Jardín del Museo. Todos los jueves de septiembre
Texto: José Manuel López Gaona. Fotos: José Antonio Martín Santos.
Geometría de palabras. Aquel joven Ballesteros sentía él, distinto; y tenía que expresarse con las estructuras gramaticales de otros. E inicia el cimiento de su propia estructura de palabras para abarcar su ser propio. Voluntad del hombre, por moldear su ansia de expresarse.
Los 4 gatos que empezaron con Francisca Aguirre en un recital magnífico, cada vez son más numerosos en este recinto, que acompaña, con tañir de campanas y rumores de fuentes de agua, a la poesía. “Hasta completar aforo”, rezaba la nota que difunde el Museo, pero hubo que sacar sillas para acomodar al casi centenar de personas que cada vez llenan más este evento. También se veían en pie tras las sillas y acomodados por los escalones.
Álvaro García, poeta malagueño, del 65, comenzó el acto con una apasionada presentación de Rafael. Nos introdujo en las estructuras gramaticales de Ballesteros, de su pasión por dar sentido distinto a los adjetivos –que sustantiviza- o su capacidad para poner un adverbio como sujeto en una estrofa.
Rafael Ballesteros, con el aplomo del que se siente cómodo tras el atril, narró sus primeras incursiones en la poesía. Aquel joven, tras palabras concretas y adecuadas que expresaran con exactitud su sentimiento; probablemente en el afán de concretar(se) (a si mismo) ese sentimiento. Y leyó algunos poemas de “Las Contracifras (1969)”. Y siguió desgranando su discurso poético… oímos al poeta recitar su poesía, con su ritmo.
Siguió recitando –apunté 'Testamenta' (1992) y 'Los dominios de la emoción' (2003)- pero a la vez explicaba su literatura. Un sentimiento íntimo –en un poema regala su cama a su hijo- que el auditorio consentía. El poeta terminó, al filo de las diez de la noche, con algunos pemas inéditos como el titulado "Catedral"