadores; no por el número o la altura de sus edificaciones, sino por la eficiencia de las redes de transporte público, por su porcentaje de zonas verdes por habitante, por el nivel educativo y posibilidades de desarrollo profesional de éstos, por su oferta cultural… Por cierto, uno de los grandes logros de nuestra civilización ha sido el de sistematizar el estudio, catalogación, valoración y preservación del patrimonio histórico, llegando a identificarse como uno de los rasgos distintivos de la modernidad. No sólo el patrimonio edificado: también los paisajes, la organización espacial de las ciudades, las relaciones visuales y demás elementos de la estructura urbana; incluso los aspectos inmateriales. La propia creación de la Unesco en 1945 y los sucesivos documentos desde ella emitidos (cartas, recomendaciones...) son testimonio del valor que hoy otorgamos al patrimonio; y una consecuencia de tal sensibilidad, por ejemplo, la declaración como Bienes de Interés Cultural de conjuntos como el Centro Histórico de Málaga. En mi opinión, proyectos como el que nos ocupa suponen una amenaza para estos avances de la modernidad, y no al revés. Como decía Albert Camus: "para los antiguos griegos, los valores eran preexistentes a toda acción, y marcaban, precisamente, sus límites".
Luis Ruiz Padrón, torre del Puerto, torre del dique de levante, farola, MálagaLa mesura, el crecimiento responsable y a la medida de sus habitantes: ésa es la verdadera modernidad. Lo otro es mero deslumbramiento tecnológico.


A.L.: Como arquitecto y mirada inquieta de la realidad, al imaginar ese rascacielos que nos ocupa, ¿qué es lo primero que sientes que pierdes?

L.R.P: Sinceramente, pienso que perdemos nuestra autoestima como sociedad civil. Nuestra ciudad posee un valor patrimonial incuestionable, del que deberíamos sentirnos muy orgullosos; su paisaje urbano histórico no es el menor de ellos. La Unesco reconoce el valor de esos paisajes históricos como fuente de desarrollo económico y factor de cohesión social; la claudicación que supone el permitir actuaciones como ésta acaba conduciendo a un desapego hacia la ciudad por parte de la ciudadanía. Si ya no nos reconocemos en lo que vemos, se da la ruptura del vínculo emocional que hace que nos impliquemos en la mejora de la ciudad como realidad física y como espacio de convivencia. No se trata de mantener una visión nostálgica de la realidad: se trata de no hipotecar nuestro futuro. No olvidemos que ese rascacielos, con ser el más visible, no es más que una muestra de hacia dónde se encamina el urbanismo en nuestra ciudad. En la Escuela de Arquitectura tuve buenos maestros que me enseñaron que el urbanismo es una disciplina cuyo propósito es planificar ciudades como un hábitat armonioso para el ser humano y, como tal, concebido a su escala; no un tablero de Monopoly.

Sin el paisaje no hay emoción

Luis Ruiz Padrón, torre del Puerto, torre del dique de levante, farola, MálagaA.L.: En muchas ocasiones te hemos escuchado hablar de Lady Louisa, viajera del XIX que llegó a nuestras costas quedando fascinada por su paisaje. Te invito a jugar: ¿qué contaría esa viajera incansable si llegase a nuestra bahía y encontrase la torre del hotel como primera toma de contacto con la ciudad?

L.R. P.: La deliciosa narración de Louisa Tenison supone un testimonio imprescindible de la Málaga de mediados del siglo XIX, en pleno despegue industrial. El relato de la arribada a su puerto en un vapor procedente de Gibraltar mientras amanece es uno de los textos más evocadores que se hayan escrito sobre nuestra ciudad: según nos cuenta, la visión desde la cubierta del barco del Castillo de Gibralfaro bañado por las primeras luces del alba la sume en una ensoñación sobre los últimos días de Al-Ándalus. La presencia de un rascacielos en el dique de levante no es que pudiese sustraerle toda la poesía al instante: es que le bloquearía la misma vista de la fortaleza. Durante su visita, Lady Louisa apreció la pujanza económica de un lugar cuyas chimeneas humeantes le recordaban Liverpool o Glasgow, pero la huella indeleble en su retina fue la dejada por "el magnífico colorido de las montañas; el rojizo oscuro de la tierra les imprime riquísimos matices, particularmente a la hora del ocaso". Sin el paisaje no hay emoción, sospecho que nuestra protagonista no habría sentido la inspiración para escribir nada. Quizá deberíamos escuchar más la opinión de quienes nos visitan, si es que queremos seguir apostando por el turismo como motor de nuestra economía; es de sentido común.

A.L.: Seguimos jugando a imaginar: si pudieras cambiar algo de este entorno, ¿cuál sería tu propuesta?

Luis Ruiz Padrón, torre del Puerto, torre del dique de levante, farola, MálagaL.R.P.: Si pudiésemos volver atrás en el tiempo, me gustaría que no hubiésemos sido tan refractarios a lo que nos decían no sólo viajeros, poetas y artistas, que han loado hasta la saciedad -casi hasta el empalago- el privilegiado paisaje de Málaga, o a quienes detectaron tales bondades pretendiendo potenciarlas desde entidades como la Sociedad Propagandista del Clima y Embellecimiento de Málaga, hace más de un siglo; sino también a urbanistas brillantes como José Joaquín González Edo. González Edo fue el arquitecto redactor de un malogrado plan de ordenación urbana que, ya en los años 40 del pasado siglo, prescribía una regulación de alturas que, de haberse instaurado, habría resultado en una ciudad mucho más armoniosa. La derogación del plan en los años 60 por presiones del lobby constructor es hoy reconocida unánimemente entre los arquitectos como la catástrofe que malogró en cierta medida el bellísimo paisaje urbano histórico malagueño, tal y como ya diagnosticó el también arquitecto Fernando Chueca Goitia en su obra La destrucción del legado urbanístico español, publicado en 1977. En ella mencionaba que la especulación del suelo así desencadenada propició "la aparición de edificios cada vez de mayor altura (…) de una prosaica arquitectura de consumo (…) ofendiendo incluso a la catedral" en lo que había previamente definido como "un excelente modelo de ciudad burguesa equilibrada y de muy correcta arquitectura".

Pero, como no podemos volver atrás, mi propuesta será tan realista como modesta: repasar con detenimiento todos esos textos. Reflexionar sobre la mirada ensimismada de los viajeros y el diagnóstico y las recomendaciones de los expertos, y obrar en consecuencia. En definitiva: me conformaría con aprender de los errores del pasado para no repetirlos.

Horizonte mediterráneo reconfortante.

Luis Ruiz Padrón, torre del Puerto, torre del dique de levante, farola, MálagaA.L.: No siempre acudimos a ese Paseo de la Farola, pero saber que está ahí para sanar cualquier día de saturación o de celebración del presente genera serenidad. Como urban sketcher, ¿cuáles son los beneficios que te aporta ese horizonte?

L.R.P.: Preguntemos a cualquier malagueño que se haya mudado a una ciudad de interior qué es lo que echa de menos de su tierra: de forma invariable citará el mar, aludirá a la posibilidad de tomarse una cerveza frente al Mediterráneo. Sólo el pensamiento ya resulta reconfortante y proporciona equilibrio a nuestra mente e insuflará energías para continuar en momentos de desánimo: la promesa del resol en un horizonte despejado de azul intenso, quizá punteado por las velas blancas de una regata. Sin embargo, la configuración de nuestra ensenada como cuenca visual hace que todas las miradas converjan hacia la bocana del puerto en la que se plantea este proyecto: desde la punta de Torremolinos hasta el Candado, pasando por todos los miradores elevados: Gibralfaro, el Cerro de los Ángeles, etc. ¿De verdad vamos a permitir ahí la presencia de un elemento tan distorsionante?

Permíteme que acabe citando de nuevo a Camus: "Crecí en el mar y la pobreza fue para mí fastuosa; después perdí el mar, todos los lujos me parecieron entonces grises".

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