Una nueva entega de nuestras entrevistas a poetas en esta red que sigue creciendo. En esta ocasión entrevistamos a Francisco Ruíz Noguera que dirige su pregunta a Alejandro Díaz del Pino y Cristina Consuegra.
·Entrevista: Miguel Ángel Barba | Fotos: del propio autor y web
Aforo Libre: ¿Para qué "no sirve" la poesía?
Francisco Ruíz Noguera: Para la insistencia en lo obvio, en lo tópico, en lo trillado. La poesía debe intentar una mirada nueva –por modesta que sea– a través de la inagotable riqueza de la palabra.
A.L.: ¿Cómo llegaste a la poesía y cuáles fueron tus comienzos... Tus primeras lecturas y tus primeros pinitos?
F. R. N.: En la adolescencia, a través de la lectura. Primero fueron los poemas incluidos en los libros de texto, luego la lectura de algunos poetas concretos y de algunas antologías: Juan Ramón Jiménez, Bécquer, Antonio Machado, Lorca y Miguel Hernández están entre los primeros que leí con conciencia de búsqueda. Luego vendrían Cernuda y Vicente Aleixandre. Los poetas de otras lenguas vinieron después. Me gusta recordar la importancia que tuvo una gran profesora del instituto de Martiricos, doña Elena Villamana, en su recomendación del libro Aminadab de Alfonso Canales, a partir de ahí llegué al resto de la obra de este gran poeta malagueño.
A.L.: ¿y después... pasaste por colectivos poéticos, revistas...?
F. R. N.: No soy muy dado a formar parte de “grupos poéticos”, no obstante, en los inicios, estuve ligado al grupo “Banda de Mar” que editaba la revista del mismo nombre; se imprimía en el taller de Francisco Peralto que, junto con Antonio García Velasco, era el impulsor de aquel proyecto, que duró poco tiempo. Mucho más adelante, fundé la revista El Laberinto de Zinc, un proyecto personal que duró unos años y que no descarto retomar algún día. También fundé –durante mi etapa de vicedecano de cultura de la Facultad de Filosofía y Letras– la revista Robador de Europa, en este caso, convoqué a una serie de jóvenes poetas que entonces estudiaban allí para que formaran parte del consejo de redacción (Julio César Jiménez, Juan Carlos Martínez Manzano, José Antonio Padilla, Raúl Díaz Rosales, Almudena Gutiérrez, Julia Osuna, Miguel Hernández Torralbo, José Manuel Pozo). Por otra parte, he formado parte del consejo de redacción de algunas revistas, entre ellas, El Maquinista de la Generación, del Centro Generación del 27 de la Diputación de Málaga.
A.L.: ¿Donde has publicado y qué hasta ahora...?
F. R. N.: Además de diversos cuadernos, he publicado los siguientes libros:
-Campo de pluma, Granada, Ánade. Granada, 1984.
-Laberinto, Málaga, Corona del Sur, Col. Colección Jardín Cerrado, 1985.
-La manzana de Tántalo, Málaga, Diputación Provincial, Col. Puerta del Mar, 1986.
-Pentagrama, Málaga, El Guadalhorce, ed. Ángel Caffarena, 1987.
-La luz grabada, Córdoba, Ayuntamiento, Col. Ricardo Molina, 1990.
-Simulacro de fuego, Madrid, Ediciones Libertarias, 1993.
-Arte de restaurar, Madrid, Ed. Huerga & Fierro, 1997.
-Campo de pluma. Poesía reunida (1972-1995), intr. de A. García Berrio, Málaga, Ayuntamiento, Col. Ciudad del Paraíso, 1997.
-El año de los ceros, Madrid, Visor, 2002.
-El oro de los sueños, Madrid, Hiperión, 2002.
-Memoria. Antología poética, intr. Vicente Luis Mora, Málaga, Col. Monosabio, 2004.
-Materia griega, Córdoba, CajaSur, Col. Cuadernos de Sandua, 2005.
-Ventanas interiores. Antología poética, intr. Antonio Aguilar, Fundación Málaga, Col. Las Cuatro Estaciones, 2008.
-Arquitectura efímera, Madrid, Visor, 2008.
-Otros exilios, Huelva, Diputación, Col, JRJ, 2010.
A.L.: Dicen algunos que poeta no es solo quien escribe, sino también quien vive como un poeta... O dicho de otra forma, la poesía no solo se escribe sino que se vive, ¿o habría que decir que se sobrevive a ella...? o ¿quizá sea un mito?
F. R. N.: A veces es complicado poner –y mantener– fronteras. Puede que determinada forma de afrontar la vida pueda hacerla partícipe de “lo poético”. Y es cierto que a diversas formas de expresión artística se les da esta misma consideración; sin embargo, soy de los que cree que la poesía es una cuestión de lenguaje, un arte verbal, de manera que fuera de la palabra –bien de la escritura o, por supuesto, de la oralidad– solamente de forma figurada puede hablarse, en rigor, de que estemos ante un poema. Incluso la poesía visual o experimental –donde la plástica es un valor fundamental– tiene su raíz en la palabra.
A.L.: ¿y... cómo es el día a día de un poeta?
F. R. N.: Supongo que como el de cualquier persona; puede que con una cierta propensión a una mirada incisiva y desprejuicida sobre el entorno, pero esto, naturalmente, no es exclusivo del poeta. Desde luego, lo que me horroriza es eso de “ir de poeta por la vida” o de “vivir en poeta” que algunos dicen.
A.L.: ¿En que se diferencia un poeta de una persona normal?
F. R. N.: ¿Es válida esa dicotomía “poeta / personal normal”? En todo caso, ver la respuesta anterior.
A.L.: ¿Cual es tu rutina, tu mecánica y tu método de escritura?
F. R. N.: Casi siempre parto de una imagen inicial. A veces, es una imagen verbal, un ritmo, pero puede ser también una imagen plástica. Por lo general, eso es lo que desencadena el proceso de escritura que, en mi caso, suele ser lento.
A.L.: ¿Eres de los que llevan siempre un block o papel para ir anotando todas aquellas ideas que van surgiendo da igual donde se esté? ¿Piensas como Pablo Picasso que "la inspiración existe pero tiene que pillarte trabajando... o como Umberto Eco que "Nada es más nocivo para la creatividad que el furor de la inspiración"?
F. R. N.: En principio, no anoto nada, salvo la “anotación mental” que, si persiste, dará paso a la escritura. Como decía antes, el poema puede partir de una imagen, pero, luego, lo fundamental está en el tratamiento verbal que esa imagen requiere hasta convertirse en poema. Es un proceso que requiere dedicación. La improvisación, que puede ser valiosa como materia prima, puede ser enemiga de ese arte verbal que es el poema.
A.L.: ¿Cómo nacen tus ideas... Piensas que las ideas "inspiradoras" solo nacen de las vivencias y estímulos que recibes y vas construyendo a lo largo de tu vida... O pueden fluir cuando menos te lo esperas incluso sin tener nada que ver con tu entorno y vivencias?
F. R. N.: Creo que todo surge de tu experiencia vital. Ha de tenerse en cuenta que en esa “experiencia vital” no están solamente los “momentos límites”, sino todo lo que tiene que ver con lo vivido (lo soñado, lo imaginado, está también, naturalmente, entre lo vivido). El poema puede tener como punto de partida la contemplación de un cuadro o un paseo por las calles viendo escaparates, la lectura de un libro o un día de compra en el mercado, una experiencia amorosa o un viaje en metro… No hay temas “poéticos” en sí mismos, es la mirada del poeta y la palabra (el tratamiento de la palabra) lo que hace que cualquier experiencia que hemos vivido (soñado, imaginado…) pueda convertirse en materia del poema.
A.L.: ¿Cuáles son tus referentes a la hora de escribir, "tus temas", de qué cosas escribes o puedes escribir y de cuales no, nunca, jamás...?
F. R. N.: Como digo, todo puede ser objeto de poema. En mi poesía, puede que haya una mayor presencia de la temporalidad, la memoria y la reflexión sobre el lenguaje, pero está también lo cotidiano.
A.L.: ¿Tus influencias son fácilmente identificables, se asoman o dejan ver en tus versos o son adecuadamente controladas para que lo que surja finalmente sea una forma identificable, un todo representativo claramente personal?
F. R. N.: Entre las “experiencias vitales” del poeta, están sus lecturas; de ellas, se ha ido formado –una cuestión de “afinidades electivas” – su tradición. No creo que haya un poeta (en general, un artista) sin tradición o tradiciones. La aspiración está en, sin negar eso –que creo incuestionable–, asimilarla, hacerla propia y llegar a un lenguaje personal, identificable como tuyo. Es lo que procuro.
A.L.: ¿Buscas la creación de estructuras para tus libros, o escribes poemas de manera libre y el tiempo ya dirá o terminará destapando elementos y descubriendo aspectos que conforman unidades o relacionan entre sí a diferentes poemas?
F. R. N.: Busco, de manera consciente, una estructura en mis libros, hasta el punto de que, no es raro que mantenga “en curso” más de un libro, de tal manera que, los poemas que –con cierta lentitud, como dije antes– voy escribiendo se van incluyendo en uno u otro según respondan a una u otra mirada sobre la realidad.
A.L.: En plena sociedad de la inmediatez y la prisa, ¿de dónde saca tiempo un poeta para escribir...?
F. R. N.: Soy noctámbulo, de manera que casi todo lo que escribo (no solo la poesía) se debe a la madrugada.
A.L.: ¿Es o debe ser un poeta un comprometido con su tiempo... un militante de algo... implicarse socioculturalmente…, piensas que la poesía debe ser "un arma cargada de futuro", o se puede ser poeta sin dejarse llevar por lo que acontece...?
F. R. N.: El poeta, como ciudadano que es, puede estar comprometido –o no– con lo que crea oportuno. Difícilmente se puede ser impermeable a lo que sucede en el mundo, todo forma parte de la “experiencia vital”, así es que, de acuerdo con lo dicho antes, también las cuestiones sociales pueden ser materia de poema; es el tratamiento verbal que se les dé lo que hará que el resultado sea un poema verdadero u otra cosa. En esto, estoy totalmente de acuerdo con Caballero Bonald, que lo ha explicado magistralmente.
A.L.: Pablo Neruda dijo que: La Poesía no es de quien la escribe sino de quien la usa... ¿Podríamos ligarla con la pregunta anterior, no?
F. R. N.: Tal vez podría ligarse si el sentido que se le da al término “uso” es exclusivamente el de “utilidad práctica”. Tal vez Neruda no se quedaba solamente en esa inmediatez y –sin descartarla– ampliaba más el campo; desde este punto de vista, sí creo que la poesía es de quien la “usa” (la recibe, la disfruta, etc.)
A.L.: ¿Es cierto eso que pienso a veces... que la poesía nos acorrala en un rincón de nuestras conciencias... hasta que escribimos y es entonces cuando nos deja escapar y nos libera... aunque solo sea por unos instantes, hasta que volvamos a sentirnos de nuevo atrapados por ella?
F. R. N.: Hay mucho de cierto en eso. Es una buena forma de explicar el porqué de la necesidad de escribir.
A.L.: ¿Será verdad eso que dicen que la poesía solo la compran los poetas?
F. R. N.: Aunque el número de lectores de poesía no alcance el de otros géneros, no creo que se reduzca solo al ámbito de los poetas (lectores también, al fin y al cabo), aunque sí creo que es de estos de donde más se nutre.
A.L.: ¿Qué lee un poeta como tú que no se haya leído ya...?
F. R. N.: ¿Qué no se haya leído ya? No sé. Soy bastante fiel a determinados poetas que considero clásicos (antiguos y contemporáneos). Por lo general, procuro estar también atento a voces nuevas. Por otra parte, cuando me acerco a la poesía, lo hago sin prejuicios de ningún tipo.
A.L.: ¿Está tocada y herida la poesía... o está más viva que nunca?
F. R. N.: La poesía verdadera no puede estar herida porque la poesía está en la lengua, y la lengua es consustancial al ser humano.
A.L.: ¿Es posible la poesía colectiva o es más bien un acto "íntimo y discreto"?
F. R. N.: Como juego, está bien la experiencia de “la poesía colectiva”, de hecho, he participado alguna vez en ensayos de este tipo, no obstante, por mi forma de escritura, creo que el poema se va haciendo en el territorio de lo íntimo. Creo que es discutible, incluso, que las “experiencias colectivas” lo sean en realidad, ¿no son más bien una suma de intimidades que, en un momento determinado, se hacen públicas o se comparten?
A.L.: ¿Cómo ves el nivel y la calidad de la poesía actual? Hay muchos poetas jóvenes contemporáneos, ¿cuáles destacarías o sientes más cercanos, cuyas obras poética te parecen más destacables o incluso más cercanas a la tuya?
F. R. N.: En la actualidad se publica mucho y, naturalmente, hay de todo: repetición, “novedad” continuista y apuestas verdaderas. Creo que sí hay algunos poetas jóvenes que no se quedan en la repetición ni en el efectismo de un momento y que tienen voluntad de verdadera búsqueda y voz reconocible. Como dije, procuro estar al tanto de lo que hacen los más jóvenes, de hecho, hace unos años publiqué un par de recopilaciones en las que, con voluntad ecléctica, recogía un buen número de nuevas voces malagueñas, las titulé Frontera Sur y Clave de Sol.
A.L.: Volviendo al principio y a los orígenes, esos que nunca deben ser olvidados porque suponen nuestras referencias primigenias... ¿Algunos poetas de los de siempre que son imprescindibles y nadie debería dejar de leer nunca?
F. R. N.: En cuanto a poetas de lengua española: nuestros clásicos (sobre todo, Góngora, San Juan de la Cruz, Quevedo); de los clásicos contemporáneos, Bécquer, Rosalía de Castro, Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Cernuda, Aleixandre, Borges, García Baena, Canales, Caballero Bonald, Valente, Brines, Juarroz. En cuanto a poetas de otras lenguas (en este caso, si no se domina el idioma, cuidado con la traducción que se elige): Safo, Horacio, Catulo, Keats, Poe, Whitman, Baudelaire, Verlaine, Emily Dickinson, Cavafis, Wallace Stevens, Montale, Auden, Vinyoli.
A.L.: Y regresando al presente: ¿Algunos poetas actuales o contemporáneos que son imprescindibles y nadie debería dejar de leer nunca?
F. R. N.: ¿Qué tal los del siglo XX de la pregunta anterior?
A.L.: ¿Quién crees que deberíamos entrevistar para este espacio dedicado a la poesía y qué pregunta le harías?
F. R. N.: Como la cosa parece que va de poetas malagueños, me gustaría preguntarle a un o una joven (¿por ejemplo, Alejandro Díaz del Pino o Cristina Consuegra?) su opinión sobre la poesía que se escribe en Málaga.
Intenta rescatar
la historia de un fragmento
cualquiera de tu vida.
Intenta, por ejemplo,
componer, como un puzzle,
los días de un verano
que creíste dichoso.
Una pieza:
la luz del mediodía
brillando en la terraza.
Otra más:
el mar y sus destellos
sobre la piel rosada de los hombros.
Puede que sigan vivos
el recuerdo del tacto
de un cuerpo que creíste para siempre,
la oscura claridad de una mirada,
el perfil de unos labios.
Con tan breve equipaje
trabaja la memoria,
maestra en levantar
—a base de un desorden de retazos—
un retablo de humo
sobre el fondo de sombras
que dominan las piezas del olvido.
Francisco Ruiz Noguera
(Del libro El oro de los sueños, Madrid, Hiperión, 2002)
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