20/03/2017. XX Festival Cine de Málaga. Cine en Español. Sección Oficial a Concurso. Zonacine
Texto: Rosa Parra | Fotos: Charo Guerrero y Pipo Fernandez (rueda de prensa y posado)
Llueven vacas es una onírica metáfora conceptual sobre las relaciones del maltrato machista en la pareja, filmada en un ambiente nada onírico y sí muy doméstico y cotidiano.
Es lo primero que me ha llamado la atención de la película, esa disparidad entre lo onírico y metafórico del lenguaje, frente a lo cotidiano, casi prosaico del escenario donde ocurre. Toda una construcción verbal absurda se sustenta sobre un andamiaje visual doméstico, muy cotidiano. Los personajes de la trama, son una pareja que muestran la evolución de su relación tóxica desde los inicios hasta el final, pasando por una serie de momentos estelares en su situación de dominador y dominada, de dependencia mutua. El asesino necesita una víctima para sentirse poderoso, la víctima… ¿qué se necesita para ser víctima? Por lo que muestra el director Fran Arráez en su cinta, basada en un texto teatral de Carlos Be, es que no se necesita nada, solo ser mujer…y nacer dentro de una sociedad patriarcal y machista. Por ello, sustentado en esta creencia, ha elegido a seis parejas de actores y actrices para representar a la misma pareja en los seis momentos elegidos de su relación insana. Porque da igual de quienes se trate, el juego terrible siempre es el mismo, los personajes se repiten en las diferentes pareja, solo a la mujer le permite el director ser diferente, porque ella conserva su idiosincrasia personal al principio. El maltratador, en cambio, siempre está cortado por el mismo patrón.
Como digo la palabra es el hilo conductor que le susurra directamente al oído de la inconsciencia del espectador o espectadora y que le ayuda a hacer un clic de descompresión en su cerebro, entendiendo de golpe sin entender y sabiendo sin saber. El diálogo metafórico abre como una vía nueva de conexión entre la parte racional y la parte subconsciente de la persona que visualiza la película. De repente no hace falta que te expliquen nada, la sinapsis neuronal ha realizado eficientemente su labor. Se ha abierto una puerta, que comunica ambos hemisferios y a la vez lo consciente con lo inconsciente; esa puerta te avisa del peligro y te ayuda a no caer en situaciones que te pueden abocar a la puerta del infierno, cuando no a caer directamente en él. De repente sabes qué tipos de hombres machistas conoces, sabes de que va su juego, distingues sus manejos para anular la voluntad y la capacidad crítica de una mujer, de hacerle lo blanco negro, de desorientarla negando evidencias, de hacerla parecer torpe y estúpida, de erigirse en el ser todopoderoso que lo hace todo por su bien, el que decide qué maquillaje le va, y qué ropas no puede ponerse, el que no ha cocinado nunca, pero sin embargo le dice cómo cocinar, el que nunca está en casa pero sin embargo le predica el cómo evitar peligros no saliendo del domicilio, el que se deja servir como haciéndole a ella el regalo de su vida, el que todo lo sabe y nunca se equivoca, el que le explica lo más nimio, porque no es capaz de entenderlo, el que la besa y la achucha solo cuando él lo necesita sin tener en cuenta las necesidades de su pareja, el que ridiculiza sus deseos, los hace pequeños o sucios.
La concepción teatral de la historia imagino que tiene que ver con el guion, escrito originariamente para el teatro. El guion se deja desmadejar de forma teatral, nada cinematográfica, lo que se refleja en cada secuencia, en la puesta en escena y en los planos medios y cortos. Esta concepción nada habitual en el cine, ayuda al público a acercarse a los personajes, a leerles los ojos, a adivinar por donde van a salir, mucho antes de que salgan, e incluso antes de que ellos mismos sepan por dónde van a salir. Un hurra por el montador o montadora de la cinta.
La película está muy bien construida, no deja nada al azar, todos los elementos de atrezo o vestuario que se utilizan tiene un simbolismo: el delantal, el collarcito de perlas, las uñas rojas, el vestidito recatado, el sonido casi constante de la lluvia, el espejo...
Precisamente la secuencia repetida del espejo me parece un acierto para hilvanar a las diferentes escenas y parejas. Ya que estamos hablando de teatro y vida, es el hito perfecto para avisarnos de que hemos cambiado de acto y de que entra otra pareja a escena. A través del espejo, alguna vez aprenderemos que la sociedad debe ser igualitaria para que sea sana y progresista, para que pueda evolucionar positivamente, el espejo nos obliga a mirar y a reconocernos, a sentirnos repetidos e iguales. Nos recuerda que formamos una misma esencia. Nos avisa de que nuestro reflejo debe perdurar, que negar nuestras libertades y eludir nuestras responsabilidades solo nos lleva a perder de vista nuestra imagen limpia del espejo, que en nuestras manos está que el espejo no se enturbie, alejándonos de los hombres machistas, sin mirar para otro lado, pero consiguiendo que sean ellos los aislados y no sus mujeres, ayudando a que los otros hombres también los reconozcan y se diferencien de ellos con sus actos y sus palabras, que también se alejen y no les rían las gracias. En nuestras manos está acabar con esta lacra, que a su vez acabaría con el bullying, con el acoso, con la homofobia, con la falta de ética y la desigualdad en cualquier nivel.
Destacar la descarnada interpretación de todos los actores y actrices de la película, que están de Goya. Han logrado que su parte de diálogo, con un texto tan difícil de hacer real, sea asumido por el público como cotidiano, y lo han llevado a las vísceras, imagino que buceando dentro de sí, para conseguir dar credibilidad a las secuencias tan duras, a pesar de que no se ve ni una gota de sangre, y de que la agresividad está velada detrás del tono conciliador y la elipsis argumental. Sus miradas, sus gestos han puesto la piel de gallina a las personas asistentes
El equipo técnico de la película, así como los artistas que la protagonizan han optado, valientemente en el contenido y en las formas, por evidenciar este terrorismo doméstico, en repudiarlo abiertamente mostrándolo tan crudo y terrible como es, en memoria de las víctimas.
Reparto (por orden de aparición): Maribel Verdú y Víctor Clavijo; Laia Marull y Secun de la Rosa; Gloria Muñoz y Pedro Miguel Martínez; María Barranco y Asier Etxeandia; Mónica Regueiro y Sergio Peris-Mencheta; Gemma Charines y Eduardo Noriega.
Director: Fran Arráez
Guión: Carlos Be
Duración: 75 minutos.
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