Jun 9 2013

Teatro Echegaray. 07/06/13

Pepe Viyuela en Teatro EchegarayLos sketches que han acompañado al actor y humorista durante toda su vida están reunidos en Encerrona, su espectáculo estrella.

Texto: Carmen Titos | Fotos: Marco Takashi

“El hombre sufre tan terriblemente que se ha visto obligado a inventar la risa” (Nietzsche). Con Encerrona, durante 1 hora y 40 minutos la gente olvidó que es infeliz, que ocurren cosas desagradables... El sufrimiento quedó disipado con el efecto catártico de la risa.

El clown nos pregunta a qué hemos venido. Mira el telón tras de sí y exclama: “¡Al cine!”. “¿Venís mucho...? ¡Ah! ¡Vamos a ver el futuro!”, aludiendo al telón negroPepe Viyuela en Teatro Echegaray tras de sí como un oscuro futuro, metáfora que estará siempre presente. Una cosa lleva a la otra y termina actuando en un espectáculo que ha resultado fruto del azar: “Bueno..., ya hemos cantado, ahora uno se va a cenar...”, pero no, aun le queda largo rato intentando colgar un foco siguiendo las órdenes de un posible director escondido entre bambalinas con el que se comunica respetuosamente: “Sí señor..., sí señor, sí señor, sí señor...”.

El clown y su relación con el espacio, con el público, con el regidor invisible y con los elementos (un traje rasgado, una maleta, una guitarra, una escalera y una silla) provocan un concierto de carcajadas. Risas de toda índole aparecen en todos momentos y puntos; ya que mientras unos espectadores descansan la tensión en el rictus de sus comisuras, otros les dan rienda suelta. El sentido del humor no es el mismo para todos y el teatro está al completo, de ahí el efecto-orquesta que logra la masa con sus múltiples estallidos.

Pepe Viyuela en Teatro EchegarayAparecen risas escandalosas, discretas, sonoras, descontroladas, abruptas, provocadoras, mantenidas, llamativas, peculiares, tímidas y contenidas. Algunas adquieren protagonismo, pues el clown las repite, se mofa del ejecutor, las integra. Las recibe y retorna, interactúa, está fresco. Tiene todas las habilidades de improvisación y seducción.

El clown de Viyuela no reconoce sus continuos errores, todas sus misiones cotidianas son fallidas y, aunque su expresión revela su frustración, él sigue intentándolo. Así, argumenta disimulando incapacidad: “Cuando lo tienes todo, pero mal colocao” (con la silla en los brazos y la guitarra bajo el pie), “Hay que aceptarse” (con una silla como chepa), “¡Me gusta así! ¿Qué pasa? Es mi manera” (con la chaqueta del revés).

La técnica que está detrás (acrobacia, mimo, habilidad musical, destreza vocal, dominio del tempo, vasta condición física y larga experiencia) la deja fluir de tal forma que no vemos al actor preparado con todo medido y controlado incluso dentro de lo espontáneo, sólo vemos al clown inútil, incapaz. Viyuela lo hace tan fácil y natural que sólo tenemos delante un payaso vulnerable, torpe, testarudo; un clown patoso que parece enfrentarse por primera vez a los objetos y necesitaría manuales tan básicos como los de Cortázar para subir escaleras y dar cuerda a relojes.

Pepe Viyuela en Teatro EchegarayEl humor es experimentado en todas sus vertientes: en las situaciones, en el carácter, en la gesticulación, comicidad en la exageración y repetición, en los ruidos, en el lenguaje, juegos de palabras (“sí, ya...” y “silla”), inversión, extracotidianidad, ironía, sarcasmo, absurdo, alusiones y un salpique de guiños a la política actual. Cuando va a pegar un tiro con su guitarra: “¿Ha venido el rey? Por si quiere hacerlo él. ...No ha venido. Se ha caído...”. En un momento dado, le vemos invertido en la escalera buscando tierra firme para posar sus pies vacilantes: “¿Dónde está el suelo?, madre mía con los recortes de mierda”.

Pepe Viyuela estudió Arte Dramático y Filosofía. En su clown hay un cuestionamiento sobre la percepción de la realidad (su mundo del revés y el nuestro supuestamente ordenado) y autoreflexión sobre el clown desde el propio clown: “¡Voy a ser tradicional! Pero sin exagerar...”, “...no sé ni lo que estoy haciendo...”, “...esto parece una gilipollez pero cansa”.

Pepe Viyuela en Teatro EchegarayLas caídas y resbalones que sufren otros clowns éste no las padece, pero eso sí: siempre está al filo del peligro. El público teme por su integridad física y Viyuela lo aprovecha: “¿Por qué creéis que me voy a caer? Me queréis asustar pero tengo los nervios de acero”.

Hace más diez años, le vi en el Teatro Cervantes en una creación libre a partir de Miguel Mihura. Había una docena de actores en el escenario, pero a mi madre y a mí se nos iban los ojillos hacia él. Porque Pepe Viyuela es mucho actor y además, según confirman las encuestas, a todo el mundo le cae bien.


 

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