28/07/2017. Portón del Jazz. Auditorio Municipal Finca el Portón.
Texto: Carmen Titos | Fotos: Juan Carlos Postigo
Kenny lleva siempre un gorro del que no se separa y que es su reconocida marca de identidad. El músico de Míchigan tiene 56 años, cuerpo enjuto, carácter discreto, ademanes tímidos y un Grammy en su vitrina. Ha tocado con Marcus Miller y Miles Davis, es heredero de John Coltrane y está considerado junto a éste uno de los mejores saxos altos de la historia después de Charlie Parker.
Mientras el auditorio se llenaba con el cartel de entradas agotadas, el saxofonista con mirada humilde observaba desde un lateral del escenario, sujetando entre las manos su clarinete y saxo, instrumentos que toca desde los ocho años.
Sin proferir palabra el quinteto arrancó a tocar, experimentando y poniéndose a prueba. Deambularon por los senderos de la improvisación y se fueron por las ramas. El maremágnum se quebró con un desgarrador solo de saxo del maestro Kenny Garret que estremeció y provocó el empático silencio generalizado. De ahí al aplauso fervoroso hubo solo un paso.
Rudy Bird, a la percusión, proporcionó un aire hechizante con el exótico carillón de viento de 36 tubos. Aparecieron con ello los toques cubanos y tintes latinos. A su vez, del toque esmerado de Corcoran Holt al contrabajo emergieron los profundos bajos y una constante luz. Vernell Brown ejecutó al piano un sonido personal entre la innovación y la tradición.
No fue el veterano Marcus Baylor (batería anunciado en el programa de mano) quien pisó los pedales. Su lugar en los platos lo ocupó el insultantemente joven Samuel Laviso, cuyo talento irrumpió con el solo inmenso que rompió los límites de la mesura. Kenny pidió aplausos para el prometedor drummer que azorado tuvo que levantase y adelantarse a primer término.
El hasta entonces apocado saxofonista que se había pasado casi la totalidad del concierto dando la espalda al público y dosificando su prodigio, fue girándose hacia los espectadores y demandando su participación. Pidiendo vítores, repetición de recurrentes consignas, aplausos, bailes y cercanía al escenario.
Si el concierto comenzó con prolongadas divagaciones jazzísticas acabó como una gratificante y generosa experiencia comunal de alegría colectiva. Durante este fin de fiesta tuvo lugar una divertida anécdota; mientras Kenny Garret le sujetaba el micrófono, un espontáneo se arrancó a rapear sobre la base instrumental de Happy People.
No hizo falta exigir bises, los cinco músicos estaban predispuestos. De manera que abandonaron el escenario y volvieron a él en varias ocasiones, pero siempre con creatividad: con desvergonzados bailes y reduciendo gradualmente el acompañamiento musical hasta dejar completamente solo a Kenny Garrett con un beatbox hip-hopero como única base.
Una noche mágica más en el Portón del Jazz.
Kenny Garrett - saxo alto y clarinete
Corcoran Holt – contrabajo
Samuel Laviso – batería
Rudy Bird – percusión
Vernell Brown – piano