En la serie de entrevistas “tipo” de Aforo Libre para dar a conocer poetas de Málaga, Domingo César Ayala ha tenido a bien responder la pregunta que Diego Medina Poveda le lanzaba y, ya puestos, lo hemos enredado en la maraña de entrevistas a poetas malagueños o afincados en Málaga, con lo cual ha venido a enriquecer un poco más este erario de sabiduría en el que se está convirtiendo este pequeño rincón de la revista dedicado a nuestros poetas y poetisas. Antes de concluir la entrevista con su poema Metaface nos deja una pregunta para Antonio J. Quesada.
Aforo Libre: ¿Para qué "no sirve" la poesía?
Domingo César Ayala: Para nada. La poesía no sirve absolutamente para nada. Y contrariamente a lo que se pueda pensar, ésa es su mayor grandeza. Vivimos en una sociedad dominada (entre otras nefandas ideologías) por el utilitarismo. Se piensa que la importancia o excelencia de algo viene exclusivamente determinada por su función práctica, escamoteando el aspecto derrochador del espíritu.
A. L.: ¿Cómo llegaste a la poesía y cuáles fueron tus comienzos... Tus primeras lecturas y tus primeros pinitos?
D. C. A.: Supongo que a la poesía llegué como todo hijo de vecino, intentando ligar. Cuando era un adolescente un poco más formado pasé de los Bécquer, Neruda o Lorca a cosas un poco menos… amorosas, y no quiero que nadie me malinterprete. En cuanto a la escritura, pues ya lo he dicho. Los primeros poemas se los haces a la chica de las trenzas que no te hace ni caso en el recreo, y acabas preguntándote si ese tipo de reflexión no te ayuda de algún modo a explicar el resto del mundo.
A. L.: ¿y después... pasaste por colectivos poéticos, revistas...?
D. C. A.: Cuando empecé la facultad entré en contacto con un grupo de compañeros de Alhaurín el Grande y con ellos comenzamos dos revistas culturales, La victoria de Sísifo y Synthesis. En Granada, donde viví un tiempo, estuve en contacto con el colectivo Ciudad Poética. Luego, en Madrid, conocí sobre todo el ambiente de Lavapiés… Pero no soy, por mi propio natural metepatas y polémico, muy dado a formar grupúsculos.
A. L.: ¿Donde has publicado y qué hasta ahora...?
D. C. A.: Escribo poesía y novela, hasta ahora: Desvíos (Alhulia, 2007) y Casos de lucidez (Alea Blanca, 2009) en poesía. En el ámbito de la novela he publicado Diario del importunio (Colección Monosabio, 2008), Gobierno de mundos apagados (Alhulia, 2008) e Y cuando vuelva será como si viniera (Éride ediciones). En un par de semanas verá la luz mi último trabajo, mi vuelta a la poesía, Metaface (Ediciones Oblicuas), donde convierto en ficción poética la realidad virtual de las redes sociales.
A. L.: Dicen algunos que poeta no es solo quien escribe, sino también quien vive como un poeta... O dicho de otra forma, la poesía no solo se escribe sino que se vive, ¿o habría que decir que se sobrevive a ella...? o ¿quizá sea un mito?
D. C. A.: El romanticismo y su alargada sombra han hecho tanto daño… No lo sé, la verdad. Si un señor o una señora ve un atardecer y les invade un halo misterioso, les embarga una fuerte emoción que los lleva a considerarse poetas, ¿quién soy yo para negárselo? También los hay que llevan colgado el cartel de poetas y luego son otra cosa…
A. L.: ¿ y... cómo es el día a día de un poeta?
D. C. A.: Supongo que dependerá de las circunstancias de cada quien. En mi caso yo duermo muy poco, porque aúno dos nada recomendables costumbres (juntas y aun por separado), trasnochar y madrugar mucho. Cumplo lo mejor posible con mis obligaciones laborales (soy profesor) e intento sacar tiempo para mi chica, la literatura y el cine y mis aficiones culinarias. No siempre en ese orden.
A. L.: ¿En que se diferencia un poeta de una “persona normal”?
D. C. A.: Normal es un término ambiguo, puesto que deriva de norma, y la norma cambia continuamente. Si me preguntas en qué se diferencia un tipo que escribe poesía de uno que no, te contestaré con una cursilada: en su manera de mirar el mundo.
A. L.: ¿Cual es tu rutina, tu mecánica y tu método de escritura?
D. C. A.: Trato (y no siempre consigo) de diferenciar el traje que me pongo cuando me siento frente al ordenador (porque sí, escribo siempre en ordenador, también un poema) el de narrador o el de poeta. Generalmente me gustan más las primeras horas del día. Trato (y no siempre consigo) de tener claro qué es lo que quiero decir y cómo lo quiero decir. No tengo ningún problema en tirar a la basura lo que hago si creo que no me ha salido bien, lo que sí me cansa a veces es pulir el poema. Soy un poco vago, y aunque llevo toda la vida estudiando las herramientas para hacerlo, con frecuencia me produce pereza. Cuando eso sucede dejo unos días la poesía y me pongo con la prosa.
A. L.: ¿Eres de los que llevan siempre un block o papel para ir anotando todas aquellas ideas que van surgiendo da igual donde se esté? ¿Piensas como Pablo Picasso que "la inspiración existe pero tiene que pillarte trabajando.. o como Umberto Eco que "Nada es más nocivo para la creatividad que el furor de la inspiración"?.
D. C. A.: Para nada. No soporto a los que van de poetas veinticuatro horas al día. La poesía es maravillosa, de lo mejor que se ha inventado, pero hay otras cosas en la vida: el fútbol, el sexo, las cañas, el Gran Hermano… Hay un momento para escribir. Claro que te surgen ideas para un verso en situaciones insospechadas, pero hay que ejercitar la memoria.
A. L.: ¿Cómo nacen tus ideas... Piensas que las ideas "inspiradoras" solo nacen de las vivencias y estímulos que recibes y vas construyendo a lo largo de tu vida... O pueden fluir cuando menos te lo esperas incluso sin tener nada que ver con tu entorno y vivencias?
D. C. A.: En mi caso lo más habitual es el poema poligenético, que nace de diversas cosas, de algo que no comprendo e intento explicarme. Puede ser algo que me ha pasado, algo que he leído o un absoluto del ser humano.
A. L.: ¿Cuales son tus referentes a la hora de escribir, "tus temas", de qué cosas escribes o puedes escribir y de cuales no, nunca, jamás...?
D. C. A.: Durante una época me obsesionó la idea del tiempo, en concreto qué hacemos con nuestro tiempo, que se escapa irreparable, como dice el latinajo. Aunque ésa es una constante de la poesía a lo largo de la Historia, como lo son el Eros y el Thanatos, que nos preocupan a todos. No he escrito jamás una oda al PP, y no creo que lo haga.
A. L.: ¿Tus influencias son fácilmente identificables, se asoman o dejan ver en tus versos o son adecuadamente controladas para que lo que surja finalmente sea una forma identificable, un todo representativo claramente personal?
D. C. A.: Cuando uno empieza a escribir es inevitable que su voz se parezca a lo que ha leído, es un rastro que todos vamos quitándonos de encima, algo así como el acento de provincias cuando llegas a la capital. A medida que se crece, poéticamente hablando, uno va sonando más a él mismo y menos a los demás. Pero nunca abandonamos por completo el deje pueblerino del que intenta imitar a los grandes. Por otro lado, que te comparen según con quién puede ser un halago.
A. L.: ¿Buscas la creación de estructuras para tus libros, o escribes poemas de manera libre y el tiempo ya dirá o terminará destapando elementos y descubriendo aspectos que conforman unidades o relacionan entre sí a diferentes poemas?
D. C. A.: Sí, por norma general sí busco la estructura a priori. Es una manera de otorgar consistencia y profundidad a aquello que ha motivado el conjunto. Hacerlo al revés me parecería forzar la idea, y podría salir una criatura de Frankenstein. No obstante, la idea de estructura no implica un monotema.
A. L.: En plena sociedad de la inmediatez y la prisa, ¿de dónde saca tiempo un poeta para escribir...?
D. C. A.: Ah, volvió a salir el tiempo… Como ya he dicho antes, la mayor parte de las veces del sueño. O eso o eres una persona tremendamente organizada, cual ni de lejos es mi caso.
A. L.: ¿Es o debe ser un poeta un comprometido con su tiempo... un militante de algo... implicarse socioculturalmente,,, piensas que la poesía debe ser "un arma cargada de futuro", o se puede ser poeta sin dejarse llevar por lo que acontece...?
D. C. A.: Tengo ideas contradictorias al respecto. De un lado pienso que la poesía o es eterna o no es, debe plantear absolutos categóricos y permanecer en el tiempo; de otro, creo que el poeta también es un ciudadano, un intelectual, un creador de corrientes de opinión que debe aprovechar su posición para alzarse contra la injusticia… Qué sé yo. A esta pregunta no te respondo con un sí ni con un no, sino todo lo contrario.
A. L.: Pablo Neruda dijo que: La Poesia no es de quien la escribe sino de quien la usa... ¿Podríamos ligarla con la pregunta anterior, no?
D. C. A.: Apúntate otra cursilada: la poesía se entrega a quien sabe amarla.
A. L.: ¿Es cierto eso que pienso a veces... que la poesía nos acorrala en un rincón de nuestras conciencias... hasta que escribimos y es entonces cuando nos deja escapar y nos libera... aunque solo sea por unos instantes, hasta que volvamos a sentirnos de nuevo atrapados por ella?
D. C. A.: Sí, y eso es precioso. Aunque uno a veces también se siente acorralado por otras cosas más mundanas: la hipoteca, la letra del coche, el dentista de los niños… Mucho mejor lo de la poesía.
A. L.: ¿Será verdad eso que dicen que la poesía solo la compran los poetas?
D. C. A.: A veces uno cree, algo hiperbólicamente, que hay más poetas que lectores. Existe cierta sobreproducción que al final exige al lector que sea escrupuloso discriminando. Es bueno que haya diversidad, lo que ya no me gusta tanto es que se baje el nivel de exigencia. Y si alguno nos quedamos en la criba, mala suerte.
A. L.: ¿Qué lee un poeta como tú que no se haya leído ya...?
D. C. A.: No he leído ni la mitad de lo que me gustaría, y de lo que he leído ni con la mitad de profundidad que debería. Siempre hay cosas que leer o releer, y cuando uno hace un descubrimiento se siente como quien desenmascara un secreto que a los demás les está vedado. La última vez me ha pasado con la prosa de Vicente Aleixandre, que es más poética que el verso de muchos.
A. L.: ¿Está tocada y herida la poesía... o está más viva que nunca?
D. C. A.: Como toda la cultura, la poesía anda con tos desde hace tiempo, pero es fuerte y sabrá reponerse, por más que los médicos no hagan más que destaparla y dejarla con el culo al aire. Abandonando la metáfora, conozco pocos países donde el respeto por la cultura sea tan escaso, y se haga de una forma tan flagrante impúdico desprecio de la memoria y el saber como aquí.
A. L.: ¿Es posible la poesía colectiva o es más bien un acto "íntimo y discreto"?
D. C. A.: ¿Por qué no las dos? Uno puede disfrutar en casa de la Marcha Radetzky o acudir al Concierto de Año Nuevo. Pues con la poesía igual.
A. L.: ¿Cómo ves el nivel y la calidad de la poesía actual? Hay muchos poetas jóvenes contemporáneos, ¿cuáles destacarías o sientes más cercanos, cuyas obras poética te parecen más destacables o incluso más cercanas a la tuya?
D. C. A.: Tanto nivel como calidad son realmente diversos. Se dispara mucho y en muchas direcciones. No es que crea que no se puede hacer una radiografía, pero precisaría más espacio y exhaustividad, porque hablar de la influencia de la red, de los blogs, etc. aun siendo verdad es quedarse un poco en la superficie. A la hora de destacar, no sé siguen considerándose jóvenes (creo que sí) pero yo los quiero mucho y nobleza obliga: la madrileña Sonia Bueno, cuya poesía rezuma esencialidad lírica, y Diego Medina Poveda, con diferencia el mejor poeta que conozco. De los jóvenes malagueños la distancia me hace saber poco. Me dicen que Cristian Alcaraz y Jorge Villalobos, por ejemplo, tienen voces interesantes.
A. L.: Volviendo al principio y a los orígenes, esos que nunca deben ser olvidados porque suponen nuestras referencias primigenias... ¿Algunos poetas de los de siempre que son imprescindibles y nadie debería dejar de leer nunca?
D. C. A.: De los de siempre casi todos son imprescindibles, por eso han sobrevivido al paso del tiempo. Diría nombres que todo el mundo conoce. Yo destacaré dos españoles de obra breve de los que me enamoro todos los veranos, Jorge Manrique y Garcilaso.
A. L.: Y regresando al presente: ¿Algunos poetas actuales o contemporáneos que son imprescindibles y nadie debería dejar de leer nunca?
D. C. A.: Me interesa cada vez más la poesía del grupo Cántico, y principalmente la de Pablo García Baena. En otros estilos totalmente distintos citaré a Benjamín Prado y a Joaquín Pérez Azaústre. No debe de ser casual que ambos, como yo (o yo como ellos) escriban narrativa además de poesía.
Pregunta que Diego Medina Poveda le lanzó desde su recientemente publicada entrevista: Explícanos tu manera de concebir un poema a diferencia de cuando concibes una novela. ¿Cómo afrontas la escritura?
Domingo César Ayala: La escritura de una novela requiere de un gran aparato estructural, mayor armazón. Sin embargo los detalles pueden escaparse en un determinado momento, y ello no es tan grave, ya que existe la posibilidad de cerrarlos páginas después. La labor de investigación también te obliga a manejar otros tiempos. En cuanto al lenguaje, lo principal es saber jugar con la polifonía, que no tiene nada que ver con abandonar el tono de la obra, sino con modularlo lo más posible. Para responder al tema de la poesía te dejo un pequeño fragmento de mi novela Y cuando vuelva… que sé que te gusta: Para escribir poesía hay que sentir el vuelo de un pájaro por la sangre, buscar las letras de cada silencio y arroparlas en un giro que desmonte los principios de cada concepto para convertirlo en el símbolo de algo nuevo, creado. Reinventar el lenguaje para que las palabras no digan, sino que pinten un sentimiento en la emoción de cada lector. Deben confundir y desconcertar, puesto que no hay una verdad absoluta en el mundo poético, ni siquiera aquella revelación que le es dada al poeta a través de la composición, de su petite mort lírica. La poesía surge en el instante, pero fluye a través del tiempo, incansable y eterna. Si es caduca, entonces es otra cosa, un engendro mal pergeñado, un testigo documental de lo efímero.
A. L.: ¿Quién crees que deberíamos entrevistar para este espacio dedicado a la poesía y qué pregunta le harías?
Al poeta y profesor de Derecho Antonio J. Quesada: Antonio, sé que a veces te saltas la valla de lo estrictamente legislativo en tus clases, incluyendo textos literarios o cinematografía. ¿Cómo insertarías a nuestro admirado Carlos Barral en una clase de Derecho Civil?
Blog http://fronteraabierta.blogspot.com.es/
Facebook: www.facebook.com/domingocesar.ayalamoreno
Construyo un personaje. Con todo.
Con cada frase que escribo y con cada una
que queda sin plasmarse en mi blog. Con
cada idea que tengo, con cada absurdo que comparto.
Procuro establecer siempre la distancia necesaria
para verlo como el comportamiento de otro,
de ése que yo no soy y quiero ser. De quien,
a pesar de mí, sigo siendo. Procuro establecer
una barrera entre mis actos y los procederes de la
normalidad, de la angustia que todos me producen.
Cuando esto sucede un río de satisfacción
inunda mi pecho, hasta que me doy cuenta
de que no es más que ilusión, fatuo engaño,
como toda sensación real. Mi mundo es etéreo,
virtual, irreal. Por eso construyo un personaje.
Entrevistas y reportajes - Entrevistas y reportajes literatura