Jun 28 2018

Salvador Sobral, Excuse me, Festival Terral 2018, Teatro Cervantes,27/06/2018. Festival Terral 2018. Teatro Cervantes.

Texto: Rosa Parra| Fotos: Elisabeth González Muñoz

Personal, creativo, innovador, íntimo, precursor, particular, gracioso, encantador, ¡¡artistazo!!

Personalísimo concierto de Salvador Sobral en el Cervantes. Calidad a borbotones.

El concierto que dio Salvador Sobral en el Teatro Cervantes fue un hito musical, de los que crean tendencia y de los que nunca se olvidan. Ver a Salvador en escena, tan menudo y tan grande a la vez, con esa personalidad tan acusada que lo hace distinto, sin ser engreído ni apabullante, con esa sensibilidad y esa dulzura que rompe más barreras que si fuera explosivo o altisonante... algo que no tiene precio.

En el Teatro Cervantes de Málaga comienza su gira por nuestro país. Él lo celebró dándose un baño de mar Mediterráneo, y con esa sal impregnada en su piel nos habló en andaluz, con un ángel y un salero que llevaba a la risa, incluso a la carcajada, no incompatible con el exquisito alarde de sencillez, calidad e intimidad que nos regaló.

Cantó además de su canción triunfadora de Eurovisión en el 2017, su primer álbum Excuse me, en el que se incluyen los singles Nem eu, Ready for love, again, Nada que esperar o el que da título al trabajo. Aires de cool jazz, de bossanova, de fado, sonoridades de América Latina… Vuelve a latir Sobral, con su nuevo corazón, flamantemente trasplantado, por su pasión: la música.

Salvador Sobral, Excuse me, Festival Terral 2018, Teatro Cervantes,Un artista completo, que se nota que está en un proceso creativo de búsqueda, de investigación musical, de unir las raíces con la innovación, que experimenta no solo con su voz, sino también con su cuerpo y su expresividad. A menudo imita sonidos de instrumentos con su voz, y lo mismo susurra, que grita, que tararea, lanza sonidos guturales a contratiempo, toca las tripas del piano, o tamborilea sobre su propio cuerpo.

El Cervantes estaba a rebosar, hasta el paraíso, que él saludó cálido y entusiasmado.

Desde la entrada en escena se puso de manifiesto que estábamos ante un concierto diferente. Salvador con un pantalón vaquero negro y una camisa blanca con blazer gris claro, entró con el resto de los músicos de su banda, no antes ni después, entre ellos, como uno más. Entrada premonitoria de lo que sería el resto del concierto: una sencillez sin divismos por parte del artista que hace protagonista a la música, los demás intérpretes, sean instrumentalistas o vocalistas, están a la misma altura y sirven como médiums del sonido de calidad que extraen con mimo de cada uno de sus instrumentos. Otro gesto que denota su humildad y su sabiduría a la vez, fue presentar a su banda nada más cantar la primera canción. Al piano Julio Resende, al contrabajo Adré Rosina y a la batería Bruno Pedroso. Luego los volvió a presentar al final y el aplauso fue más extenso y más fuerte para cada uno de ellos, ya que efectivamente, Sobral los deja lucirse en todo momento, se va para lo oscurito y se pierde en escena, escuchando lo que en algunos instantes llega a parecer una jazz sesión. A veces emite sonidos, alaridos, susurrros, que nos recuerda que está ahí. Otras veces se sienta en una silla entre ellos y se deja sentir y vibrar con la música, moviendo su cuerpo al ritmo de lo que suena, embebido y abstraído en un éxtasis que le lleva al abandono, pero sin perder el control de lo que sucede. Todo es preciso y estudiado, aunque se manifieste de forma amena, espontánea y desinhibida.

Inmediatamente después de su entrada comienza a hablar con el público en un andaluz tan fluido que no engaña a nuestro oído nativo, pero que se aproxima mucho. Desde ese momento la comunicación que se establece es genuina como su talento y se mantiene durante todo el espectáculo, con o sin palabras. Salvador hizo cantar y acompañarle, emocionó, hizo sentir la música como algo vivo, permanente y fugaz a la vez, como algo que nutre y dignifica. Una música que puede ser efímera en un concierto en directo, porque lo que se vivió no se podrá vivir otra vez, aunque se grabe la actuación, las circunstancias y las personas no serían las mismas.

Salvador Sobral, Excuse me, Festival Terral 2018, Teatro Cervantes,Yo no conocía a Salvador Sobral. Ni yo, ni apenas nadie, él mismo confesó con su sentido del humor tan particular, que la anterior vez que estuvo tocando en Málaga había menos público que miembros en su banda, o sea que si ellos eran cuatro gatos, en el público había tres. Eurovisión lo encumbró en una de esas extrañas y extravagantes carambolas que tiene el destino. A mi, que considero un truño ese evento, me dejo sin conocerle , pero por esa casualidades de la vida, Salvador llegó a la mía con su canción nada eurovisiva y me robó el alma. Hoy escuchándolo y disfrutando del espectáculo tan preciso, estudiado y de gran calidad, calidez y magia, me pregunto todavía como pudo ganar un festival tan comercializado y anodino, con una brillantez y autenticidad tan grandes… En mi vida se va a quedar para siempre, porque a veces entro en bucle, oyendo sus canciones y no paro de repetirlas.

Su primer álbum Excuse me, ocupa gran parte del concierto, y también por supuesto Amar por los dos, ese Amar pelos dois que cantó en portugués y el público coreó, sincronizando música, voz, y auditorio como en el resto de la hora y media de concierto, en que todos fuimos uno, en una simbiosis musical difícil de explicar a los no melómanos.


Excuse me

Salvador Sobral, voz

Júlio Resende, piano

André Rosinha, contrabajo

Bruno Pedroso, batería


 

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