Petit paysan. Cine Francés en el Albéniz.

18/10/2017. Cine Albéniz. 23 Festival de Cine Francés de Málaga.

Texto: Javier Rodríguez Barranco | Fotos Promocionales

Esto no es el Santo Job en Petit Paysan

Habida cuenta del cartel de Petit paysan (2017), de Hubert Charuel, que obtuvo el Premio a Mejor película en la última edición del Festival de Cine Francófono de Angulleme, uno podría pensar que este filme se relaciona o tiene algún vínculo con la afamada Vacas (1992), de Julio Medem, sobre todo porque el largometraje francés se inicia con una imagen onírica del protagonista rodeado de vacas en su dormitorio y en la cocina, pero nada más lejos de la realidad y para comprenderlo tan sólo necesitamos observar que la cinta del director vasco es marcadamente diacrónica, mientras que la del francés es sincrónica: se refiere a un episodio concreto en una granja concreta en un momento concreto, que además corresponde con el actual.

No hay guerras carlistas en la película de Charuel, sino que todo se plantea, se desarrolla y se resuelve dentro de un plano marcadamente intimista.

¿Reivindicación de la vida en el campo?

¿Regreso a los modos tradicionales de subsistencia del ser humano? ¿Sector primario de la economía? Pues sí, algo de todo eso hay en el largometraje que nos ocupa, pero a mí me gustaría llamar la atención sobre la fusión afectiva de Pierre, el treintañero protagonista del filme, con lo que podemos considerar la fuente de la vida, es decir, la leche. Desde luego, el primer alimento.

Todos tenemos un pasado y si se me permite un pellizco autobiográfico, los primeros recuerdos de mi vida se remontan a una casa de campo en un pueblo situado entre las provincias de Madrid y la Alcarria, donde la familia de mi madre tenía algunas vacas. Con las vacas convivía, a las vacas veía atravesar el zaguán de la casa cuando regresaban por la tarde, a las vacas veía ordeñar a Venancio, sentado siempre en un taburetito de madera de tres patas, y de esa leche, convenientemente hervida, bebía. Pero ni se me ocurrió en ese momento, ni lo había vislumbrado hasta ahora el componente lírico que puede haber en todo ello, según se nos muestra en la película de Charuel.
Luego ya crecí y me hice un chico urbano.

Un nivel absoluto de integración con el medio natural al que pertenece

Pero a lo que iba, porque lo más interesante, a mi parecer, de esta cinta no es que se nos muestre un ganadero que intenta ganarse, honradamente, por supuesto, la vida con la venta de leche, sino que destaca el nivel absoluto de integración de este chico con el medio natural al que pertenece. El origen de todo, la unión de hombres, animales, hierbas y tierra en un conjunto armónico.

El título en inglés, dista mucho de aproximarse a la verdadera esencia de la película, según es lugar común cuando se traducen libremente los nombres, pero sí es significativo de la historia que desencadena la película. Dice así Petit paysan en la lengua de Albión: Bloddy Milk, que se queda con lo externo, pero no con lo interno de este filme, pues el problema surge cuando una enfermedad ficticia que contraen las vacas deja rastros de sangre en su espalda y obliga a sacrificarlas.

En esta Europa nuestra, hemos tenido problemas de gripe aviar, peste porcina, vacas locas y algunas otras que quizá se me olvidan. Ése es el sustrato veterinario que hila las acciones de esta película, pero yo creo que hay que buscar una lectura que vaya más allá de la mera literalidad de las imágenes. Las autoridades sanitarias obligan a sacrificar la cabaña completa de la granja donde aparezca un simple caso de esa enfermedad, algo que ya por sí solo permite armar una buena película, pero pienso que debemos buscar en esa epidemia el referente adecuado para mostrar la integración de Pierre, ese pequeño campesino, magníficamente interpretado por Swann Arlaud, con los principios básicos de la naturaleza, con el fundamento de la vida.

Al fin y al cabo, “ternero” y “ternura” tienen la misma raíz etimológica.

Y Pierre no se resigna. Pierre luchará por salvar a sus vacas: no se trata del Santo Job, que agradece a Dios que le quite lo que antes le dio. Pierre se rebelará contra esa injusta plaga, porque le va en ello mucho más que una mera pérdida económica. Hay que buscarle un sentido a la vida y no basta con proclamar: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. ¡Bendito sea el Señor!”. Vamos, digo yo.

¿El final? Ah, sí, bueno. El final. Digamos que la película se cierra con un final abierto, valga el oxímoron. Realmente podría desvelarlo y eso no impediría disfrutar de esta excelente película, pero eso dejaría el final entreabierto. Prefiero que sea el propio espectador quien lo compruebe.

Petit paysan
Año: 2017
Duración: 90 min.
País: Francia
Director: Hubert Charuel
Guion: Hubert Charuel, Claude Le Pape
Fotografía: Sébastien Goepfert
Reparto: Swann Arlaud, Sara Giraudeau, Isabelle Candelier, Bouli Lanners,Valentin Lespinasse, Clément Bresson, Marc Barbe, Jean Charuel, India Hair,Julian Janeczko, Franc Bruneau, Jean Chauvelot, Géraldine Martineau,Jean-Paul Charuel, Sylvaine Charuel, Claude Le Pape
Productora: Domino Films / France 2 Cinema / Canal+ / France télévisions / OCS / CNC / Fondation GAN pour le Cinéma / Région Grand Est / Indéfilms 5
Género: Drama. Vida rural. Animales
Sinopsis: Pierre, tiene treinta años y es productor de leche. Su vida gira en torno a su granja, su hermana es veterinaria y sus padres antiguos dueños de la explotación. Cuando los primeros caso de una epidemia se declaran en Francia, Pierre descubre que uno de sus animales está infectado. No puede permitirse perder sus vacas. No tiene nada más y llega hasta el final para salvarlas

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