17/01/2020. 37 Festival de Teatro Málaga. Teatro Echegaray.
Texto: M.Carmen Sánchez Fotos: Promocionales TE
Ni rencor, ni olvido
Es inconcebible pensar que entre el público que llenaba el Teatro Echegaray el pasado viernes 17 hubiera alguien desconocedor de La voz dormida. Ya sea como lector de la novela de Dulce Chacón o como amante de la versión cinematográfica que hizo Benito Zambrano de la obra homónima. Como lectoras y espectadoras de La voz dormida, nos acercamos con curiosidad a la adaptación teatral de Cayetana Cabezas para la Compañía de Salvador Collado.
Basada en historias reales, Dulce Chacón escribió en 2002 esta desgarradora novela que fue elegida como el Libro del Año en 2003, antes de su prematura muerte. Durante cuatro años recorrió España reuniendo los testimonios de mujeres víctimas de la represión franquista en la postguerra y enfocó su obra especialmente en la figura de la cordobesa Pepita Patiño que vivió hasta 2015. Pepita marcha a Madrid para estar cerca de su hermana Hortensia, encarcelada en la prisión femenina de Ventas por sus ideas políticas y que está embarazada de 7 meses. Lleva el luto por su padre ejecutado recientemente por su ideología contraria al nuevo régimen. Allí encontrará el amor, en medio del dolor y el miedo. Pepita sufrirá el fusilamiento de su hermana, la entrega de su bebé y la espera de 20 años hasta poder casarse “como Dios manda” con su amor, un maquis echado al monte, capturado y prisionero en Burgos. La realidad superando, una vez más, a la ficción. En 2011, Benito Zambrano llevó al cine esta novela de rotundo éxito consiguiendo dos Goyas a las interpretaciones femeninas.
En la versión teatral dirigida por Julián Fuentes, Pepita Patiño es la actriz sevillana Laura Toledo (con notorio parecido físico a María León, la protagonista de la película de Benito Zambrano). Ella sola sostiene el monólogo de una hora y treinta minutos que dura la función. Monólogo que en realidad es un diálogo con su hermana muerta, Hortensia. Excelente interpretación, nada fácil porque debe trasmitirse la naturalidad de una chica cordobesa con desparpajo, verborrea y acento del sur. Centra el sobrio escenario una máquina de coser antigua de la que parten ocho cuerdas hasta diferentes puntos simulando las patas de una araña. No es casual pues la protagonista reitera que la política es una araña peluda que te impregna y no te deja salir. El escenario es prisión, iglesia y casa. Al fondo, un hombre de espaldas, el Chaqueta Negra, su amor.
La voz dormida habla del arrebato de la libertad tanto en las prisiones como fuera de ellas. El miedo lo cubre todo: miedo a las denuncias, al hambre, a la muerte: “somos como animales, el miedo nos hace listos”. Pero, ante todo, es una obra de mujeres, de heroínas que sufren con dignidad y coraje la humillación, la tortura y la muerte. Hortensia es valiente, nunca delata, lleva su dignidad y principios hasta el paredón donde es fusilada. Pepita es natural, espontánea y transparente. No entiende de política, no es de ningún bando: “yo no soy del Partido, soy de los demás” repite insistentemente. Es tan generosa y leal al compromiso que se convierte en Penélope esperando a Ulises/Chaqueta Negra, durante 20 años.
La obra es un alegato contra la represión de la postguerra y su intención es devolver la palabra despojada a la mujer del bando perdedor. Pepita comprende que su obligación era sobrevivir para contarlo porque ella es la voz dormida que despierta. En un final envuelto de simbolismo que nos traslada a la actualidad, Pepita/Laura Toledo se viste con una camiseta negra donde destacan tres palabras en mayúsculas: PASADO PRESENTE FUTURO.
A pesar de todo, el amor sobrevive a la locura.
de Dulce Chacón
Actríz: Laura Toledo
Dirección: Julián Fuentes Reta
Producción: Salvador Collado
Música y Espacio Sonoro: Luis Paniagua
Iluminación: Joseph Mercurio
Espacio Escénico: Julian Fuentes Reta
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