17/05/2014. CCP Centro Cultural Provincial.
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: facebook Javier Paxariño, Diane Zillmer y web
Uno de esos conciertos en los que uno recuerda porqué un día quiso escribir sobre música y músicos.Acudí al concierto de Javier Paxariño Trío sin ánimo ni obligación de escribir sobre el mismo, no estaba acreditado y solo pensaba en disfrutarlo. Pero ocurre que me encontré con uno de esos conciertos donde uno recuerda porqué un día quiso escribir sobre música y músicos. Uno de esos conciertos que ahondan y profundizan el sentimiento de amor hacia la música.
Uno de esos conciertos donde uno reconoce por donde empiezan los aires musicales pero no sabe nunca por donde van a divagar, ni mucho menos hacia qué mundos nos llevarán finalmente. Donde 
un tema cualquiera puede perfectamente recorrer medio mundo en cinco minutos, comenzar evocando rumbas argelinas o ritmos gnawa de Marruecos, pasar por los riffs funk más negros, asaltando todos los subterfugios del jazz y el blues y volver a la realidad con unas melodías sefardíes tras unos ligeros apuntes de falsetes flamencos.
Quizá una de las formas más económicas y satisfactorias de realizar un verdadero periplo cultural sea un concierto de estas características. La música popular, el folclore, el klezmer, lo árabe, lo sefardí, lo flamenco, lo castellano, lo tradicional, pasan por el filtro de sensibilidad de Javier y exhalan aromas mediterráneos en los que también asoman vestigios atlánticos.
Pero Paxariño es en esencia un animal jazzístico y todas sus composiciones parten de melodías simples y sencillas que con el discurrir del acto musical amerizan indefectiblemente en las complejidades armónicas y rítmicas del jazz. Parece como si cualquier efluvio musical que pase por la alquitara de 
Javier Paxariño, esté abocado a ser amalgamado, mestizado y reconvertido en lo que ya nadie puede definir sin usar cientos de conceptos. Quizá podríamos calificar su música con el título de su segundo disco: Pangea. Música de Pangea. Aunque también en según qué momentos pueda transmutarse en saturnal y acabar escribiendo rimas con las llaves de sus saxos y traveseras. Pero en síntesis es música de corazón, hecha con la enorme pasión que Javier pone al acto de interpretar, crear, a su apertura al mundo y a todas las culturas. Porque Javier no es solo música. Se pueden decir muchas cosas de la música de Paxariño, pero lo realmente impotante es lo que se puede sentir.
Para este nuevo trabajo que nos presentó en el CCP, Javier se rodea de dos excelentes músicos: Josete Ordóñez a la guitarra, el laud eléctrico, la mandola y la voz y Manu de Lucena a las percusiones, o mejor decir la batería de percusiones. La capacidad de Josete para adaptarse a todos las posibles formas y estilos de tocar es solo comparable a la mesura y contención al tiempo que potencia y derroche de energía de Manu. Dos complementos perfectos a la elegancia, sensibilidad, enorme conocimiento y manejo, gusto y virtuosismo que reune Paxariño en su enorme erario musical y cultural.
Juntos aciertan a recoger y mostrar todo el acervo que atesoran por separado y que precisa este despliegue musical multiétnico. No como líder y acompañantes, sino como iguales en elegancia, en capacidades, en respeto musical y en nivel interpretativo. Si a todo esto se suma una muy buena conexión, con un Manu cuya sonrisa, constante y contagiosa, es tan interiorizada y sentida como la música que interpreta y los atisbos constantes de complicidad del trío que parecen revitalizarse con cada mirada, es imposible salir del concierto sin tener la completa seguridad de que se ha asistido a algo emocional y sensitivamente colosal.
Los temas que componen su último trabajo, Dagas de Fuego sobre el laberinto, estuvieron bien arropados por temas de trabajos anteriores que se han visto nutridos para la ocasión con los matices que las cuerdas y las percusiones de Josete y Manu les han sumado. Además Josete aporta dos buenos temas al nuevo trabajo de Javer Paxariño Trío: Mandópolis y Velahí. Ahí va el duende.
Si bien yo eché en falta en algunas interpretaciones las sonoridades que aporta el bajo en el trabajo de estudio, aun más cuando la guitarra sonaba en esos temas un tanto aguda, esto no redujo en modo alguno la calidad del concierto. Solo hizo reafirmar lo que pensé y comenté al oir la presentación del disco por José Miguel López en Discopolis: a ver como suena esto en directo, a trío, sin el acompañamiento de un bajo.
Lo único negativo: una sala con un sonido de pena, interrumpido constantemente por los soplidos y chisporroteos del equipo de luces que, afortunadamente, pasaban a segundo plano cuando los tres músicos tocaban pero que molestaron mucho en piezas más tranquilas o en solos, como en Juegos con Zaira o en El alma en el suelo.
Y yo que acudía al concierto sin pensar en ponerme a escribir. Salí deseando describir las sensaciones recibidas y por supuesto comprando el CD que aconsejo a todos.
Dagas
Ladrón y kumardji
Juegos con Zaira
Mandópolis
Dolores de amor
Con el tiempo de la mano
Velahí
El alma en el suelo
Paseo de la farola
Fiesta en el Realejo
Laberinto
Javier Paxariño: Instrumentos de viento
Josete Ordóñez: Instrumentos de cuerda
Manu De Lucena: Percusiones
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