Mar 13 2015

9º concierto de abono de la OFMSábado 07/03/2015. Teatro Cevantes

Texto: Daniel Lozano | Fotos:

El noveno programa de la Orquesta Filarmónica de Málaga de la temporada 2014/2015 trajo consigo dos repertorios muy arraigados a la tierra, la primera parte dedicada a España y la segunda a Sudamérica, concretamente a México y Argentina.

9º concierto de abono de la OFMEl teatro estaba a más de la mitad de su aforo, y eso que venía un pianista (aún recuerdo con nostalgia cuando hace años el Cervantes se llenaba de alumnos y profesores del conservatorio, cosa que ahora ya no ocurre desgraciada e incomprensiblemente). Aún nos queda camino para otorgar categoría a la música en esta ciudad, y es esencial para ello aunar el respeto que se merece de forma conjunta desde el profesorado, alumnado y las instituciones que de alguna manera u otra forman parte del pulso musical de esta ciudad, y como colofón, el auditorio.

En líneas generales el concierto mejoró de principio a fin, siendo la segunda parte mejor que la primera. El programa comenzó con la Sinfonía sevillana de Joaquín Turina, una de las obras más relevantes del compositor sevillano, en la que describe el paisaje de su tierra desde un lenguaje basado en la música popular y en la fuerte influencia que la música francesa ejerció en muchos compositores del panorama español de principios del S. XX. La orquesta mostró carencias en el ritmo al manifestar poca definición en la ejecución, algo tan esencial en la música nacionalista española, que precisa de fuerza, vehemencia y empaque en los tutti orquestales. También se echó en falta más rango dinámico, fundamental en este género, por la falta de pasión y excitación que requieren muchos de los crescendo y contrastes dinámicos existentes. En ocasiones el viento metal andaba fuera, no sólo en estos aspectos sino en la afinación, y la cuerda frotada andaba justa de fuerza en algunos pasajes donde se esperaba más de ellos. El viento madera está en muy buena forma y muy compenetrado, es de celebrar el buen hacer de esta sección a día de hoy, y es de esperar una mejora en el resto. Respecto a la concertino comentar que estuvo algo brusca en algunos de los finales de su parte como solista en la obra y que no estuvo a la altura como en otras ocasiones. La obra fue mejorando en afinación, interpretación, personalidad y en consistencia a medida que se acercaba el final del tercer movimiento, dejando muestras de buena calidad en los últimos minutos.

9º concierto de abono de la OFM

Luego llegó Falla y su Noche en los Jardines de España con la intervención como solista del antequerano Ángel Sanzo. En líneas generales la dinámica entre orquesta y piano no estuvo muy conseguida, habiendo pasajes donde el piano estaba enterrado bajo la orquesta y apenas se le escuchaba (sobre todo en los primeros pasajes de la obra). La orquesta supo solventar la falta de carácter de los crescendo de la anterior obra ejecutándolos en esta ocasión con gracia. Respecto a la interpretación al piano vimos a un Sanzo con mucha entrega en lo musical pero algo excesivo en la conducción del tempo, con algún rubato de más en alguna de las frases de los solos. Más de una entrada del piano no estuvo bien acompañada por la orquesta, y ya son varias semanas en lo que llevamos de temporada en la que ésta no entra con decisión. Falta trabajo, y mucho, y no es baladí esta cuestión. Algunos de los trémolos del piano, tan característicos de esta obra, se mostraron algo imprecisos en la ejecución a pesar de que Sanzo se mostró exquisito, sobre todo en el último movimiento, y dejándonos una buena muestra del buen gusto que brota de su sonido y de su visceral interpretación, que parte más de la entraña que de sus propios dedos. Al final nos obsequió con una de las piezas más difíciles de la Suite Iberia: Málaga, suite que interpretó no hace mucho al completo en la Sala María Cristina.

En la segunda parte del concierto la cosa mejoró y bastante. Algo tendrá que ver el carácter que impregna Manuel Hernández Silva a la orquesta en la interpretación de compositores sudamericanos. La primera obra fue Redes. Suite sinfónica de Silvestre Revueltas, y esta vez a la orquesta se le vio bien empastada, trabajada en los planos sonoros y bastante equilibrada rítmicamente, aunque alguna entrada de la caja quedó algo imprecisa. El segundo movimiento no era fácil de ejecutar, escondía cierta complejidad rítmica. La orquesta (ahora sí, la percusión al completo) supo abordarla con oficio y aunque la afinación no era del todo correcta a veces (viento metal en especial) llevaron al público a un vigoroso y espectacular final dirigido por un entregado y apasionado director.

Y para finalizar la noche, qué mejor broche que una obra del visceral Alberto Ginastera, uno de los compositores argentinos más relevantes de su historia. Estancia, op.8. Dentro de su obra es frecuente la aparición de elementos masculinos (ritmos vigorosos con un lenguaje más contemporáneo) que representan al gaucho argentino y otros femeninos (frases emotivas y de gran lirismo construídas a partir de un lenguaje más tonal). A la parte más campesina le faltó en ocasiones un poco más de fuerza por parte de la orquesta excepto el último movimiento (Danza final) que lo resolvió con brillantez, tanto que el público al final logró un bis que consistió en repetir el último pasaje de este movimiento.

En definitiva, luces y sombras una vez más, esta vez con un programa muy atractivo que el público supo apreciar. Hasta la próxima.

Noveno concierto de abono de la OFM

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