11/11/2016. JXAXZXZ. 30 Festival Internacional de Jazz. Teatro Cervantes.
Texto: Carlos Guerrero | Fotos: Daniel Pérez / TC
The Bad Plus presenta It’s hard en el 30 Festival Internacional de Jazz de Málaga.
It’s hard es el título elegido para el último álbum de The Bad Plus. Con él, la banda sigue la línea marcada en lanzamientos precedentes a trío, arreglos de jazz contemporáneo sobre temas del cancionero pop-rock universal. Así, encontramos temas como Time after time o Don’t dream it’s over transmutados a su gusto. Poco varía el directo de la grabación de estudio a juzgar por lo que pudimos escuchar la noche del viernes en el Teatro Cervantes.
Cada tema sigue, casi indefectiblemente, la misma estructura. Ethan Iverson presenta su particular deconstrucción del tema al piano mientras el contrabajo de Reid Anderson se limita a sostener con sencillas líneas. Por su parte, Dave King soporta el peso de la improvisación con una batería rockera y verborreica. No hay solos de contrabajo y poco se estira Iverson es sus espacios para la improvisación. También hubo composiciones propias, sirva Epistolary echoes, escrita por King, como una muestra de las más atractivas. Esta es la fórmula Bad Plus en pocas palabras. Una fórmula que parece funcionarles si nos atenemos a su larga trayectoria desde que aparecieran en escena (The Bad Plus, 2000) y a la aceptación del público, que en el caso del Cervantes llenó unos dos tercios del aforo.
Entre las virtudes del jazz se cuenta la capacidad de abarcar múltiples formas compositivas o de interpretación. Heterodoxia original escrita en su mismo ADN. No pretendo negociar si lo que hace The Bad Plus es más jazz, más rock o más pop. No me interesa poner etiquetas, pero sí opinar sobre el valor de las propuestas. Y yo, en esta, solo veo ejercicios rítmicos vacuos sobre arreglos poco reconfortantes. Habrá quien disienta, quien encuentre belleza, novedad y talento en la música de este trío; pero opiniones cada cual tiene la suya y a mi me toca escribir la mía. En el directo que nos ocupa, tampoco ayudó el sonido. La mano izquierda de Iverson se percibía a duras penas en un piano de frecuencias muy recortadas que convertieron un cola en algo parecido a un piano de pared. Tampoco había nitidez en muchos pasajes del contrabajo. Todo lo contrario que ocurría con la batería de King, demasiado presente en intensidad y volumen durante todo el concierto.
De pequeño, mis primos, mis hermanos y yo recogíamos los restos en los vasos para mezclarlos en un solo recipiente. Coca-cola, Fanta o cualquier otro líquido digerible que aportara algún color extraño al cocktail. Nos lo pasábamos pipa con el experimento. Las fórmulas daban resultados divertidos, todos mejunjes de color marrón más o menos desagradable. No había más que el entretenimiento del experimento en sí para aliviar el sopor de la sobremesa en las comidas familiares. A veces, alguno se atrevía a probar su creación y, haciendo mohines, llegaba a asegurar que no estaba tan malo. Los demás lo mirábamos incrédulos y alguno tragaba de otra pócima por ver a qué sabía aquello. Mezclar era divertido, y algunos mantenían que lo que contenía su vaso estaba bueno, pero no era así. En realidad era un mal experimento, y aquello estaba malo.
Reid Anderson, contrabajo
Ethan Iverson, piano
Dave King, batería