23/07/2015. Teatro Cervantes. Terral 2015.
Texto: José Antonio Triguero | Fotos: promocionales
En el tsunami eterno e incansable de la cosa ecléctico-escéptica de la cultura que nos ha tocado en suerte, hoy puede uno ir a cualquier Gran Teatro para asistir a un concierto como Break of Day de Sweet California; por ejemplo al coliseo de la ciudad, el Teatro Cervantes. Es una experiencia única, como comer buena comida del súper en un restaurante de lujo. Pero hay que comprender la idiosincrasia nativa a la hora de reproducir formatos y explotar fórmulas avaladas por el éxito no solo en otros lugares, sino también a lo largo de la historia, la corta historia moderna. Y de la música. Y saber “vendérselo” a las instituciones públicas.
Las girls bands, las bandas de chicas. Desde The Supremes o The Pointer Sisters, a las actuales coreanas Wonder Girls, hay un recorrido más que interesante en el que se incluyen bandas míticas del pop, los 90 soul-hiphoperos, las británicas, como las Spice Girls, las made in Usa como Pussycat Dolls, las rusas Tatu, etc, etc... y ahora, la versión española.
Las etiquetas son solo eso, etiquetas y tienen lo bueno y lo malo de las etiquetas. La música es el universo de las etiquetas y eso, por un lado, está bien porque te da información sobre qué se trata y subraya su singularidad, de ahí la variedad de etiquetas musicales. Pero etiquetar es también realzar un producto, apuntarse al carro, ser ecléctico-escéptico y el que paga tiene razón.
En este tipo de eventos, el verdadero protagonista es obviamente el público; el fenómeno de identificación que experimentan les lleva al grito, al llanto o a la risa con cada movimiento de las Sweet California. Para ellos fue una experiencia, además de única, excepcional. Y a gran parte les sirvió para entrar en un teatro por primera vez en su vida.
Un público bullicioso en el que resonaban las canciones de la girls band españolas y al que le faltó tener más cerca a sus ídolos, sin el foso de por medio. Hubo una lucha de poder de la banda musical con los espectadores, a ver quién lo petaba más. Creo que ganó la platea, aunque el piano y la batería pusieron decibelios a funcionar y lo pusieron dificil.
En realidad es así con toda la música en algún sentido. Claro que aquí estamos hablando de secuelas "quickly", que desembocan en versiones diferentes en cada país o cultura, aunque para este tipo de montajes Japón, China o Corea nos llevan la delantera, por no hablar de los británicos.
Aunque youtuberas, la Warner las ha armado con un potente acompañamiento sonoro de una banda compuesta por tres chicos, baterista, guitarra (aunque lamentablemente lo oímos poco) y teclados multitarea. El tono pop-country de canciones calcadas de Avril Lavigne o la frescura de canciones con Hey Miki han quedado oscurecidas por el contundente bajo sintético y los graves del bombo. Pero es cierto que queda todo más empacado y sólido. Para gestionar la desbordante descarga energética de los espectadores han elegido responder al fuego con más fuego. Así que es mejor que no te coja en medio de la batalla. El resultado inevitable es estridencia y sonido atronador.
No me extraña su éxito, ni tampoco el de Bisbal, Enrique Iglesias o Kate Perry. Seguirán los éxitos y habrá que rendirse a lo que se nos viene encima.
Break of day
Voces y guitarra: Sonia Gómez y Alba Reig
Voces y teclados: Rocío Cabrera
Guitarras eléctrica y acústica: Sergio Serradilla
Batería y percusión: Javier Antonio Martín
Teclados: Pablo Andrés Mastromanno
> duración 1.30 h. (s/i)
| Sin eventos |
