Oct 28 2011

Fuerte presencia de un artista

Museo Picasso de Málaga 17/10/2011 - 05/02/12

Alberto Giacometti. Una retrospectiva.

Texto: Jose Manuel López Gaona | Fotos: Web (Varias)

Mucho se ha escrito y publicado sobre el Giacometti escultor. En la exposición del Picasso tenemos una esplendida muestra de su genio. Descubrí su obra allá por el 76 y me quedé impresionado; el arte tiene esas cosas, sobre todo cuando es puro. Y lo es cuando pierde la carga simbólica del tiempo –Velazquez retrató a cardenales y puede que los herejes, por la carga simbólica, no pudieran apreciar ese arte en su tiempo-.

una obra pictórica del autor Hoy si podemos apreciar aquel arte, sin ruidos del acontecer inmediato. Otro arte puro es el que nace cuando una persona juega con los cánones y los sobrepasa, y a la vez no le quita su sentido.

Digo todo esto porque quiero escribir solo del Giacometti pintor. De eso solo. Su pintura es muy interesante. A veces con 4 líneas crea una situación y un ambiente, que es lo único que le interesa. Todo es tan coherente –tan interiorizada tiene la técnica- que no notas que en realidad en sus cuadros existe mezcla, juntura o incorporación de varias cosas: color, perspectiva, distribución… Y surge algo que es superior a las partes que lo componen. Es un plato donde no puedes reconocer sus ingredientes, solo sabes (de sabor) que algo especial está sucediendo en tu paladar.

La exposición nos muestra a un Giacometti a través de su evolución. Un primer chaval instruido por su padre y familia, en un ambiente artístico, en su Suiza –entre 1910 y 1920-. Una técnica impoluta, unos estudios académicos… y quizás, una reverencia por su familia. Y luego su viaje a París, su encuentro con Picasso, su devota adscripción al cubismo. Egipcios, cubistas y objetos africanos. Pero el proceso creativo no excusa el pensamiento y evoluciona hacia el surrealismo. “Un espejo frente a otro, en medio… un abismo” (Ezra Pound) y se libera del abismo, sobre todo a raíz de su feliz expulsión del movimiento liderado por Andre Breton. Ahora busca el signo que se erige detrás de lo que la imagen proyecta. Parece que quiere separar el objeto de su espacio, para que encuentre su sentido; separado, sin el corsé del espacio. Me refiero a sus últimas pinturas, entre finales de los 50 y primera mitad de los 60.

Ortega y Gasset habló de aquello de que “yo soy yo y mis circunstancias”. ¿Y si pudiera liberarme de mis circunstancias? Imaginad un pintor que explicite la imagen de lo que queda de alguien, cuando lo libera de lo que lo ha moldeado. Eso podemos ver en estos cuadros a los que me refiero: una persona, con todo ese valor que tiene, sin que tenga que recurrir a eventos temporales. Casi no hay muebles, ni paisajes, ni bodegones, tras el protagonista. Está solo él o ella en la tela.

Creo que disfrutar alt de estos últimos cuadros, los de su madurez, donde solo se aplica a pintar el retrato del personaje –no hay nada más en el cuadro que nos pueda distraer de la contemplación de la persona- nos envuelve en esa sensación que hablaba; la de estar ante una obra de arte puro. No ves el color, no ves la disposición de los elementos que componen el lienzo. Te atrapa el pintor y conecta un tubito desde tu cerebro al cerebro de algún Dios del arte y, entonces, puedes sentir la obra de un gran artista. Y en la inmediatez de tu casa. Ya no hay que viajar a Berna o Tokio para ver grandes exposiciones. Ya te la traen a Málaga. Y eso también te hace disfrutar. Sientes que no solo lo puedes disfrutar porque has tenido la suerte de ir al extranjero a visitar museos. Ahora se organizan aquí. A ver cuanto dura esta mas que floreciente época cultural en Málaga. Pero aprovéchenla.