Nov 9 2012

Teatro Cervantes. XXVI Festival Internacional de Jazz de Málaga. 06/11/2012.

Kenny Garrett tocando el saxo sopranoOda al Jazz

Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Daniel Pérez / TC

Kenny Garret presentó Seeds from the underground, su ultimo disco, el pasado martes en el Teatro Cervantes, en lo que supuso el pistoletazo de salida del XXVI Festival Internacional de Jazz de Málaga.

El símil balístico se queda corto, fue más bien un cañonazo, un auténtico misil de certeras coordenadas jazzísticas que dejó aturdidos a los asistentes –una triste media entrada pese a los ajustados precios− con una descarga musical total de principio a fin. Seeds from the underground, el último trabajo discográfico del saxofonista de Detroit, copó el grueso de los temas de la noche. Se trata de un homenaje a los grandes del género que han marcado la trayectoria: Haynes, Liviso, Jarrett, Belgrave o Mclean, entre otros.

Kenny Garrett tocando el saxo con el pianista Benito González tras élMientras algunos parecen querer reinventar el jazz sin mirar atrás, Garrett se acuerda de lo que bebió, pasando sus influencias por un tamiz poliédrico: rico en melodías ajenas a la convención formal sin ser artificiosas, rítmica y armónicamente denso pero dúctil, y, sobre todo, dueño de un sonido y una impronta que lo hacen inconfundible y lo distinguen como un fuera de serie.

La misma banda que grabó en estudio estuvo presente en el directo. La batería de McClenty Hunter fue soberbia, potente hasta bordear la extenuación (de existir la asociación protectora de parches, platos y baquetas le habría denunciado sin duda) y a la vez llena de matices, giros rítmicos endiablados y un genial tratamiento de los platos. Uno de esos baterías que atrapan a uno haciéndole difícil atender al resto y que además se entiende a las mil maravillas con su líder, como dejó ver y oír durante toda la noche. A la percusión estuvo el no menos acertado Rudy Bird. Allá donde había un hueco que llenar estaban sus cascabeles, su cortinilla, el triángulo, su tambor batá o sus congas. Se le vio realmente inspirado, en un estado de ensimismamiento y goce que le permitía moverse a placer entre los recovecos que sus compañeros de formación iban dejando, siempre sumando, nunca sobrecargando.

Rudy Bird tras la cortinilla de la percusiónCerrando la rítmica estuvo Corcoran Holt al contrabajo, una estrella emergente con unos brazos y manos "grequianos" hechos para el instrumento. Su pegada y su rico lenguaje no son propios de su corta carrera, y es que, no en vano, su formación ha sido brillante, en lo clásico y en el mundo del jazz. Sólo bajó el nivel en alguna incursión con el arco de dudosa afinación. Cerrando la escolta de Garrett estuvo Benito González al piano. Su trayectoria como sideman y compositor es intachable y dejó destellos de un virtuosismo y una madurez en el acompañamiento y en las improvisaciones que bien podían haber firmado otros de la talla de Kenny Barron o el propio Thelonius Monk. Apuntamos en el debe del sonido un piano poco audible y un contrabajo poco definido y algo desequilibrado en el rango de frecuencias, que hicieron difícil percibir las notas más agudas, si bien se fue corrigiendo en cierta medida durante el transcurso del concierto.

Salieron al escenario algo taciturnos, como si pasaran por allí. Tomaron posiciones y sin más dilación comenzó el espectáculo. La primera hora fue una oda al jazz más moderno y atrevido. Solos de saxo soberbios y duelos entre Garrett y Hunter que aún resuenan entre bambalinas. Destacó J Mac por su frenesí, por los cortes perfectamente ejecutados y por unos solos de saxo, piano, bajo y batería memorables. Excepcional la intervención de Garrett que desplegó todos sus recursos y dejó entrever melodías tan reconocibles como las de Caravan de Tizol. En Boogety boogety una misteriosa melodía llevada al unísono entre saxo y piano descubrió a un González magistral en el medio tiempo. Hasta ese momento no llegó una tregua con Ballad Jarrett (¡había pasado ya cerca de una hora de concierto!), una pequeña joya que destapó las esencias de la emoción Kenny Garrett tocando en esta ocasión el saxo tenorcontenida, la delicadeza y el buen gusto (con algún reajuste sobre la marcha en la afinación del contrabajo vapuleado por Holt). Aquí rescató Garrett en su sólo las notas de Nature boy que llevara a la fama Nat King Cole. Fue este el único respiro que se tomó la banda. De aquí al final volvió el jazz en su vertiente más vertiginosa, destacando en esta “segunda parte” Haynes here, que comenzó con un tema de corte clásico de pregunta y respuesta, se perdió en un proceloso mar de improvisaciones y giros armónicos imposibles en un largo desarrollo hacía el clímax de la noche, para desde ahí volver a la calma con un Garrett recitando en éxtasis envuelto por una atmósfera onírica y cautivadora. El final funky de la noche estuvo en el bis, con una rueda sin fin que no paró hasta que un Garrett excitado levantó al público de sus asientos para ponerlo a bailar.

Tras dos horas y cuarto de concierto no quedaban fuerzas para más, estábamos saciados, ellos y nosotros, así que de mutuo acuerdo nos retiramos sin que el uno pidiera del otro nada más, satisfechos y anhelantes de que este solo fuera el principio de un festival de jazz mágico. Algunos salimos persuadidos de que no quedaban saltadores para un listón tan alto. Las Olimpiadas malagueñas del jazz tendrán la última palabra.

espetacular foto de daniel pérez con todo el grupo en el escenario y una iluminación roja sobre los músicos y de irisados verdes en el fondo


Kenny Garret. Seeds from the underground

Kenny Garrett – saxo
Benito González – piano
Corcoran Holt – contrabajo
McClenty Hunter – batería
Rudy Bird - percusión


 

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