09/11/2016. JXAXZXZ. 30 Festival Internacional de Jazz. Teatro Cervantes.
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Daniel Pérez / TC
El Gonzalo Rubalcaba Quartet cierra la gira Tribute to Charlie Haden en el 30 Festival Internacional de Jazz de Málaga.
Un silencio puede decir más que muchas notas o que algunas palabras. No digas nada si no es más bello que el silencio, dice el proverbio árabe; o si no es más certero, pensará Rubalcaba. El pianista cubano lamentó el resultado electoral en Estados Unidos evitando nombrar al politicucho adinerado, justo antes de agradecer al público su asistencia y regalarle dos horas de jazz sublime.
Y es que como dijo Le Corbusier, menos es más. Lo que en música vendría a ser: no des muchas notas, da las justas. Charlie Haden supo encontrar la belleza en una melodía llena de silencios entre notas certeras. El contrabajista norteamericano se marchó hace ya dos años dejándonos un legado de jazz lírico que alcanza su máxima expresión en los lentos. Rubalcaba bebió del contrabajista y, como de bien nacido es ser agradecido, el cubano recuerda a su mentor en esta gira recién terminada en Málaga. Fue hace tres décadas cuando se conocieron en La Habana. Un encuentro que supuso para Rubalcaba el refrendo de su arte y que le abriría las puertas de Blue Note. Tras un sinfín de colaboraciones con los más grandes nombres del jazz (Hancock, Corea o Carter por citar algunos), el pianista empezó su carrera como frontman.
En el Gonzalo Rubalcaba Quartet todos suman en un diálogo efervescente. Haden se desfigura en cada tema pero permanece reconocible en composiciones que, si no mejoran el original, están a la altura de la magnitud del proyecto. Cada solo emociona, y cuando toca estar en segundo plano cada instrumento crea líneas excitantes y bases armónicas y rítmicas audaces e intrépidas.
El piano de Rubalcaba no conoce límites. Mano derecha o izquierda, igual da, Rubalcaba trasciende de los rudimentos técnicos de la interpretación para hacer música a su antojo. Su control dinámico y agógico pasma. El pianísimo con el que inició el concierto en First song fue sencillamente genial. Tampoco hay trucos ni patrones sobreexplotados sino un discurso libérrimo. Matt Brewer tuvo la difícil tarea de emular al homenajeado Haden. Supo recordarnos al maestro fallecido y, a la vez, imprimir un sello propio a su contrabajo. Con un sonido cálido, natural y equilibrado en todos sus registros y cuerdas, Matt expone el tema habitualmente sugerida por el piano en una suerte de improvisación libre. Esta estructura se repetiría a menudo durante la noche. La pegada de Brewer es sólida y sus solos realmente inspirados. Sabe buscar la quietud al inicio para caer sobre el diapasón en un torrente de notas que dibujan líneas potentes sobre un clímax estirado a su antojo. En Silence, tema que cerró el concierto como un llanto contenido, la sutileza del contrabajo fue sobrecogedora.
El saxo de Will Vinson, más locuaz, no les fue a la zaga. Sus líneas entran y salen del discurso de un modo casi temerario con un sonido redondo, tan dulce como agresivo según toque. Y si hasta aquí todo iba bien, resulta que frente a la batería se sentó Jeff Ballard. ¡Qué lujo! Desde la ortodoxia y la fascinación por el fast tempo en sus inicios junto a Ray Charles han pasado muchos años, y hoy, el baterista californiano posee un lenguaje único, rico en matices y emocionante. Los ritmos adoptan todas las perspectivas posibles, como si contemplasemos un cuadro cubista. Suena tribal con las baquetas, con las escobillas es sutil y sofisticado. Juega con los colores de los platos y moldea la afinación de los parches para crear su discurso. El solo tras la sección free jazz de La Pasionaria fue una auténtica barbaridad.
En la tercera cita de un festival que en esta edición ratifica el carácter internacional de su propio nombre, la cosa estuvo a la altura de lo que se espera de un evento que madura con buena salud. Excelente el sonido orgánico sencillamente amplificado. Hasta el nuevo cartel luminoso me parece un acierto. Y para lo que no haya que mencionar, mejor el silencio.
Gonzalo Rubalcaba Quartet
Gonzalo Rubalcaba, piano
Matt Brewer, contrabajo
Will Vinson, saxo
Jeff Ballard, batería
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