Auditorio del Museo Picasso. 6/11/2012
Trio Zurbarán. VI ciclo de conciertos de cámara.Texto: José Manuel López Gaona. Fotos: Luis Castilla, MP, Alfonso Urdiain
Excelente segundo concierto del tradicional ciclo de cámara de nuestra Filarmónica, con obras de Beethoven y Brahms en un auditorio lleno.
Noche lluviosa, la del martes 6, eran las 21 en el Picasso y 11 muchachos millonarios (si es que les paga el jeque, que igual esta tieso) se jugaban en Milán la honra de esta ciudad. Un montón de miles de gentes enchufadas al televisor, como un periférico más, pero unas 200 personas -aforo casi completo en el auditorio- se reunían para escuchar buena música. La edad de la audiencia no era necesariamente “madurita”, había también muchos treintañeros.
Y empezó Francisco Martinez González a presentar la primera obra, la de Beethoven. Muy locuaz, muy interesante; nos introdujo en el autor, en la época y en la pieza, combinando notas eruditas con chascarrillos divertidos del joven genio y sus detractores. Pero el coordinador artístico del ciclo es humano, y su más que bien memorizada intervención erró al confundir el nombre del trío ¿Zurbarán, Zuloaga?. Sepan que es humano. La música se entiende mejor con esos pertinentes comentarios, tanto sobre Beethoven como de Brahms.
La primera parte del concierto, fue una obra de un primerizo Beethoven, que ya dejaba entrever su genialidad. Por momentos no se podía distinguir el chelo del clarinete, de bien conjuntados que estaban. Armonías hermosísimas, muy bien interpretadas. Tras este trabajo hay muchas horas de ensayo hasta que se consigue lo que se pretende. Quizás es amor a la música y respeto a la audiencia, que se merece lo mejor que podamos darle. Y ello hay que agradecerlo a estos artistas. ¿Se imaginan colaborando para sacarnos del marasmo donde nos han llevado todos esos financieros de pacotilla, que firmaban lo que les ponían delante por 300.000 € al año? ¿O nuestros políticos, colaborar en vez de insultarse por la sola necesidad de que no les echen?, yo no me imagino esta capacidad de colaboración, sin más, entre los muchos botarates que tienen puestos de responsabilidad en esta ciudad y en este país. Un ejemplo para todos el trabajo de este trío.
Y llego Brahms. Aquí tenemos la obra de un hombre mas que maduro, casi en el ocaso, o eso pensaba él por su edad. Mientras que en la anterior obra había armonías, en ésta los interpretes sacaron lo mejor de si mismos, para imponer el sonido de su instrumento en un afán de mostrar cuan importante es su aportación. En la sala surgió la fuerte presencia de una música con mucha personalidad, mucho carácter. Ahora el piano sobresalió para mostrarnos su potencia. Y el chelo surgió con el ímpetu del que se quiere mostrar, del que necesita mostrarse. El clarinete sonó con un poder tal, tan autónomo del resto, que la coordinación de los tres -no se como lo consiguieron- mereció que al final, toda la sala al unísono prorrumpiera en una atronadora ovación. El milagro se había conseguido. Todos sobresalieron -me gustó especialmente el piano- mostrándose individualistas a la vez que cuidando la unidad -difícil de explicar-. No son de los que hacen piña a fuer de apocados; son enérgicos e interdependientes, lejos de ser dependientes o independientes. Una gran pieza de un hombre en plena madurez y una interpretación a su altura.
La gente salía de la sala -mientras se ponían las gabardinas- con la sensación de haber escuchado un concierto muy bueno.
Trío Zurbarán
Juan Crisóstomo Subiela, clarinete.
Tilman Mahrenholz, violonchelo.
Óscar Martín Castro, piano.
Programa:
L. van Beethoven Trío para clarinete, violonchelo y piano en Si bemol Mayor, op. 11,
Johannes Brahms. Trío para clarinete, violonchelo y piano en la menor, op. 114
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