May 1 2012

Teatro Cánovas, 29/04/2012

cartel del espectaculo de Israel GalvanEl bailaor andaluz que bebió, entre otras experiencias, del baile del Mario Maya y que fue acogido por el país galo del mismo modo, apuesta por el riesgo aunque acompañado de la certeza técnica del flamenco y la danza contemporánea.

Texto: José Antonio Triguero | Fotos: © Félix Vázquez y web del bailaor

Israel Galván no sorprende a nadie porque es cada día mas clásico, clásico en la danza y en la música contemporánea y más clásico aún en el flamenco del que se rodea. Es una historia que se repite demasiadas veces: el ayer despreciado por los puristas es hoy aclamado como nunca. Trabajador de fondo, perfeccionista y entregado a su arte, recibe el agradecimiento del público casi de una manera emocional, pues son las emociones, a veces desmedidas, las que provocan esta devoción por él.

foto promocional de israel galvanLa Curva puede parecer un espectáculo sacado de principios del siglo XX, heredera de las vanguardias históricas. El teatro está completamente desnudo, sin telares, permitiendo que la naturaleza multimedia de la escena quede al descubierto. No en vano, esta pieza es un homenaje a Vicente Escudero.

Existe cierta mitomanía por este espectacular creador y bailarín. Es como si sus admiradores quisieran poner adornos donde no se necesitan. De hecho la sobriedad que Galván practica es un puro contraste con los vítores y los aplausos. Tres mundos en el escenario: su baile, el cante rancio de Inés Bacán y el piano de Sylvie Courvoisier. Y entre los tres espacios, los jaleos y ritmos de Bobote hacen de maestros de ceremonia.

El Teatro Cánovas estaba lleno, expectante de novedad. Hoy, que el flamenco quiere ser otra cosa, Israel Galván se acerca mas que nunca a la pureza gitana del cante y lo expresa con su baile, escapando de lo contemporáneo al duende y de éste a la descomposición de planos de la danza moderna. Sin embargo, la cuestión que mas desasosiego me provocó es su técnica depurada que no me atreveré a calificar de excesiva pero sí que he de ser sincero: tanta perfección física, tanta premeditación artística no llegó a mi corazón. Me quedé frío porque no encontré el impulso imperfecto y rompedor de otros tiempos en Israel Galván, aquel que tenía un pellizco difícil de asimilar por los flamencos de la época y que ha ido cambiando por una precisión casi obsesiva y, por tanto, repetitiva.

un momento del espectaculo con un precioso cuadro flamenco

En este vídeo vemos a Israel Galván en 2007:

Y en este vemos al Israel Galván de este espectáculo:

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