04/07/2022. Festival Terral 2022. Teatro Cervantes.
Texto: Carmen Titos | Fotos: Daniel Pérez / TC
Sólo una silla en el centro del escenario. Yamandú Costa no tiene más acompañamiento que su instrumento y no le hace falta más. La guitarra parece unida a él, y se mecen juntos en la butaca, durante el concierto la besa, la abraza, la ensalza, y da pequeños sorbos a su mate, mientras despliega simpatía. Se alegra de estar en Málaga, de escuchar un “olé”. Yamandú no solo es un genio, un monstruo, un crack, también tiene mucha conexión con el público, es comunicativo y posee un gran sentido del humor.
Domina el castellano lo suficiente como para poder bromear en el idioma extranjero. Acompaña el magistral concierto de anécdotas y de amenas explicaciones sobre el proceso creativo y del germen del que brotan las ideas para sus canciones. Explica que durante la pandemia hubo mucho tiempo para componer encerrados en casa, durante esa etapa sus hijos saltaban en los sofás y esa fue la inspiración para componer una canción tan animada que nos hace imaginar que sus vástagos deben ser muy revoltosos.
Nos cuenta también que estrena "Ferrari", una guitarra nueva para el concierto cuyo artesano creador está entre el público. Se trata de Vicente Carrillo, el maestro que construyó su guitarra, de arce, cedro y madera croata. "Tiene doble fondo", dice, "y también un acelerador", añade con locuacidad. Yamandú contaba con tocar dos o tres temas con ella, pero le gusta tanto que no la suelta en todo el concierto, "es tan buena, qué pedazo de guitarra", con su encantadora naturalidad se muestra tan enamorado de su instrumento que no se separa de él; madera, cuerdas y Yamandú Costa forman un todo.
En su repertorio abarca todos los estilos, toca el samba llamado Santuario. Con su guitarra y los veinte dedos que 
parece tener en cada mano llena el ambiente, su gestualidad, su arrojo, sus dotes comunicativos, la conexión con los espectadores, algo de cante y silbidos sorprendentes crea un espectáculo total.
Pone a punto su instrumento mientras charla con el público, bromea con que su guitarra es tan nueva que no hay afinador y pregunta si la notamos bien afinada, la respuesta es positiva pero Yamandú con humor ácido advierte que debe haber algún guitarrista en la platea, porque siempre hay algún guitarrista y lo criticarán: "toca bien pero no sabe afinar" y añade que "en la próxima vida acordeón". Aprovecha para contar una anécdota de cuando tuvo el honor de que fuese a verlo tocar en Brasil Paco de Lucía. El maestro español entró a su camerino y lo atemorizó advirtiendo: "venimos a criticar".
Toca el vals llamado La Graciosa, basado en la isla de mismo nombre de Las Canarias donde fue a visitar a un amigo. Narra con gran elocuencia y humor el origen de dicha inspiración. Llegó con una gran resaca a esa isla maravillosa, donde solo hay arena y no hay coches. Para quien vive en las grandes ciudades con sus ruidos, tecnología..., en La Graciosa el tiempo está parado, parece que se detiene. Su amigo lo recibió con vino tinto y jamón pero él tuvo que retirarse debido a la resaca monumental que tenía. Durmió cuatro horas y de esa siesta regeneradora le vino la melodía, así nació el vals La Graciosa.
Yamandú se acuerda también de dedicarle un agradecimiento al técnico de sonido y destacar la calidad. Toca una milonga, gaucha "con polenta", que también interpretará en su próximo concierto en São Paulo. Se llama Sarará y el nombre viene del guaraní, una de las lenguas indígenas de Brasil, igual que el suyo propio. 
La destreza de Yamandú con la guitarra de siete cuerdas es sobrehumana. Asistir a su concierto es una experiencia superior, para legos o instruidos en música consiste en un absoluto y continuo estímulo, en diversión, emoción, satisfacción.
Yamandu Costa guitarra de siete cuerdas
1.30 h (s/i)
| Sin eventos |
