26/02/2015. Teatro Echegaray
Texto: Françoise Chabassier | Fotos:
El jueves 26, La Böhemia Producciones Teatrales, bajo la dirección de Carmen Ruiz-Mingorance, presentó en el Teatro Echegaray de Málaga su versión de La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca.
La Casa de Bernarda Alba es la última de las tragedias rurales que Federico García Lorca concluyó en junio de 1936, es decir poco antes de su asesinato pero no se representó en España hasta después de mucho tiempo. Se estrenó el 8 de marzo de 1945, en el teatro Avenida de Buenos Aires.
La Casa de Bernarda Alba saca su origen de una historia real la de los Alba, parientes de los Roldán familias con las que la familia de Lorca mantenía enemistades. Es la época de Lorca, la España profunda, la España negra, de principios del siglo XX, muy tradicional y fanática, muy violenta y temerosa a que se descubriera la intimidad de su casa. La España en la que la mujer desempeñaba un papel secundario.
La obra dividida en tres actos narra la historia de Bernarda Alba que, tras haber enviudado por segunda vez, decide vivir los siguientes ocho años en el más riguroso luto. Con ella, viven sus cinco hijas (Angustia, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela) y sus criadas, entre las que se encuentra Poncia, una criada que ha vivido muchos años al servicio de la anciana. El tema principal es el enfrentamiento entre una moral autoritaria representada por Bernarda y el deseo de libertad encarnado por la abuela María Josefa y Adela la hija menor.
Carmen Ruiz-Mingorance ha seguido al pie de la letra el texto lorquiano pero lo que la diferencia del autor granadino es una puesta en escena muy contemporánea y un final muy original. También ha contado con la coreografía de Cristina Carrascosa.
En el escenario de Carmen Ruiz-Mingorance resaltan los colores simbólicos de Lorca. El blanco y el negro fotográfico, blanco para lo positivo en general, la vida, la libertad, la sexualidad, blanco de las paredes, blanco virginal que poco a poco y con los juegos de luz se va apagando a medida que transcurre la trama, pasando de blanquísimas (Acto 1) a "ligeramente azuladas" (Acto 3), lo que simboliza la pérdida de la pureza tema que obsesiona a Bernarda a lo largo de la obra. Mientras que lo negro se refiere a la muerte y al fanatismo religioso, al luto. El verde de la rebeldía, verde del vestido y del abanico de Adela. Ella es la única de las hijas que se rebela contra la voluntad de su madre, el verde es también muerte.
El escenario de Carmen Ruiz-Mingorance es minimalista. El mobiliario es austero y oscuro, un banco para las criadas, esparcidas por todo el escenario, cinco sillas para las hijas, unas rejas movibles formadas por crucifijos, el dormitorio de la abuela hecho con rejas. Estas rejas refuerzan la idea de estar en un convento de clausura o en una cárcel. En medio como una reina se ubica Bernarda en un pedestal, un bastón en la mano tiranizando a su mundo. Y con este símbolo tan fálico, a lo largo de la obra Bernarda se masculiniza porque cree que debe haber una autoridad que mantenga el orden entre sus hijas, y esta autoridad tiene que emanar de un hombre. Ella se convierte en un tirano. Y Aquí se quedará Bernarda en su pedestal con su bastón durante casi toda la función porque Carmen Ruiz-Mingorance ha decidido dar más consistencia a sus hijas, ha decidido dejarles más protagonismo para que expresen sus sentimientos más profundos ante la tiranía de la madre y de la casa-cárcel.
Y en este ambiente asfixiante casi claustrofóbico donde sopla un aire sofocante, que lo seca todo, donde la sed de la vida se resiente más que en cualquier otro sitio, viven o mejor dicho sobreviven las hijas de Bernarda. Estas sombras negras cobran vida gracias a Carmen Ruiz-Mingorance que les dejó la palabra durante una hora y media en medio del silencio sepulcral de la casa rompiendo así las reglas establecidas por Bernarda, y estas sombras negras, ya no son hermanas sino mujeres, apasionadas, resentidas, amargadas, frustradas, envidiosas, llenas de rencor y de odio y sobretodo, sedientas de vida, sedientas de amor. De este amor prohibido tan cerca y tan lejos a la vez encarnado por Pepe Romano que nunca aparece pero que es la causa de todas las desgracias según Bernarda. Estas sombras negras, oprimidas, marginalizadas, pérdidas en la España negra de Lorca, enterradas vivas por temor al que dirán, a la iglesia, son incapaces de rebelarse y librarse del yugo maternal. La única que lo hace lo pagua con su vida. Pero eso ocurrió hace más de setenta años ¿No puede haber otro final más actual o distinto? ¿Estas mujeres no pueden representar al pueblo oprimido? ¿Al pueblo pisoteado? ¿Al pueblo explotado de hoy en día? ¿Realmente son incapaces de librarse de la tiranía? ¿Son incapaces de recobrar su identidad y volver a empezar? ¿Son incapaces de decir al unísono a Bernarda ¡SILENCIO!?
Son muchas preguntas que no contestaré porque tenéis que acudir a esta excelente versión de La casa de Bernarda Alba, descubrir por vuestra cuenta su misterioso final y aplaudir a las grandes actrices que actuaron. Otra vez bravo chicas habéis estado geniales.
La Böhemia Producciones Teatrales
De Federico García Lorca
Adaptación y dirección Carmen Ruiz-Mingorance
Con Celia Montoya, Malena González, Myriam Carrascosa, María Luisa Moreno, Rosa María Molina, Beatriz Martínez, Carmen Hernández, Ana Olmedo y Paka Molina
Coreografía Cristina Carrascosa
> duración 1.30 h. (s/i)
| Sin eventos |
