09/07/2017. Festival Terral 2017. Teatro Cervantes.
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: Daniel Pérez /TC
Permanecer en el mundo de la música 34 años, creando y recreando, girando, grabando y no quedarse en el intento es una tarea ciclópea. Pretender resumir toda la riqueza generada en estas más de tres décadas en un solo concierto es tarea titánica. Pero osar desglosar en una crónica todo lo que tiene de ciclópeo y titánico este mítico Urogallo escocés, ya es simplemente inútil.
Pero sí hay destellos claros que glosar de la enorme riqueza atesorada por este grupo que se basó, como en tantos casos ocurre, en el acerbo tradicional, en su caso el folclore gaélico escocés. Pero para entender la importancia y la gran aportación de Capercaillie al mundo de la música, nada mejor que remontarse a los orígenes y conocer su evolución.
Todo comenzó siendo aun niña Karen Matheson, en las Islas Hébridas, donde aprendió de su abuela, Elizabeth MacNeil mucho de lo que después desarrolló la banda. Mientras, Donald Shaw aprendía de su padre los primeros compases con el acordeón y desarrollaba todas sus habilidades, técnica y virtuosismo, en bandas de bailes tradicionales. Esta pareja de enamorados de la música folclórica desarrollaron en los inicios de Capercaillie esa herencia, verdadero tesoro, recibida de quienes les enseñaron y le permitieron amar la música: jigas, reels, strathspey, lamentos y otras músicas vocales del folclore escocés.
Pero como bien dijo el gran Jean Piaget: "Lo que vemos cambia lo que sabemos. Lo que conocemos, cambia lo que vemos".
Una de las improntas más reconocibles del grupo, procede de las adaptaciones de las "waulking song" -como en las interpretadas y coreadas en el Cervantes, Alasdair Mhic Cholla Ghasda y Skye Waulking Song-, que tradicionalmente eran cantadas en gaélico escocés por las mujeres que trabajaban golpeando los paños recién tejidos sobre una tabla para ablandarlos. Pero claro, estas mismas melodías, a veces cantadas con simples onomatopeyas o improvisando, cobran otra dimensión cuando una bajo electrico entra golpeado y pellizcado, al tiempo que una batería va contrapunteando el ritmo que sería natural por el batir ancestral. Ese es el troquel del grupo escocés en la música.
La entrada de grandes músicos, como el violinista Charlie McKerron, aportó muchas mezcolanzas y enriqueció al grupo con variedades temáticas e influencias de la costa este, con las nuevas formas de producción, el paso de lo Folclórico al Folk, la introducción de conceptos rock, funk y electrónicos, los coqueteos con la new age, se acaba definiendo lo que ha sido desde entonces la seña de identidad de Capercaillie: tradición y modernidad se hibridan. Sencillez y virtuosismo se miman. Por el grupo han pasado en estas tres décadas muchos músicos y todos ellos han dejado su aportación personal y su impronta en la genial banda.
En el concierto ofrecido y disfrutado el domingo en el Teatro Cervantes se pudo paladear el nuevo trabajo de la banda: At the heart of it all (2013), pura esencia "capercailliana" con el que celebraron sus 30 años de existencia. Los temas de este nuevo album se fueron alternando con temas de siempre y popurrís en los que el público pudo recrearse, celebrar y aplaudir canciones conocidas de su repertorio como Waiting for the Wheel to Turn, The Tree, Mile Marbhaisg, Ailein Duinn, Four Stone Walls, M'Ionam, entre otras.
En el periplo ofrecido por los geniales músicos que componen la banda, sin mácula, con un sonido comedido y potente al mismo tiempo, hubo espacio y tiempo para todo, desde la tradición más desgarradora, como la canción escrita por una mujer escocesa a un hombre que vuelve de la 2ª Guerra Mundial, hasta los endiablados y frenéticos ritmos populares, crescendos de los irresistibles, los que mueven tanto al espíritu como al cuerpo y que podrían hacer bueno aquel proverbio escocés de "Nunca permitas que tus pies vayan por delante de tus zapatos". Entre éstas, la acostumbrada delicadeza, dulzura, pero también contundencia y virtuosismo de estos verdaderos "Ghillie Dhu", guardianes de los árboles. El Urogallo regresa a su cantadero.
¿Podemos denominar ya a Capercaillie como una banda mítica sin caer en los topicazos habituales?
Karen Matheson: voz --- Donald Shaw: teclados y acordeón --- Charlie McKerron: violín --- Manus Lunny: bouzouki y guitarra --- Michael McGoldrick: flauta y flauta y gaita irlandesas --- Ewen Vernal: bajo --- David Robertson: percusión --- Che Beresford: batería
Hubo un musico invitado no reconocido que tocó flauta, flauta y gaita irlandesas y saxo soprano.
Duración: 1.45 h.
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