Texto: Quique Jiménez | Fotos:web
El teatro lleno de un festivo público gay- friendly (más gay que friendly, cosa totalmente de esperar en un concierto de esta artista), disfraces de época incluidos y ejército de fans espectantes ante la aparición de la diva: esa noche, el concierto de Mónica Naranjo, prometía no dejar indiferente a nadie.
Y, efectivamente, la cantante apareció, no sobre el escenario sino por la entrada principal del patio de butacas, en una sorprendente (y algo impostada) Lágrimas de escarcha, primer tema programado del espectáculo, que no defraudó a sus fieles, que la aclamaron con sus vítores. Le siguieron los temas: Miedo, Mi vida por un hombre y Para siempre, donde el torrente de voz que esta artista maneja, con el acompañamiento de un expresivo piano, se expandieron por todo el patio de butacas.
Tampoco su espectáculo defraudó en su conjunto. Lo que Mónica Naranjo ofreció en el Cervantes fue, en esta ocasión, una representación teatral con canciones, como una especie de musical de off-Broadway con pocos medios en escena pero compensados con grandes dosis de humor y profesionalidad. La cantante derrocha tablas sobre el escenario y supo enaltecer a su público incondicional, al que ella maneja a su antojo, y que está mas que dispuesto a aplaudir todos sus guiños y a piropearla sin descanso. Realmente se sentía cómoda en su papel de diva -cosa que es parte de la ironía del montaje teatral- creado para su lucimiento personal en escena.
A destacar el personaje del maestro de ceremonias, el Director Óscar Dorian, que llevaba en gran parte el peso escénico del montaje. Muy divertido en su papel de selección de público y de organizador de entradas a escena de la diva. También a destacar los divertidos personajes de Marta Vegas, La rubia Blondie, y de Gilbert Yañez, El polvitos como ayudantes de la diva.
Madame Noir está dividido en cuatro partes; la colaboración del público es fundamental en tres de ellas, de ahí los disfraces en el patio de butacas; el espectáculo se nutre de espectadores que representan a tres personajes que interviente e improvisan en directo: la cámara, la admiradora y el paparazzi. Estas interactuaciones fuéron muy celebradas por el público.
Y durante esta divertida farsa, temas muy dramáticos e intensos, interpretados por la Diva Madame Noir, acompañada al piano por el Maestro bohemio Pepe Herrero, totalmente compaginado con la cantante, que hace alarde de gran maestría en las interpretaciones. Realmente hubo “feeling”en cada tema interpretado esa noche . El espiritu de Mina (y no me refiero a Mina Harker, amada de Drácula, sino a la Mazzini, la gran diva de la canción italiana) flotó sobre el patio de butacas. Ya sabemos que Mónica es una gran admiradora de la cantante de Cremona, y no lo disimula nada: tras un memorable y magistral E poi. un espléndido Ahora, ahora y un sentido Cry me a river, la emoción corrió a raudales. La cantante había recuperado toda su potencia vocal para entonces, y no dejó de emocionar hasta el fin. Ya en la recta final, Insensatez, Balada para mi muerte, éxito de Mina y Astor Piazzola, un enorme momento musical que nos dejó paralizados y un Nessun Dorma, para mi gusto totalmente anacrónico, con el único fin de demostrar las facultades pulmonares de Mónica, (que los dioses me perdonen, pero la Ópera es la Ópera..), terminaron con un melodramático acto final. Buen espectáculo, intimista y con guiños varios, a la vez que divertido, que,repito, no defraudó a nadie. Recomendable.
Madame noir
Mónica Naranjo, voz
Pepe Herrero, piano