Dic 1 2012

Teatro Cervantes. 29/11/2012

raphael el pianista y el bateríaMaravilloso Raphael, maravilloso.

Texto: Carlos Guerrrero | Fotos: Daniel Pérez/TC

Cuando durante un concierto el público está mas tiempo en pie que sentado en su localidad es que algo grande pasa. El Teatro Cervantes vistió sus mejores galas para albergar cinco noches (cinco) a Raphael, con Raphael, para Raphael, por Raphael y de Raphael. Pocos artistas se atreverían a tal envite.

Raphael en el Teatro CervantesUn plató de televisión se adueñó de las tablas de la plaza malagueña con una iluminación espectacular, escaleras dobles hacia un escenario en podio y proyecciones de fondo acompasadas con la música, un piano de cola en el centro, bajo y guitarra a un lado y teclados al otro.

El fervor de los incondicionales era un rugido en la sala hasta que por megafonía se anunció: “Raphael, al escenario”; sin embargo, en su lugar aparecieron los componentes de la banda que mediante una intro atmosférica sobre los acordes de “Estoy aquí” enlazaron con “Mi gran noche” (como se demostró a la postre) para que entrara la estrella. Con tan sólo poner un pie sobre el escenario, el cantante desató las pasión desbocada de sus fieles que desde 2008 no veían al Linarense en directo por estas tierras (con la excepción de su reciente aparición acompañado de piano sólo en Starlite). Si algún viandante ajeno a lo que allí acontecía hubiera entrado en la sala habría pensado que era el final del concierto por la efusividad de los aplausos y los vítores, nada más lejos de la realidad, pues el espectáculo no había hecho más que comenzar.

espectacular imagen de raphael en el proscenio y el teatro a reventar todo el mundo aplaudiendo a rabiarLo mejor de mi vida”, comienza con un Raphael blanco e inocente, coartado por la censura, repasando temas pop como “Casi, casi” o “Todas las chicas me gustan”; continúa con la presentación de su último trabajo discográfico, “El reencuentro”, y las “Joyas de la corona” de su matrimonio con Manuel Alejandro, “mi compositor fetiche” en palabras del propio cantante; viaja a Latinoamérica flirteando con el tango de la mano de Gardel, y termina con sus himnos “Escándalo”, “¿Qué sabe nadie?”, “Balada triste de trompeta” o “Como yo te amo”.

Raphael en el escenario del Teatro Cervantes a contraluzRaphael, con casi 70 primaveras, cuajó un concierto de cerca de tres horas de duración sin apenas pausa entre canción y canción. Su interpretación estuvo colmada de alardes vocales y dramáticos: reídos, llorados, bailados, en definitiva vividos y marcados con su sello único. La primera hora pasó como un rayo con canciones premeditadamente cortas para dar ritmo a la noche. Después vendrían momentos de calma en los que el cantante se hizo acompañar por tan sólo el piano o la guitarra –se mostró aquí el Raphael más cercano, íntimo y arrabalero− para finalmente vaciarse en un cierre apoteósico. Estuvo cercano con el público y, a su vez, el público no paró de darle muestras de cariño con gritos de “Raphael, eres el mejor” o “tú si que vales”. Destacaremos por su emotividad y acierto el momento en que mediado el concierto el artista interpretó “Volver” en un bello dueto con la voz de Gardel sacada de las ondas de una radio de los años 30. También gustó la interpretación de “Pobre payaso” con la proyección del vídeo que un joven y circense Raphael grabara en un primerísimo plano años ha. Reseñable fue la entrega del público en “Maravilloso corazón” cantando a pleno pulmón los coros. Y en otro momento impagable, el cantante dejó a un lado el micrófono para dar cumplida cuenta del chorro de voz bien atemperada que aún conserva y dedicar al respetable algunos versos.

La banda estuvo de diez, perfectamente engranada bajo la dirección de Juan Pietranera al piano. Perdonaremos por todo lo ya expuesto el cansino eco añejo de la voz que, dicho sea de paso, sobresalía a veces en exceso del resto de la música. "Pecata minuta".

Rondaba ya la medianoche cuando tras la enésima reaparición en el escenario Raphael nos invitó entre risas a abandonar la sala con un simpático: “Que digo yo, que ya nos podemos ir, ¿no?”. Dicho y hecho, el público satisfecho y obediente se marchó a casa para saborear el regusto de la noche vivida durante la madrugada incipiente.

Maravilloso Raphael, maravilloso.

rapahel incitando al público a cantar indicando du oreja


Raphael, voz
Juan Pietranera, piano
David Pérez, teclado
Ezequiel Navas, batería
Javier Muñoz, bajo
Juan Guevar, guitarrista


 

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