Abr 30 2014

Agustín SierraRetomamos las entrevistas con poetas malagueños, autóctonos, endémicos o naturalizados. En esta ocasión el turno nos ha llevado hasta  Agustín Sierra, del que lo peor que podemos decir es que nos ha costado lo suyo encontrar algunas fotos en las que aparezca.

Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos e imágenes: Facebook del autor

Aforo Libre: ¿Para qué "no sirve" la poesía?

Agustín Sierra: Es una buena pregunta. Creo que la poesía no sirve para ser segundo plato, como sustituto de algo. La poesía exige honestidad; a ella no le importan tus miedos ni tus fracasos, no te juzga, sólo te pide que seas franco, que vayas de cara. Es una relación que estableces en la que no puedes usar a tu pareja mientras esperas algo mejor o porque el plan inicial ha fallado. Puedes marcharte de la casa, o quizá se vaya ella, pero al menos cuando os volváis a encontrar daos por entero.

A. L.: ¿Cómo llegaste a la poesía y cuáles fueron tus comienzos... Tus primeras lecturas y tus primeros pinitos?

Agustín SierraA. Sierra: La verdad es que llegué a la poesía por una chica, una compañera de clase; me gustaba y lo que quería decirle no podía expresarlo en prosa, así que le escribí un poema, puro experimento ¡Qué gran aventura y qué gran descalabro! No conseguí a la chica pero la semilla estaba sembrada. Hasta entonces no había leído poesía. Comencé a comprarme antologías y leer los versos de Garcilaso, Góngora, Quevedo, Becquer, Alfonsina Storni, etc. Empecé por los clásicos, quizá de forma instintiva. Mis primeros poemas bebieron de esta influencia, mucha rima consonante y recargados.

A. L. ¿y después... pasaste por colectivos poéticos, revistas...?

A. Sierra: Era muy reservado en ese aspecto. Escribía continuamente; sin embargo, consideraba mi obra como algo privado y probablemente por vergüenza no hablaba de ella ni se la enseñaba a nadie. Tardé unos diez años en introducirme en un grupo de personas que también escribía, en ese tiempo comencé a escribir relatos y terminé una novela. Mi primera colaboración poétia fue en un periódico de la Universidad, bajo seudónimo, por supuesto. Sentirme dentro de un grupo con las mismas inquietudes me permitió dejar volar la imaginación y compartir mis textos.

A. L.: ¿Donde has publicado y qué hasta ahora...?

A. Sierra: El acto creativo me interesa mucho, así que poco a poco fui probando con otros formatos, otras vías para la expresión. He colaborado con artículos de música y cine para la revista digital de cultura contemporánea antequltura; publiqué un artículo sobre la Generación Beat en la revista Alhucema; tengo una sección de teatro en la revista literaria Mitad Doble, donde también me incluyeron con un relato; con la revista universitaria Paradigma he colaborado un par de veces: un texto sobre la creatividad desde el punto de vista femenino y una pequeña reflexión sobre Albert Camus; he participado en la Antología del beso, de mitad doble ediciones, una selelección de poesía contemporánea; y recientemente, con un poema, en la revista literaria Zoque. Mi último texto publicado es el prólogo de un libro que trata acerca del día a día de una niña con el síndrome Holt-Oram.

A. L.Dicen algunos que poeta no es solo quien escribe, sino también quien vive como un poeta... O dicho de otra forma, la poesía no solo se escribe sino que se vive, ¿o habría que decir que se sobrevive a ella...? o ¿quizá sea un mito?

A. Sierra: Con la poesía se convive. En el momento en el que te topas con ella ya no os separáis, es tu compañera de viaje. Y como en toda convivencia, hay ocasiones en las que buscas arrumacos y comprensión, y otras en las que quieres estar a solas y que no te moleste. Sin embargo, siempre está ahí, a veces te busca ella y otras eres tú. En realidad, la poesía nos sobrevive a nosotros, las personas, que somos egoistas, frágiles e inconstantes.

A. L.: ¿ y... cómo es el día a día de un poeta?

A. Sierra: Hay quien pensaría que el poeta lleva una vida contemplativa, con un libro en la mano y siempre con la vista en el horizonte. Aunque es una idea muy romántica, tras el poeta se acurruca la persona,  que tiene que comer y pagar la facturas. Así que, en general, el poeta se maneja en la vida como el resto de los mortales, con la tarea añadida de compatibilizar la existencia mundana con el impulso de elevarse por encima de ella.

A. L.¿En que se diferencia un poeta de una persona normal?

A. Sierra: Creo que la diferencia estriba en el modo en que el poeta se relaciona con el mundo, debe expresar la intensidad y la energía que éste le provoca. Cuando ama, ama más; y cuando sufre, sufre más. Esta condición no convierte al poeta en un mártir ni lo coloca por encima del resto, sino que, para lo bueno y para lo malo, el poeta no puede evadirse. En este sentido, una persona normal tiene más facilidad para reprimir sentimientos o emociones que le disgustan; sin embargo, un poeta se ve abocado a sumergirse en él, no puede escapar, es un continuo enfrentamiento contra sí mismo, cuyo resultado expresa con palabras.

Agustín Sierra.

A. L.¿Cual es tu rutina, tu mecánica y tu método de escritura?

A. Sierra: Suelo empezar con un verso, el inicial o el final, y a partir de ahí voy dándole vueltas, reflexionando sobre lo que quiero decir, desarrollando el cuerpo del poema hasta el máximo, incluso hasta la exageración, para luego ir eliminando versos, puliendo la idea como si se tratara de una escultura. Normalmente mis poemas son cortos debido a que me siento más cómodo concentrando una idea en poco texto, me parece más interesante mostrar sólo la punta del iceberg y que el lector imagine el resto.

A. L.: ¿Eres de los que llevan siempre un block o papel para ir anotando todas aquellas ideas que van surgiendo da igual donde se esté? ¿Piensas como Pablo Picasso que "la inspiración existe pero tiene que pillarte trabajando.. o como Umberto Eco que "Nada es más nocivo para la creatividad que el furor de la inspiración"?.

A. Sierra:  Sí, casi siempre llevo un block y un bolígrafo. Es fundamental para reflejar una idea o un sentimiento. Nunca sabes cuándo se te va a ocurrir o te va hacer una visita, y no me refiero a la inspiración, sino a la idea misma. La inspiración es un recurso bastante abstracto e indómito al que no hay que hacerle mucho caso. Siempre tendrá la puerta abierta aunque no la espero por las noches. Vive en una amplia gama de colores, ni es nociva ni acude a ti sólo cuando trabajas. Es cierto que puede sacarte de un apuro y que, en esos momentos, crees que llevas una capa con la que puedes volar; sin embargo, no sirve de nada llamarla a voces, lo importante es sumergirte en el trabajo con independencia de ella.

A. L.: ¿Cómo nacen tus ideas... Piensas que las ideas "inspiradoras" solo nacen de las vivencias y estímulos que recibes y vas construyendo a lo largo de tu vida... O pueden fluir cuando menos te lo esperas incluso sin tener nada que ver con tu entorno y vivencias?

Agustín SierraA. Sierra: Mis ideas nacen como respuesta a las vivencias que experimento o que almaceno en algún rincón de mi memoria. Nunca he escrito poesía a expensas de mi entorno, sencillamente no puedo. Encuentro difícil distanciarme de mí mismo para expresar un pensamiento, sería como desdoblarme de tal forma que yo mismo me disipo. Quizá me dé miedo perderme en esa incursión; uno siempre se siente más cómodo, y a la vez sufre más, en un terreno conocido, porque sabe o intuye la fuente de esa idea. En cualquier caso, la necesidad de escribir puede venir cuando menos te los esperas, ahí definitivamente perdemos el control.

A. L.: ¿Cuales son tus referentes a la hora de escribir, "tus temas", de qué cosas escribes o puedes escribir y de cuales no, nunca, jamás...?

A. Sierra: El noventa por ciento de mis poemas tratan del amor y el desamor, de relaciones personales con amigos o con la familia. En ese punto inicié mi andadura y no me he desvíado. No es una decisión que uno tome, más bien el camino te elige a ti. ¿Qué es lo que más te afecta?, ¿de qué quieres escribir?, ¿qué te hace temblar? Son preguntas en el aire que te sitúan en una dirección o en otra. Mi mirada como poeta se dirije al interior y no al exterior. ¿Quién soy yo con respecto a los demás?, ¿cuál es mi ubicación? Por ello creo que nunca podría escribir poesía social, por ejemplo. Nunca lo he intentado ni sabría qué decir. En cierta forma, me siento limitado por mí mismo y quisiera expresar el mundo que me rodea, más allá de las personas que están en un ámbito más cercano.

A. L.: ¿Tus influencias son fácilmente identificables, se asoman o dejan ver en tus versos o son adecuadamente controladas para que lo que surja finalmente sea una forma identificable, un todo representativo claramente personal?

A. Sierra: Creo que antes mi trabajo era más identificable. Cuando en mis lecturas llegué a la Generación del 27 mis poemas estaban influídos por Pedro Salinas, por ejemplo. Ahora mi influencia es menos transparente, aunque esto no responde a un acto consciente, no hay una decisión detrás. Con el tiempo el poeta va perfilando su estilo, los poemas salen de una manera, muestran una cara. El estilo no debe forzarse porque quedaría sobreactuado. Sin embargo, en mi caso, a veces despunta un interés en expresar las cosas como las diría este o aquel poeta, planea como una suerte de admiración en una voz ajena, la cual sí tengo que saber controlar para no perderme y acabar escribiendo algo que se aleja de mi propia voz.

A. L.¿Buscas la creación de estructuras para tus libros, o escribes poemas de manera libre y el tiempo ya dirá o terminará destapando elementos y descubriendo aspectos que conforman unidades o relacionan entre sí a diferentes poemas?

A. Sierra: Durante los primeros años escribí poemas de forma libre, sin pensar en una estructura o un hilo conductor. Después, cuando mi poesía fue cambiando, seguramente porque mis lecturas fueron ampliándose, me di cuenta de que los textos que tenía delante bien podían conformar un libro dividido en dos partes. Aquello ocurrió con mi primer libro, Viaje de regreso. Y siguiendo esta evolución, he tenido claro desde el principio la estructura de mi segundo libro, Cuadrilátero. Ha habido una intención clara de formar un todo; quizá sea porque el mundo, cada vez, va más deprisa y las etapas están más definidas. De este modo cada libro respondería a una etapa en concreto.

A. L.:   En plena sociedad de la inmediatez y la prisa, ¿de dónde saca tiempo un poeta para escribir...?

Agustín SierraA. Sierra: Es cierto que en la actualidad, con la rápidez con lo que acontece todo, parecería que la poesía tiene menos oportunidades de sacar la cabeza, porque la poesía requiere tiempo, es lo que te pide. Y no se le puede negar ese espacio de calma, así que el tiempo hay que buscarlo, hay que arañarlo. Creo que una buena solución es llevar siempre consigo algo tan sencillo como una libreta; en algún momento te tomas un café o estás en la parada de autobús, estamos saturados de información y de actividades, aunque es posible, diría que recomendable, crear una especie de paréntesis entre tanto caos diario, como una parada obligatoria para respirar hondo y sin prisas. En mi caso, no escribo poesía todos los días, no me impongo esa tarea, únicamente cuando siento la necesidad, cuando pienso “aquí hay un poema”, entonces apunto la idea en un papel, o en el móvil, para luego desarrollarla.

A. L.¿Es o debe ser un poeta un comprometido con su tiempo... un militante de algo... implicarse socioculturalmente,,, piensas que la poesía debe ser "un arma cargada de futuro", o se puede ser poeta sin dejarse llevar por lo que acontece...?

A. Sierra: Obviamente, cada persona nace en una época determinada con unas condiciones socioculturales determinadas que acabarán afectando a la percepción de la realidad; sin embargo, creo que la “lucha” empieza por uno mismo, el compromiso real implica ser honesto con tus ideas, tus sentimientos, tus miedos, etc, y no tener reparos en mostrarlos. Cuando pienso en cuál sería mi compromiso, comienzo imaginándome desnudo frente a un espejo, porque ahí está mi cuerpo, mi caparazón, mi ser, y si quiero ir más allá, si quiero ser un militante de algo, primero debo enfrentarme a mi imagen, cruda y primigenia, para después poder aportar mi grano de arena a la realidad que ma ha tocado.

A. L.Pablo Neruda dijo que: La Poesia no es de quien la escribe sino de quien la usa... ¿Podríamos ligarla con la pregunta anterior, no?

A. Sierra: Sí. Goytisolo decía que prefería que recordaran el poema y no al poeta. En este sentido, la palabra es lo importante, la palabra y la persona que la usa. En definitiva, cuando das a conocer un poema, cuando sale de ti, éste deja de ser un poco de uno mismo para pasar a formar parte de los lectores y oyentes, compartes la propiedad de tu creación porque cada persona le dará un valor, un significado, creando a su vez algo nuevo, tal vez muy diferente a lo que se tenía en mente en un principio. Cada persona se enfrentará al poema desde una posición personal y, por lo tanto, le dará un uso distinto.

Agustín Sierra.

A. L.: ¿Es cierto eso que pienso a veces... que la poesía nos acorrala en un rincón de nuestras conciencias... hasta que escribimos y es entonces cuando nos deja escapar y nos libera... aunque solo sea por unos instantes, hasta que volvamos a sentirnos de nuevo atrapados por ella?

A. Sierra: Es una buena forma de verlo. No tenemos ningún control sobre ella, es decir, es como si tuviera vida independiente, es ella quien nos zarandea y nos conmueve y nos libera en el sentido que dices, es un animal salvaje al que no podemos echarle el lazo, no podemos forzarle, tenemos que esperar a que él dé el primer paso. Quizá, también, lo pensaría al revés, que nosotros retenemos a la poesía, aunque sea sin pretenderlo, hasta que esta siente la necesidad de salir y nosotros no podemos impedírselo. De nuevo es la poesía la que es libre.

A. L.: ¿Será verdad eso que dicen que la poesía solo la compran los poetas?

A. Sierra:  Diría que sí. La poesía sigue siendo como el hermano pequeño de una gran familia a quien no se le presta mucha atención. Sólo hay que entrar en la mayoría de las librerías para comprobar el espacio que se le dedica y la selelección. Un poeta es un comprador fijo, el resto de los lectores es otra historia, dependerá de su curiosidad, su sensibilidad, si tiene amigos que escriben poesía, etc. Alguien que se acerque a la poesía debe hacerlo igual que a un niño pequeño, con paciencia, no dejándose apabullar, siendo un poco infantil, y no me refiero al nivel de madurez, sino a que la poesía tiene mucho de juego.

A. L.: ¿Qué lee un poeta como tú que no se haya leído ya...?

A. Sierra:  Encuentro un problema en no poder abarcar todo lo que se publica. Hay dias en que, cuando entro a una librería, no quiero acercarme a las novedades de poesía porque se me amontonan los libros pendientes. Acabo de terminar Mientras la luz, de Lola Mascarell, y ya asoma La orientación de las hormigas, de Cristian Alcaraz, y Poesía vertical, de Roberto Juarroz.

Agustín SierraA. L.: ¿Está tocada y herida la poesía... o está más viva que nunca?

A. Sierra:  La poesía está muy viva. Se publica mucha poesía, otro tema es la distribución de esa poesía y que parte no llegue a la librería que uno tiene más a mano. Sin embargo, internet es un medio fantástico para conocer nuevas voces, para enterarse de concursos o leer blogs que funcionan a modo de redes poéticas. También la poesía se ha acercado más a la calle, han surgido en Málaga espacios culturales como Cienfuegos, por ejemplo, donde se hacen lecturas; o bares y restaurantes que acogen recitales. Se sigue haciendo gran cantidad de poesía, y eso para alguien a quien le gusta, es genial.

A. L.: ¿Es posible la poesía colectiva o es más bien un acto "íntimo y discreto"?

A. Sierra:  La poesía te permite ambos enfoques, incluso diría que en muchos casos se expresa en un nivel intermedio. La poesía nace de la persona, de su propia percepción de la realidad, de su realidad; en ese sentido, es un acto íntimo y personal. Sin embargo, a la hora de manifestarla, se puede elegir el medio o la forma en que la poesía llegue a los lectores u oyentes. Un recital, por ejemplo, es un modo de compartir la propia creación con otras personas, se hace colectiva al hacerla partícipe, o al crearla junto a otros poetas, aunque sin perder el propio punto de vista, que debe ser fiel a ti mismo.

A. L.: ¿Cómo ves el nivel y la calidad de la poesía actual? Hay muchos poetas jovenes contemporáneos, ¿cuáles destacarías o sientes más cercanos, cuyas obras poética te parecen más destacables o incluso más cercanas a la tuya?

A. Sierra: Creo que la poesía actual goza de buena salud. Es cierto que el hecho de que los canales tradicionales ya no sean los únicos y que internet ofrezca infinitas posibilidades, hace que se corra el riesgo de perderse entre tanta información. Aunque no tiene por qué ser así, hay poesía y hay buena poesía, lo importante es que haya, y a cada uno le llamarán más la atención unos que otros. Yo destacaría las obras de David Eloy Rodríguez, Miriam Reyes, Rafael Espejo, Raquel Lanseros, Alejandro Díaz del Pino o Luna Miguel . Entre todos ellos me siento más identificado con Raquel Lanseros, y no porque nuestra poesía se parezca, al menos de un modo consciente, sino por la manera de ordenar sus palabras, de darle forma a los versos, como una suerte de melodía suave.

A. L.Volviendo al principio y a los orígenes, esos que nunca deben ser olvidados porque suponen nuestras referencias primigenias... ¿Algunos poetas de los de siempre que son imprescindibles y nadie debería dejar de leer nunca?

Agustín Sierra. Cartel de una obra de teatro representada en Escena Bruta.A. Sierra: Hay poetas que no se deberían pasar por alto, como Jorge Manrique, Garcilaso, Fray Luis de León, Lope de Vega, Espronceda; y más recientes como Antonio Machado, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre o Miguel Hernández. Tenían otra forma de decir las cosas, de expresar su tiempo, aunque creo, de verdad, que merece la pena ojear las Jarchas mozarabes o los Romanceros, aunque sólo sea para conocer los inicios del camino poético.

A. L.: Y regresando al presente: ¿Algunos poetas actuales o contemporáneos que son imprescindibles y nadie debería dejar de leer nunca?

A. Sierra: Yo siempre vuelvo, de vez en cuando, a José Agustín Goytisolo. Durante un tiempo me marcó, y posiblemente me influyó, su manera directa y cruda de decir las cosas. Sus libros Bajo tolerancia o Palabras para Julia, por ejemplo, me mostraron otra forma de expresar lo que me rodeaba, como un manotazo sobre la mesa. Para mucha gente la poesía sigue arrastrando un halo de sentimentalismo y empalago, sobre todo para aquellos que no se han acercado nunca y la miran desde una distancia prudencial, o cierto miedo a lo desconocido. Al leer a Goytisolo, descubrí que no era necesario renunciar al corazón  para escribir con un lenguaje coloquial y sincero.

A. L.¿Quién crees que deberíamos entrevistar para este espacio dedicado a la poesía y qué pregunta le harías?

A. Sierra: Me gustó mucho el libro Bella durmiente, de la poeta Miriam Reyes, así que ella podría ser una buena elección. Le preguntaría por el concepto de «cuerpo» en su poesía.


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