31/05/2018. Teatro Cervantes.
Texto: Rosa Parra Moreno | Fotos: Daniel Pérez / TC
En un escenario vacío, sólo lleno con instrumentos musicales: Un violonchelo, una batería, un atril para director de escena y dos guitarras españolas, aparecieron un coro de 8 voces femeninas con el cantaor en medio. Bajo un silencio absoluto del auditorio, que mostraba así su respeto ante lo que estaba sucediendo, se inicia el concierto a capela con un polifónico de voces, en el que la de Arcángel es una voz más, que nos transporta hasta el cielo con una sensibilidad y también maestría, perfectamente sincronizadas. El resultado de esta acción es tan genuina y a la vez tan trabajada, es tan diferente, que no se puede narrar con palabras. La piel de gallina, la emoción en el corazón y en la mente la sensación de estar ante un espectáculo cuidado hasta sus más mínimos detalles, con una calidad apabullante, que emana calidez. Pero de una sencillez y desafectación que podría llamar Zen
Después de esta presentación tan impresionante, sólo con las voces de los nueve intérpretes, Arcángel se sienta en una silla y, acompañado únicamente por una guitarra española, deleitó con palos del flamenco serios, en su vertiente más pura, con su prodigiosa voz cristalina que imanta al oído y lleva al alma a ese séptimo cielo donde supuestamente están los arcángeles, de donde le viene el nombre.
El público apenas jaleaba, hasta el final de cada tema, al contrario que en otros espectáculos flamencos, imagino que debido al sobrecogimiento en que estába sumido.
Hubo un tiempo para que el coro de voces búlgaras nos mostrará su arte, y otro para que hiciera lo propio la banda que acompaña al cantaor. Ya de por sí resulta innovadora una batería en un tablao flamenco, pero más innovador es la Jazz sesión que se marcaron los músicos, en lo que creo que fue una “falsa improvisación” o al menos una pautada improvisación.
Arcangel no defraudó a sus seguidores y cantó sus fandangos, con el alma, como chace con todo lo que canta.
A destacar:
-La versión del tema de Lole y Manuel que Arcángel ofreció en solitario, y que ocasionó un cambio de densidad en la respiración de los espectadores. El teatro se vino abajo de aplausos al acabar.
- La nana. Sentida y pura, mezclada con las voces búlgaras.
- La leyenda del tiempo de Camarón y Paco de Lucía, que para finalizar regaló, en una versión renovada y personal.
- El director de las voces búlgaras femeninas es el mismo que innovó con el maestro Enrique Morente.
El artista solo habló con su público casi al final de su concierto, y lo hizo igual que transmite su arte, siendo conciso, acertado y profundo.
Un espectáculo exquisito, sobrio, nada temperamental, de una pureza e ingenuidad asombrosas para la profundidad musical y experimental, nada baladíes, que contiene.
Disfrutamos de un conciertazo... atípico para lo habitual del flamenco. Elevado, casi angelical. Algo único y precioso, como una joya rara, pero que resulta vagamente familiar y viene guardada y ofrecida en un cofre de terciopelo de luces.
Arcángel, voz
Dani de Morón y Rycardo Moreno, guitarras - Agustín Diassera, percusión - José Manuel Posadas ‘Popo’, contrabajo
Director coro y arreglos Giorgi Petkov
1.15 h. (s/i)
engira.net/Artista/arcangel