Jun 6 2014

Fragmento de la obraEntre los restos, el mensaje

Texto: José Antonio Martín Santos. Imágenes: cortesía de Galería Taller de Grabado Gravura

Dentro de pocos días, el 27 de Junio, Gravura cierra la exposición de Alba Blanco que bajo el título Cuentos para McLuhan lleva abierta desde el 16 de Mayo. Alba Blanco, que tiene simultáneamente obra en GACMA, #Under 35 y en el CAC, Malaga Crea, ha presentado en esta ocasión una obra, fotografía, vídeo y textos, cristalina. Y por tanto refringente.

I.

Soledad. Una pelota de juegos infantil olvidada. Árboles. Una pasarela de madera inútil y rota. Tierras secas. Atardeceres. Amaneceres. Una vieja carretera con cicatrices. Ausencia. Los paisajes de Alba Blanco en Cuentos para McLuhan.

Los paisajes tienen rastros de presencia humana. Son espacios naturales solitarios, abandonados. Si nos centramos en las imágenes que nos presenta Alba siempre encontraremos la presencia humana, la huella, el vestigio que deja alguien, o por mejor decir las trazas, los restos  de la presencia humana cruzados con el paso del tiempo. Un mismo tiempo que deja efectos distintos en la naturaleza y en la huella humana sobre esa naturaleza. Nada en la naturaleza que nos rodea es enteramente natural, Nada es ajeno a la huella humana.

Y siempre bajo estas imágenes la letra picuda de Alba Blanco. Textos casi incomprensibles porque parecen caligrafiados por un estudiante que escribe al dictado de un profesor. Letra de ella para ella. Textos que por su ubicación en la obra parecerían ser un desarrollo de la imagen. Pero no lo son.

II.

Alba Blanco mostró en Desterritorios fotografías  que parecían páginas de una agenda de trabajo, hojas de un cuaderno de campo. Ahora en Cuentos para McLuhan parece haber construido un cuaderno de campo.

Un creador desarrolla un texto, o dibuja una imagen. Anota ideas. Dibuja detalles. Crea relaciones entre los textos y las imágenes. Elabora un mapa de conceptos. Pasa la página y empieza con otra idea, heredera de la anterior o nueva. Un nuevo punto de vista. Comienza de nuevo el proceso. Así hoja tras hoja, crea un cuaderno o diario de campo que contiene los elementos de un proyecto, o quizás la observación de una realidad presente ante sus ojos. Lo que presenciaremos nosotros, público curioso, poco tiene que ver en apariencia con esas páginas del libro de campo. Este permanece por lo común oculto.

El otro McLuhan. Texto e imagen de Alba Blanco.
Marshall McLuhan se encontraba postrado en la cama sintiéndose mal de salud cuando reparó en una enorme mancha en el techo de su dormitorio. Aquélla era una mancha familiar y estética. Poco a poco, según la contemplaba, fue identificando una composición perfecta en el techo, con contrapesos ubicados inteligentemente en el lado opuesto del punto de máximo interés de la mancha, que parecía colocado exactamente en la sección áurea del plano. Marshall quiso trazar una espiral mentalmente para comprobar si verdaderamente la sección áurea se había aplicado o por el contrario se trataba de la simple regla de los tercios. Estiró un brazo con mucho trabajo. En ese momento se dio cuenta de que la mancha también se movía intentando trazar una espiral sobre el lecho.
La mancha era igual que él. Tenía extremidades, cabeza y hasta barba. "¡Rediós!", exclamó McLuhan mientras lloraba de emoción. Y no era para menos. Aquel hombre igual a él había estado siempre en su techo, vigilándole. O lo que es peor, imitando todos sus movimientos, roncando como él lo hacía, leyendo lo que él leía, haciendo el amor con las mismas mujeres que habían frecuentado su cama... Una vida simétrica. Quizá simplemente llevara una vida paralela a la suya, paralela pero mejor. No podía vivir con aquel intruso; tal vez se debía tan solo a un molesto trastorno bipolar. "Esto es lo típico", se dijo incorporándose de un salto cuando decidió solucionar el problema. Ambos McLuhans cayeron, uno al suelo y otro al techo, noqueados por el intenso golpe en la cabeza.
El texto acompaña a la fotografía El otro McLuhan.

Si el auténtico Marshal McLuhan miraba manchas desde su cama lo ignoro. Pero se que quién escribió ese texto, no era, ni siquiera imaginariamente McLuhan. Alba escribió el texto y creó un decorado fotográfico para esconder un mensaje. ¿Qué mensaje? ¿Quizás el balón infantil lo esconda? ¿Qué se esconde tras el texto? ¿Qué se esconde tras la fotografía? Dice Alba Blanco en la presentación: Entre los restos, el mensaje. Los “Cuentos para Mc Luhan” son mensajes escritos en un móvil o en un ordenador. Igual que la imagen extensiones de la persona.

III.

Recuerdo, en una conversación larga, como Alba hablaba del panóptismo como elemento de reflexión para su próximo trabajo (que fue los “Cubos Bibliográficos”). El panoptismo, creado por Bentham, fue un movimiento de diseño carcelario donde se aspiraba a la observación de los prisioneros por los guardianes sin que aquellos fueran conscientes de ser observados. La mirada exterior y su control  sobre nuestros actos.

.......  uno de los comensales era transparente. No invisible, transparente...se acercó al hombre y le preguntó......  cómo llevaba aquello de la transparencia. A lo que el tipo contestó que tenía sus ventajas e inconvenientes, como todo. Él, claro, que de un tiempo a esta parte se había vuelto multivisible, con las prolongaciones de sus redes sociales conectándolo con tantos otros lugares, con sus dispositivos móviles iluminándolo ........ Juan Jacinto Muñoz Rengel El libro de los pequeños milagros. Pag. 41. Ed. Páginas de espuma. Madrid 2013.

El anterior trabajo de Alba en Gravura, "Cubos Bibliográficos",  simultaneaba  imágenes y textos integrados en una pieza: un cubo transparente. En las imágenes de los distintos cubos podíamos ver a Alba, su estudio, su silla-totem, sus lecturas (textos de Deleuze, Evgueni Zamiatin, Ádám Bodor, Foucault y  Cortés). En definitiva Alba en sus espacios vitales (en algunos de ellos).

IV.

En este trabajo, aparente libro de campo, han desaparecido los textos de terceros y aparecen los textos propios: las referencias ensayísticas se sustituyen por ficción narrativa. El espacio dramático del estudio se intercambia con el espacio natural. Pero el espacio está hollado por nosotros. Huellas. Manchas.

Imagen y escritura. Energía híbridas que se potencian. Y en ambas el vector que guía la mirada va de dentro hacia fuera.

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