Teatro Cánovas. 05/05/2012
En la linea habitual de otras obras de El Velador, buen teatro de naturaleza honestaTexto: Miguel Ángel Barba | Fotos: web
Regresa Teatro El Velador y su ínclito Juan Dolores González Caballero. “El Chino”, a Málaga. Como en la ocasión anterior, con su fabulación alegórica “Droppo”, tuve la suerte de cubrir este espectáculo que me reafirma en mi creencia de que el Teatro Cánovas siempre selecciona con buen criterio su programación.
La estética propia de El Velador llenó el Cánovas con su sello de teatro desnudo. Sin textos inteligibles, todo gestual, sonidos guturales, la expresión corporal no carente de movimientos rudimentarios y conscientemente no suavizados, inunda la escena en todo momento.
De nuevo temas candentes y difíciles de tratar de la sociedad actual pero que, personalmente, denoto mejor resueltos en esta ocasión que en el anterior montaje mencionado, en cuanto a temas delicados que se enfrentan y se analizan pero sin tener ni siquiera la posibilidad de herir a cualquier posible afectado como alertaba en mi análisis del año pasado de Droppo.
La vejez, el abandono, la decrepitud, el alzheimer o la demencia senil, tan difícil de distinguir en algunos casos por los no doctos en la materia o quienes no la han sufrido cerca; los malos tratos en las instituciones que deberían velar por estas personas, la marginación de aquellos que ya no nos son útiles...
Todos estos elementos tocaron resortes diferentes de los que muchas personas parecían tener predispuestos. Como pudo reflejarse en un inicio un tanto lento y largo, en el que al menor gesto, una parte de público reía ostentosamente.
Pero para esta ocasión “El Chino” nos tenia reservada una vuelta de tuerca quizá no esperada vista la sorpresa del público. En lugar de buscar la comicidad (no totalmente desterrada de la obra, ya que tuvo sus buenas dosis) El Velador nos mostró una historia trágica, triste, dramática, un verdadero drama de la época que nos ha tocado vivir. Quienes esperaban el esperpento se dieron de bruces con la mas cruda realidad, aun contada en la primera persona de un payaso, un augusto como los de siempre, los antiguos, como el mismísimo Fratellini, incluso con ademanes y vestuario que recordaban al entrañable Charlie Rivel, incluidos sus inolvidables aullidos y sus juegos con la guitarra, en esta ocasión un violín.
Augusto cuenta con una puesta en escena muy interesante, una escenografía estupenda, cargada de recursos que buscan la sorpresa en el espectador, consiguiendo su objetivo en la mayoría de los casos. Tiene a su vez una cuidada, casi minimalista música, al igual que en Droppo de Inmaculada Almendral, que incluye de nuevo la voz del actor Manuel Solano. En el plano actoral, este ultimo en el papel del cuidador malhumorado, burdo y maltratador, con ligeros atisbos de sensibilidad, esta fantástico. Así mismo, Eduardo Tovar esta enorme. Encomiable el trabajo de ambos tanto a nivel corporal como interpretativo.
En general el espectáculo sigue en la linea habitual de otras obras de El Velador, con escenas de verdadera magia y química con el publico, si bien su cadencia, ritmo y la duración de algunas transiciones y escenas hizo que una parte del respetable echara en falta el dinamismo de su ultimo paso por Málaga.
Pero es otro tempo; en esta ocasión tocaba lo dramático, lo cruel casi, la tristeza y la ternura. Augusto es un montaje que emociona.
Augusto
Autor, Director y Dramaturgia: Juan Dolores Caballero
Actores: Manuel Solano y
Música: Inmaculada Almendral
Escenografía: Jonathan Alcaide
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