02/03/2014
La Temporada Lírica del Teatro Cervantes levantó su telón para Il Trovatore, obra maestra de Giuseppe Verdi, dirigida por el maestro Miquel Ortega e interpretada por el Coro de Ópera de Málaga y la Orquesta Filarmónica de Málaga.
Texto: Françoise Chabassier. | Fotos: Daniel Pérez / TC
Il Trovatore (1853) es la segunda ópera de la denominada “trilogía popular” de Verdi, iniciada con Rigoletto (1851) y culminada con La Traviata (1853). Se basa en la obra de teatro El trovador, escrita por el español Antonio García Gutiérrez en 1836. Es una ópera romántica, de corte medieval y novelesca en cuatro actos, con libreto de Salvatore Cammarano, completado por Leone Emanuele Bardere. Il Trovatore se aleja definitivamente de las obras del primer romanticismo. Verdi, que tenía una concepción más avanzada que la ópera italiana de su época, quería una ópera nueva y muy diferente a la convencional, una ópera de una sola pieza. Lo consiguió con Il Trovatore en el que predomina la continuidad y el ritmo frenético.
Representada por primera vez el 19 de enero de 1853 en el Teatro Apollo de Roma, la obra plantea temas como la pasión, la venganza, el honor y la muerte. Ambientada en los primeros años del siglo XV, narra los acontecimientos que se desarrollaron entre Aragón y Vizcaya durante la revuelta de Jaime de Urgel contra Fernando de Antequera. En este melodrama romántico aparece el típico triángulo amoroso entre un tenor, Manrico, trovador y oficial del ejército del príncipe de Urgel y una soprano, la enamorada Leonora, entre los que se interpone un barítono rival, el Conde de Luna. La obra refleja la nueva orientación bel cantista que Verdi había emprendido en esos años y también el realismo enfocado en la tremenda figura de la gitana, Azucena.
La Orquesta Filarmónica de Málaga y unos cincuenta componentes del Coro de Ópera de Málaga, que esta semana celebra su 25 aniversario, formaron con los solistas un conjunto perfecto que ofreció a su público otra prueba inestimable de la maestría compositiva de Verdi como, por ejemplo, en el aria Di quella pira, que está considerada como una de las melodías más bella de entre las que compusiera Verdi.
Intriga, guerra, personajes y dramatismo aparte, en esta representación de Il Trovatore, el melómano pudo disfrutar de la suntuosidad vocal y melódica de la ópera italiana para que perduraran en su oído y en su corazón, momentos de gran intensidad, como el aria de Leonora Tacea la notte placida interpretada por la soprano, Lola Casariego, la narración de Azucena que salió de la maravillosa voz de la mezzosoprano Mali Corbacho que con la mirada perdida en las llamas de la fatídica hoguera, ya ausente, cantó Stride la vampa... ¡Crépita la llama! y Condotta ell'era in ceppi, Mi vendica, que se convertirá en el tema central de la historia y la romanza del conde, a quien daba vida el barítono Arturo Pastor, Il balen del suo sorriso, la ya citada Di quella pira en la voz del tenor Andrés Veramendi representando a Manrico o los bellísimos, melancólicos y patéticos acentos que transmite Leonora en D'amor sull'ali rosee. Y ¿cómo no dejarse hechizar por el famoso Vedi, le fosche notturne spoglie, de los gitanos? ¿Cómo no sobrecogerse al son de la percusión, del martillo golpeando el yunque, y el Chi del gitano i giorni abbella La zingarella?
La puesta en escena muy sencilla, despojada, con proyecciones en la pared para cambiar de lugar, el jardín, el convento, la iglesia, la celda… y con poco atrezo, una cruz gigantesca, una mazmorra, unas escaleras, unos esqueletos de árboles… dejó todo el protagonismo y el esplendor a los personajes que se movían en un escenario donde reinaban tanto la oscuridad como la luminosidad. Destacaban los contrastes de los colores del vestuario, el frio azul de las tropas del conde, los calientes rojos, granates, magentas y naranjas de los gitanos o el negro de la muerte de Manrico.
Los espectadores se quedaron prendidos por el hechizo de la gran belleza de la música, a tal punto que no pudieron contener la emoción y en varias ocasiones interrumpieron con aplausos la representación tras las arias más espectaculares y, al final, dieron a los artistas una gran ovación acompañada de bravos. Me gustaría llamar la atención sobre la interpretación magistral de María Luisa Corbacho (Azucena, la gitana) que tuvo una ovación prolongada y merecida de parte del público.
de Giussepe Verdi
Coro de Ópera de Málaga y Orquesta Filarmónica de Málaga
Manrico: Andrés Veramendi. Leonora: Lola Casariego. Azucena: María Luisa Corbacho. Conde de Luna: Arturo Pastor. Ferrando: Ángel Jiménez. Inés: Lucía Escribano. Ruiz: Jesús Gómez. Gitano: Sergio Robles
Director de escena Ignacio García. Director del coro Salvador Vázquez. Director musical Miquel Ortega. Producciones Telón con la colaboración de Ópera Cómica de Madrid, Magister de Escenografía de la Universidad Complutense de Madrid, Ayuntamiento de Alcobendas y AGAO
Espectáculo subvencionado por el INAEM, Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música.
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