Abr 23 2019

Texto: María del Mar Fernández | Fotos: Promocionales

“El cine es una manera de contar cosas verdaderas a través de elementos artificiales”, Nuri Bilge Ceylan

Quizá sea sorpresa para muchos el saber que la industria cinematográfica producida en Turquía se está convirtiendo en los últimos años en una de las más importantes del mundo. Quizá si le preguntamos a nuestras madres o abuelas nos dirán que ellas son fieles seguidoras de series (o telenovelas) turcas como Fatmagül, Kara Sevda, Sila, Erkenci Kus (El pájaro soñador) o Mezcedir, por nombrar a algunas emitidas en España. Lo que desconoce el público español quizá, sea que esas novelas son vistas también por millones de personas en países de Sudamérica, Oriente Medio y Asia, y que sus protagonistas tienen millones de fans.

Hakan, El Protector, primera serie turca producida por Netflix

Pero no todo lo que se hace en Turquía son telenovelas. En el año 2018 hubo un salto cualitativo al producir Netflix para su plataforma internacional la serie de ficción Hakan, El Protector, cuya segunda temporada se emitirá a partir del próximo día 26 de abril. Esta serie, en la que un joven comerciante del Gran Bazar tiene que convertirse a la fuerza en héroe para defender Estambul, sorprende por su frescura, por ser algo diferente, a pesar de tener puntos débiles el guión, tanto en la historia como en los conflictos entre los personajes. Esa frescura tiene mucho que ver con una dirección ágil que mantiene la atención del espectador hasta el final, así como por las buenas interpretaciones de todo el reparto, destacando la de su protagonista, Çagatay Ulusoy, cuyo desparpajo hace de su personaje, Hakan, un ser entrañable. Otros puntos a favor de esta producción es que no abusa de efectos especiales hechos por ordenador como las norteamericanas, por lo que podemos disfrutar de decorados reales y disfrutar de todo el encanto de Estambul.

Çagatay Ulusoy

El protagonista de Hakan, El Protector, Çagatay Ulusoy, es solo un ejemplo de los buenos intérpretes que existen en Turquía. Como otros actores de éxito en su país, llegó a la actuación después de ganar el concurso al Mejor Modelo de Turquía cuando solo tenía 20 años. Sin haber dado ni una clase de interpretación, le ofrecieron el papel protagonista de la serie El secreto de Feriha, junto con Hazal Kaya. El secreto de Feriha ha sido una de las telenovelas turcas más exitosas a nivel mundial gracias al carisma de sus jóvenes protagonistas y se podrá ver pronto en España en el canal Nova. En tan solo ocho años de carrera, Çagatay Ulusoy ha sabido elegir personajes muy distintos entre sí a los que ha diferenciado no solo con detalles físicos, sino emocionales (vamos, lo que debería hacer un actor y no un copy/paste, que es a lo que nos acostumbran algunos película tras película). Por ahora, está desarrollando con sus decisiones una carrera sólida en constante progreso. Otro dato que demuestra su calidad es que él y su compañera Hazal Kayat son, a día de hoy, los únicos actores turcos fichados por la prestigiosa agencia de actores, United Talent, en Los Ángeles.

Compromiso social del cine turco

Hablaba de la frescura de la serie turca de Netflix Hakan, El Protector. Pero esa frescura también se extiende al resto de producciones —ya sean telenovelas, series o películas— hechas en los últimos años en este país. Y es que no debemos olvidar que no solo producen para exportar, sino que el principal público, el primer consumidor, es el autóctono. Por ese motivo, los nuevos directores, guionistas y actores son parte muy activa de la revolución cultural y social que lleva produciéndose en Turquía desde los años 90 y que tanto necesita el país para conseguir de una vez la integración en la Europa de la UE —siempre y cuando sus políticos estén en la misma línea de avances—. Es, pues, por esta compromiso del gremio cinematográfico con su sociedad por el que vemos en sus historias constantes críticas, por ejemplo, a las costumbres machistas, al maltrato a la mujer y a los animales, a la corrupción o a la doble moral. También se puede ver en ellas cómo la mujer accede al mercado laboral y a la universidad con naturalidad y cómo los protagonistas suelen vestir a la última moda (pocas son los personajes femeninos que salen con velo, cuando la realidad es que son muchas las que aún lo usan).

Entre estos profesionales comprometidos con mejorar su sociedad, se encuentran guionistas y directores de prestigio internacional. Ejemplo de ellos es Nuri Bilge Ceylan, ganador de varios premios en el Festival de Cannes como director, productor y guionista, entre estos, el Gran Premio del Jurado año 2002 por su película Uzak y la Palma de Oro a la mejor película extranjera por Winter Sleep, en el año 2014. Si buscamos a una mujer, encontramos a la franco-turca Deniz Gamce Ergüven, que representó a Francia en los Oscar del año 2018 con su película Mustang, retrato de cinco jóvenes musulmanas que sufren la opresión moral de una familia muy conservadora. Las obras de estos directores son poesía llevada a la imagen o como dice Nuri Bilge Ceylan: “El cine es una manera de contar cosas verdaderas a través de elementos artificiales”. A pesar de este reconocimiento internacional, son muchos los directores y guionistas turcos que deben ganarse la vida con la publicidad o la televisión, donde la producción es mayor.

Cuestiones a mejorar

Pero no es oro todo lo que reluce. Aún tienen que mejorar las duras condiciones laborales en las que trabajan, los medios técnicos, la caracterización y, sobre todo, la censura. Y es que en Turquía aún sigue existiendo censura. No existe libertad para mostrar escenas de sexo ni de desnudos femeninos y/o masculinos. Ellos están como nosotros antes de que muriese Franco. En este punto quiero decir algo que considero importante: si el desnudo no lo van a hacer de forma igualitaria hombre/mujer, sino totalmente parcial (solo mujeres), como podemos ver, por ejemplo, en Juego de Tronos, donde se utiliza el desnudo femenino y las escenas de sexo como reclamo para el público masculino, ¡mejor que sigan como hasta ahora! Porque ustedes, señores de la industria cinematográfica turca, tienen un tesoro que deben cuidar: son maestros en mantener la atención del público, en contar historias emotivas y emocionantes, y sobre todo en construir personajes a los que se les coge cariño o se les odia en un segundo. Ustedes no tienen complejos en contar historias de amor, ni en presumir de patrimonio cultural y natural —potenciando así el turismo de su país—, ni en utilizar para los papeles protagonistas a verdaderos Apolos y Afroditas. No. No tienen ningún complejo. Y por ellos, les felicito. ¡Ojo! Como sigan así, se pueden comer Hollywood en pocos años. Ustedes y los coreanos. Y si no, tiempo al tiempo.



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