Teatro Cánovas. Hasta el 08/12/2012
Arte en Bandeja, ambrosía en envase pequeñoTexto y fotos: Miguel Ángel Barba (excepto izq)
La exposición "Arte en Bandeja (El objeto no es su función)" de Mati Moreno logra mover resortes dentro del observador aquejado de esa dolencia tan escasa como importante que es la sensibilidad. Por ello me he visto impelido a rehuir la escritura típica tópica en la que se remeda de mejor o peor forma lo que suelen decir los catálogos y folletos que hay que decir. Y he decidido que puestos a remedar que mejor que remedarme a mi mismo...
Un paseo sin asir de la mano el minutero. Siendo capaz de reconocer la belleza que se muestra impúdica y lisonjera. Miradas de celulosa. Mariposas de algodón dulce.
Un paseo conversador. Sin ser eco y resonancia de la presión sanguínea. Reconociendo la poesía que subyace; agazapada tras del cartón blanqueado, tras cada pliegue en cada esquina como en el bies de una enagua.
Un paseo taciturno y ocioso. Haciendo uso de cuantos sentidos nos reclama la atención. Un paseo sorpresivo de la zónula. Mascullando va el cristalino y, en estas que las leyes humanas se consumen bajo el pie de la creación: ¡No se lo puede creer ni la retina!
La celulosa modificada por manos etéreas, muestra lo que pudo ser y no fue, el objeto que ya no es. Como lino adulterado, la esencia que quiso y no pudo, tras las dúctiles modificaciones emerge arrebatándonos la contemplación del color original que ya no es porque ahora es absoluta otredad.
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La cosificación ha dado paso a esa otredad, terca y redundada. Con precisión descreída, una artista de la confusión nos muestra cosas que ya no lo son, y vemos ilusiones recién paridas que antes no eran pero que ahora son lo que queramos.
Y todo gracias a la pericia de tanatopractor de la dichosa artista, insatisfecha por la frugalidad de los objetos que no son lo que parecen. Son lo queramos que sean.
Y por ello, ella se rebela.
Mati acaba de sacar, de una de mis últimas neuronas infantiles activas, toda mi colección de cromos. Y las estampitas han volado por las paredes como mariposas desorganizadas en una colección que ha estallado en mil colores. Hay ocelos esparcidos entre marcos y cristales, como escamas de alas. Y sus retazos, que ahora penden de tabiques, me han traído de vuelta y me han colgado en las paredes. Y siento. Y pienso...
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En cada reflexión siempre, para soñar hay un rincón. En cada canción siempre, hay una nota que reinterpretar.
La creación no es estática, algo inerte que duerme en el cajón, como a la espera de que te armes de papel o cartón y dispares el pegamento.
O... asido al instrumento, a las tijeras o al texto, dar a la imaginación rienda... suelta, ¡suelta!... ¡¡Suelta!!.
No. No espera. Mana constante de la freática consciencia escapada del tálamo inconsciente.
La creación de Arte en Bandeja es como el sesgo en un discurso de ondas en el agua: ¿ilimitado o inexistente?. Su oblicuidad obliga a sentirse tangente y, tras varios paseos, sentir esa comunión de sensaciones, como en una isostasia planetaria, pero en nuestros microcosmos personales e intransferibles.
¡¡ Dádme un rincón para depositarme ...Y ser !!
Pero al fin y al cabo, con toda la seguridad que nos da nuestra propia ignorancia de lo que suele, la mayoría prorrogaremos nuestra inocua existencia ciudadana, después de haber dejado algunos de nuestros pedacitos colgados de bandejitas de fiesta infantil.
Uno se siente como abducido por los remanentes de una repostería transformada y sus vestigios lisonjeramente expuestos.
Gracias Mati, invítanos a la próxima.
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