Dic 12 2020

Mank, David Fincher, Gary Oldman,Texto: Javier Titos García | Fotos: promocionales / web

El director estadounidense entrega una cinta soberbia que es, al mismo tiempo, oda al cine y crítica al funcionamiento de la industria de la época dorada en la que su protagonista, Herman Mankiewicz, paseó su arte y su figura alcoholizada por un Hollywood pretérito del que la mayoría de los espectadores actuales no saben casi nada.

Mank, David Fincher, Cuando hace un par de años se empezó a hablar de que Fincher preparaba una película basada en el proceso de producción de Ciudadano Kane, las noticias que recibíamos no iban del todo bien encaminadas. Y es que el artefacto audiovisual que ha parido el director se centra, sobre todo, sin ahondar en absoluto en la filmación de la obra maestra de Welles, en la figura del guionista Herman Mankiewicz, hermano del genial director Joseph Mankiewicz, y la trama se basa en el periplo que supuso para el guionista escribir el libreto de la que muchos consideran la mejor película de todos los tiempos, además de retratar los avatares del magnífico escritor años antes de encarar el proyecto.

Me resulta curioso, cuanto menos, que se pueda decir sin asomo de duda que una película es la mejor de la historia. Recuerdo las palabras del profesor de literatura de El Club de los Poetas Muertos, interpretado magistralmente por el desaparecido Robin Williams, cuando, en su primer día de clase, se mofaba de las tablas que proponía el libro de texto del exclusivo colegio para valorar si un poema era malo o bueno, alentando a sus discípulos a arrancar dichas páginas al considerarlas una aberración. ¿Qué hace que se considere a una película la mejor que se ha filmado nunca? Evidentemente hay elementos objetivos, y en el caso de la obra de Orson Welles está claro que sorprendió su técnica de rodaje, al combinar una serie de innovaciones que la convirtieron en una gran película que se sacó del sombrero un joven director de 25 años que además la interpretaba y participaba en la escritura del guion. Pero incluso así, Ciudadano Kane no fue la primera en utilizar estas técnicas, aunque sí la que las llevó al cine del Hollywood dorado. Hablamos por ejemplo del flashback como recurso, un método de narración muy poco utilizado hasta la llegada de la ópera prima de Orson Welles. Para recrear en la pantalla la historia del surgimiento y ocaso de un magnate de la prensa, basado en la figura del todopoderoso William Randolph Hearst,  se rodeó de algunos de los artistas más innovadores y reputados de la época, como el fotógrafo Gregg Toland, el músico Bernard Hermann, o algunos de sus colaboradores en el Mercury Theatre, como fue el caso de Joseph Cotten. Welles rompió la estructura lineal del relato que imperaba en la época y lo sustituyó por una circular. Desarrolló dos historias en paralelo, una de carácter cronológica, la investigación periodística, y la otra sincopada, los distintos momentos de la vida de Kane. Toland y Welles se pusieron el mundo por montera y fueron en contra de la tendencia en la forma de filmar de esos años. Así recurrieron a imágenes muy contrastadas, se apoyaron en planos con gran profundidad de campo, Mank, David Fincher, Gary Oldman,grandes angulares, prolongados planos secuencia, que fueron revolucionarios por su aporte estético, sin duda, al conjugarlos como lo hicieron; pero como he dicho antes no hicieron nada nuevo. Aparte de lo objetivo existe también lo puramente subjetivo, y a mí, por ejemplo, hay épocas en las que me parece que Sed de mal o El cuarto mandamiento son superiores por muchos motivos, una lista que sería larga de enumerar y que ahora no viene al caso. Ciudadano Kane fue una película maldita desde su estreno, que fracasó en taquilla y que solo consiguió un Oscar de los nueve a los que optaba, al mejor guion, que a la postre compartieron Welles, a regañadientes, y Mankiewicz, con sorna. Y ahí está el meollo de la cuestión de esta película… ¿Qué pasó entre el guionista alcohólico y maldito y el niño prodigio, como llamaban al joven Welles.

Podrán decir que la película es una mirada muy particular sobre lo que pasó, incluso que caricaturiza a algunos de los protagonistas: Hearst, L. B. Mayer y David O. Selznyck entre otros. Y es cierto, pero es que Fincher en ningún momento ha pretendido hacer un ejercicio historicista, sino desempolvar el guion que escribió su padre en los 90 para plasmar en un maravilloso blanco y negro, fotografiado en Hi Dinamic Range por Erik Messerschmidt, lo que pudo ser y no tenemos la certeza de que fue. De eso van muchas veces las películas que retratan la no ficción, de valerse de la ficción precisamente para llenar lagunas al gusto del guionista y del director, que para más inri en esta ocasión son padre e hijo.

Lo que me resulta terriblemente hipnótico y hermoso de la propuesta de Fincher es el tratamiento que da a la imagen y a los diálogos, el homenaje estético que hace a Ciudadano Kane usando los recursos que se emplearon en la película de Welles para, sin decir absolutamente nada de su rodaje, imbuirnos de esa atmósfera cinematográfica tan particular. Igualmente, el trabajo de Trent Reznor y Atticus Ross con la banda sonora está en el mismo orden de elegía y reconocimiento a la música fílmica de una época. Son fantásticos los flash backs, las presentaciones de las secuencias como si de las páginas de un guion se trataran, las luces fuera para las elipsis y las transiciones, y esos maravillosos y evocadores fundidos a negro. Hay secuencias que son una delicia, como la del conteo de votos en la reunión del Partido Republicano de California en el Club Trocadero, uno de los homenajes cinematográficos más bellos que un servidor haya podido disfrutar. También en las que aparece el montador Irving G. Tahlberg, o el diálogo en plano secuencia entre Mankiewicz y Marion Davies por los jardines de la mansión de Hearst.Mank, David Fincher, Gary Oldman,

El reparto está soberbio, capitaneado por un Gary Oldman que camina con paso firme a por su segunda estatuilla, resultando más sobrio y menos esperpéntico de lo que nos tiene acostumbrados. Su trabajo en la piel del genial guionista es de los que dejan huella, por entregado, por deliciosamente bien trabajado. También destaca la interpretación de Amanda Seyfred dando vida a Marion Davies, aportando inteligencia y elegancia a una figura que fue vapuleada en la película original, dejando claro que puede que no fuera una gran actriz, pero sí una persona con la cabeza muy bien amueblada. El retrato psicológico de ambos personajes es de sobresaliente. Y entre todo el resto del elenco me gustaría destacar el trabajo de Tom Burke como Orson Welles; lo escuchas hablar y es como escuchar hablar a Wells. (Por el amor de Dios, véanla en versión original).

En Mank, Fincher demuestra Inteligencia, conocimiento cinematográfico, sensibilidad, y se aventura en lo que pudo pasar sin miedo a retar el discurso de la leyenda original. De hecho, en su radiografía audiovisual Welles sale mal parado, y prefiere destacar la figura de Mankiewicz, de su sentido de la justicia al enfrentarse a las fake news que los magnates de Hollywood usaron contra los políticos progresistas de la época, así como sus demonios personales, dotándolo del aura del antihéroe clásico. Es un retrato de los grandes estudios que en gran parte estuvieron al servicio de Randolh Hearst; de los guionistas, personajes inteligentes, ácidos, que se me antoja un hermoso homenaje a la figura del padre de Fincher.

Netflix juega la mano de póker del prestigio, como ya hizo en su momento con Roma y El Irlandés, en su intento por consolidar su peso en la nueva realidad de un negocio que ha cambiado para siempre. Si nada se tuerce, Mank rascará varias estatuillas en los Oscars, y mientras los directores de Warner se rebelan contra la productora por decidir estrenar en 2021 simultáneamente, en streaming para HBO MAX y en cines, su catálogo de novedades sin haber consultado ni si quiera a los productores, Netflix ofrece, a quien quiera cogerlos, su dinero y su plataforma de entretenimiento dejando relativa libertad de movimientos a sus creativos, sin sorpresas desagradables, porque quien rueda para Netflix sabe lo que hay, al menos por ahora. Lo tomas o lo dejas.

Mank, David Fincher, Gary Oldman,

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