Nov 18 2012

Auditorio de la Diputación, 16/11/12

Cristina Gómez, oboeII Concierto. La Filarmónica frente al mar
Orquesta Filarmónica de Málaga

Texto y fotos: Alfonso Urdiain Hermoso de Mendoza

El pasado viernes nos volvimos a citar en el auditorio de la Diputación para el segundo concierto Frente al Mar en el que una soberbia interpretación de orquesta y solista entusiasmó al numeroso público  congregado.

Este novedoso ciclo, que sustituye en el tiempo al mejorable “música en los distritos”, tiene como principal objetivo el acercar la música clásica a nuevos públicos a través del repertorio esencial, apostando por jóvenes batutas e intérpretes andaluces y fijando unos precios populares y diferenciados por edad.

Cristina Gómez Godoy, Diego González Ávila y la OFM

Un auditorio prácticamente lleno en el que se dieron cita todas las generaciones acogió con aplausos y numerosos “bravos” el concierto de la Filarmónica, evidenciando que esta singular iniciativa de la formación malagueña comienza a obtener alguno de los resultados esperados, avanzando en la dirección apropiada.

Comenzó el concierto con la conocida Obertura Rosamunda de Schubert, dando paso al primer plato fuerte de la velada, el Concierto para Oboe y Orquesta de Mozart, magnífico concierto compuesto a los 21 años que posteriormente lo transformó en su segundo concierto para flauta, más conocido e interpretado pese a que Amadeus detestaba la flauta y lo arregló casi forzado para un encargo especial de un, a la postre, mal pagador.

Cristina Gómez Godoy

Cristina Gómez Godoy, de edad similar al Mozart que lo compuso, estuvo sensacional en su papel de solista, haciendo gala de una técnica y mecánica sobresalientes, perfecto control de las articulaciones y una inusual capacidad dinámica en apoyo de los matices expresivos de la interpretación. Me impactó la dilatación de su garganta y cuello -duplicando su grosor-, evidenciando la firmeza de su columna de aire y la conveniente distensión muscular superior.

Andalucía está siendo cuna de magníficos oboístas de rango internacional como ahora la linarense Cristina en la estela del onubense Lucas Macías Navarro.

Si buena fue la primera parte, mejor fue la segunda con una impactante octava sinfonía de Dvorak en la que director y orquesta dieron lo mejor de si mismos en una sobresaliente interpretación de esta esencial obra romántica.

Buen tercer movimiento donde se descubren elementos temáticos de las Danzas Húngaras de Brahms y excepcional cuarto donde la deslumbrante bacanal fue atacada con una agresividad en las cuerdas muy de mi gusto.

Cristina Gómez Godoy, Diego González Ávila y la OFM

En este punto quisiera destacar la aportación, frescura y entrega de los componentes más jóvenes -la mayoría mujeres- de las cuerdas, que nutren los segundos violines y violas y se salpican entre los chelos y primeros. Da gusto observar su excelente actitud y posición, percibir sus señalados vibratos y trémolos entregados, en contraste con alguno de los “veteranos”.

Excepcional la joven batuta del malagueño Diego González Ávila, de gesto seguro y elegante, que dirigió de memoria a Schubert y Dvorak, conectó con orquesta y público y fue larga y merecidamente ovacionado. Parece que nos encontramos ante una nueva promesa del atril, una "batuta blanca", a quien con mucho gusto seguiremos en su -seguro- brillante trayectoria.

Público en el auditorio

Las anécdotas de la velada se centraron en el público, entre el que encontramos a numerosas familias con niños que se portaron extraordinariamente bien, mejor que muchos adultos, gracias papás; y, en el otro extremo, se distinguió una peculiar pareja entrada en años al aplaudir la señora con gran entusiasmo al finalizar todos y cada uno de los movimientos -algo a evitar- y preguntando a su marido el porqué los demás no aplaudían, encogiéndose éste de hombros extrañado. Aceptemos divertidos estos comportamientos que a la postre solo demuestran -además de una ingenua y atrevida ignorancia- que lo que escuchamos el viernes fue muy del gusto de todos.


Orquesta Filarmónica de Málaga
Director: Diego González Ávila
Oboe: Cristina Gómez Godoy.

Obertura de Rosamunda, D. 644, de Franz Schubert
Concierto para oboe y orquesta en Do mayor, KV 314, de Wolfgang Amadeus Mozart
Sinfonía nº 8 en Sol mayor, op. 88, de Antonin Dvorák


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