Music has no limits en el Cervantes

Es difícil conocer cuántas canciones se estrenan todos los años en las emisoras de radio alrededor del mundo, pero lo que es cierto que son muy pocas las que son elegidas para convertirse en el olimpo de los himnos sonoros. Después de triunfar en ciudades como Nueva York, Miami, Madrid, México, Milán y Barcelona, llega a Málaga Music has no limits espectáculo creado por el granadino Deparamo (sobrenombre de Miguel de Páramo), un espectáculo y que fusiona los grandes éxitos de la música desde los años 80 con un espectáculo lleno de música y color. No es una simple antología de éxitos de toda la vida, sino una actualización de todas las canciones que conocemos hacia los ritmos más actuales y pegadizos.

Antes del comienzo del espectáculo destacaban en el escenario el piano que ocuparía Deparamo como singular director de orquesta, varios pedestales, una batería y el par de ordenadores del deejay, preludio del eclecticismo musical que disfrutaría el público. Una soprano con un espectacular vestido rojo comenzó la fiesta musical con el aria O mio bambino caroy las notas sentidas del piano. Puccini dió paso a Sweet child o mine de Guns n Roses, con la segunda cantante femenina de la noche que también nos hizo deleitarnos con canciones como Someone like you de Adele y Children de Robert Miles. De pronto comenzó a tocar en el patio de butacas un saxofón, al que se terminarían incorporando otros instrumentos, con piezas tan dispares como la sonata para violoncello de Bach, Smooth Criminal de Michael Jackson o Conga de Miami Sound Machine. La música y las canciones estuvieron muy bien mezcladas en bloques que intentaron abarcar las mejores melodías de los años 80 (Bohemian rhapsody de Queen o Freed from Desire de Gala), 90 (Zombie de Cramberries), 2000 (Numb de Linkin Park o Empire State Of Mind de Alicia Keys) y los más actuales (Halo de Beyoncé o Titanium de Guetta).

El escenario del Cervantes estaba estructurado en tres partes: una inferior donde estaba el piano, una superior donde estaban los ordenadores del deejay, y unos pedestales en las esquinas que eran usados de manera indistinta por cantantes y músicos. Todos los músicos y cantantes actuaron con total profesionalidad, aunque los fallos eléctricos deslucieron algunas actuaciones y  proyecciones. El vestuario era bastante diverso, desde el post-apocaliptico emulando a Mad-Max, a la chaqueta de lentejuelas y la gorra del saxofonista que desentonaba con todo el espectáculo.

Más de una vez los músicos y cantantes animaban al público para que se levantara de sus asientos. Incluso cuando la electricidad falló en el escenario, el público puso la voz a la famosa canción de Robin Willians “Feel”. Era un gustazo ver como Deparamo coordinaba todo ese equipo, y pedía disculpas con algún que otro fallo técnico siempre excusable, porque es lo que tiene el confiar en la tecnología. Y la noche terminó de la mejor forma, con el himno atemporal Poem without words y un teatro Cervantes que despidió Music has not limits con una cerrada ovación.

Escribir un comentario