Dic 9 2014

Javier Krahe, un trovador en La Cochera Cabaret

Javier Krahe, un trovador en La Cochera Cabaret Viernes 05/12/2014. La Cochera Cabaret

Texto: Elisabet González | Fotos: Juan Mir

El viernes pasado pudimos disfrutar en la Cochera Cabaret de la música y el humor sarcástico de un cantautor que se ha convertido ya en uno de nuestros artistas de culto. Javier Krahe y sus músicos supieron dar a un buen número de fans lo que tanto ansiaban. Salieron a escena con la absoluta tranquilidad de quién lo hace por enésima vez. Saludaron de forma fugaz y con la mejor de sus intenciones – dijo el cantante – se pusieron manos a la obra.

Javier Krahe, un trovador en La Cochera Cabaret Krahe, con su carisma arrollador, evoca al trovador, el contador de historias interesantes pero con un aire de auténtico pasota. Aparece casi siempre impertérrito y por momentos me recuerda el Buster Keaton de la canción. Un poeta que desgrana historias ficticias, que parecen reales. De aspecto modesto, es capaz de desenterrar los mensajes más ácidos, esos que ocultan dobles y triples sentidos. Siempre crítico, se ríe de todo, empezando por sí mismo. A veces tan sutil que sus palabras se quedan dando vueltas en el aire hasta que llegan a algún lugar del cerebro o del corazón. Otras veces, tan directo que duele. Su cinismo es capaz de sacar al espectador de cualquier lugar en dónde se encuentre para atraerlo como la miel a las abejas, hacerlo llegar a la más sincera felicidad y dejar siempre a todos con una sonrisa en los labios.

El cantautor madrileño tiene una simbiosis exquisita con su público, se entienden y complementan. Todo el mundo disfrutó, aunque a algún despistado se le ocurrió hablar más alto de lo normal y fue abucheado. A Krahe hay que oírle hasta el más nimio detalle, él no dice cosas por decir. El artista tiene una tarea bien difícil al escoger un repertorio apropiado para cada concierto, teniendo en cuenta su colección de temas. Supo intercalar canciones de su último trabajo, como Tombuctú, o Agua de la fuente con otros de sus clásicos. Entre canción y canción, nos suelta sus ocurrentes historias, con las que el público disfruta igual o más que con los temas. Tan pronto canta una canción protesta como Diente de ajo o nos interpreta un manifiesto como No todo va a ser follar. Con ambas, desata al público en coros y aplausos. Nos deleitó también con su más especial dedicatoria, El dos de mayo y volvimos a reírnos una vez más con la frívola El vecindario. Pero sobre todo le gusta contar historias cotidianas, de amor, o más bien de desamor, jugando siempre con las dos caras de una misma moneda. Cantando, gesticulando, hablando, bebiendo e incluso bailando, Krahe nos entretuvo sin darnos cuenta de que el concierto llegaba a su fin.

Javier Krahe, un trovador en La Cochera Cabaret Al ver, oír y disfrutar de la música y el humor sátiro de Javier Krahe, y después de más de treinta años en los escenarios, uno se pregunta dónde está el límite del talento. El cantante ya tiene algún límite físico puesto que se retiró a descansar después de un único bis con dos canciones, eso sí, bien escogidas. Todos se rieron con La Yeti y cantaron Un burdo rumor, recuerdos de aquellos principios tan reivindicativos y pasionales, en los que La Mandrágora se forjó. Esperemos que el genio nos siga acompañando como mínimo unas décimas más....aunque sea con aguarrás.