Sep 25 2014

Caja de lucesHasta el 15 de noviembre. Galería JM.

Texto: Alba Blanco Tomás. Imágenes: Laura Brinkmann

Laura Brinkmann y el tiempo detenido

Laura juega con la luz y las sombras. Capta siempre imágenes con una aparente neutralidad, en las que a lo largo de los años uno va descubriendo un tono íntimo y muchas veces melancólico.

Recuerdo sus fotografías de doble exposición, de la fábrica abandonada, las secuencias de humo, los invernaderos, los dólmenes. Huellas humanas. Hace un par de años Laura las abandona para centrarse en la naturaleza, primero volviendo a los invernaderos, y luego, en su propio espacio. La huella es ahora luz en la fotografía. Más íntima si cabe. Esto ocurre al ver sus trabajos de La luz también se pudre, exposición que puede visitarse estos días en la Galería Javier Marín, en Málaga. A primera vista, piezas casi abstractas. Estratos de naturaleza. Puntos de luz en la oscuridad. Te acercas y descubres el pájaro muerto. Hojas secas. Fotografías del tiempo detenido en el jardín de los Brinkmann.

Estudio de la naturaleza. Pájaro. Laura Brinkmann.

Nuestros hijos juegan entre sol y sombra, bajo los árboles. El hijo de Laura es más pequeño y aún no se lanza a la alberca. Mi hijo está nadando. Laura y yo hablamos de nuestros proyectos. Habré estado mil veces en su casa, un terreno fotogénico en todos sus rincones. Dentro de la galería hay otro pequeño jardín: el de los ojos de Laura. Así que ante todo es una experiencia curiosa, pues conozco los elementos, pero la manera es otra. Ella ordena los recuerdos, que no son objetos humanos, sino elementos naturales, unos vivos y otros muertos, acotados por los cuatro segmentos y la bidimensionalidad inherente al medio. Secuencias marcadas por la luz, que de modo sutil, muestran un paso del tiempo sosegado. La materia también está presente de manera corpórea en sus piezas con bisagras, como libros abiertos o muestrarios de tierras, semillas y plantas. Materia que se enfrenta a su representación fija o en movimiento. Bajamos las escaleras. La estancia se ilumina ahora con las propias fotografías. La pieza Clave de luces y sombras, una gran caja impecable que contiene el políptico de los estratos verdosos con manchas de contornos de árboles que se proyectan en la superficie que, bajo la mugre de musgo, era blanca. Y al fondo de la sala, veo murciélagos. Quizá nadie más los ve. Los miro de cerca. Proyecciones sobre bambú, que parecen murciélagos contingentes de una naturaleza móvil que cuelga. Y arriba de nuevo, el misterio: espacio en negro y un foco que moldea los elementos para ser fotografías. La muerte de un pájaro o de las hojas, que al igual que las marcas que va dejando el agua al borde de la alberca, nos hablan de la inexorabilidad del paso del tiempo que, por otra parte, es un ciclo que se repite siempre aunque sujetos y objetos sean otros.

Estudio de la naturaleza. Hojas de bambú.

Quizá la Laura que miró tantas veces el jardín es ahora un niño que juega con la tierra y recopila hojas en el mismo bosque. Un espacio que ha ido acumulando huellas durante años, y que de nuevo ella descubre con su hijo. 30 años después Laura Brinkmann construye otros recuerdos en los que, irremediablemente, siempre habrá fotografías.


Títulos de las fotos:

Cabecera: Clave de luces y sombras

Hojas: Estudio de la naturaleza. Hojas de bambú

Pájaros: Estudio de la naturaleza: pájaro

Datos de la exposición:
Lugar. Galería JM (Duquesa de parcent, 12).
Fecha. Hasta el 15 de noviembre. Mañanas de lunes a sábados de 11.00 a 14.00 horas; tardes de lunes a viernes de 17.30 a 20.30 horas.

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