24/04/2016. XIX Festival de Málaga. Cine Español. Grastroweekend.
Texto: Miguel Ángel Barba | Fotos: Joanna Smith y Miguel Ángel Barba
Un regalo para nuestros sentidos en una experiencia multisensorialCon un anfitrión de solvencia y pretigio reconocidos en Málaga como es Domi del Postigo llevando la batutta como él sabe hacerlo, dio inicio el evento -40 minutos después de lo previsto- en un domingo cálido, soleado y lisonjero que nos deparaba muchas sorpresas agradables.
De entrada, el cortometraje documental de Diego Erreka y producido por Food & Groove Films, Sr Erreka Films y Diego Gallegos, atesora en sus 15 dinámicos minutos, toda la filosofía y forma de entender la vida de su protagonista, Diego Gallegos (Sollo Restaurante), quien el año pasado fue el Cocinero Revelación en la Madrid Fusión y reciente Estrella Michelin. El propio chef, junto a Erreka presentaron el corto, en el que pudimos apreciar la importancia y necesidad del cultivo y la acuicultura ecológica (Caviar ecológico de Riofrío), los productos y platos de temporada y de la inmersión de la sostenibilidad en todos los procesos y pasos de nuestras vidas.
Por otra parte, este trabajo nos invita a evitar la continuidad de hechos que han propiciado que nuestras aguas y nuestras tierras estén en un estado de contaminación insostenible. Nos alerta de que ésta llega a nuestra propia salud y cómo se evita desde el compromiso, en todos los ámbitos y actos cotidianos. Es lo que pretende desde el Sollo, su restaurante en Benalmádena, el cocinero brasileño afincado en Málaga, apasionado del caviar y del esturión. Piensa global y actúa local. Comienza con tu propio huerto en el restaurante, composta tus residuos.
Muy interesante y necesario, cortometraje y experiencia, en pleno corazón del despropósito costasoleño.
Con un tempo digno de lo que quiere resaltarse y que alcanza al espectador, incluso un cierto halo romántico que no desafina en absoluto, contrasta con lo que han venido a vendernos en muchos programas concursos mediáticos como cocina moderna y de alta gama: competitividad, estrés, ritmo frenético, señor sí señor...
Veinte cocineros y propietarios gallegos, pertenecientes todos ellos al Grupo Nove (ocho estrellas Michelín), van alternando sus puntos de vista, sensaciones y propuestas con imágenes de la provincia, de sus riquezas naturales, paisajísticas y gastronómicas, de sus gentes, al tiempo que van acercando al espectador los diferentes procesos que llevan hasta las mesas esos manjares divinos, desde los cultivos, pescas o crías, tradicionales y de vanguardia al mismo tempo, hasta el emplatado.
Con un cuidado y preciosista trabajo fotografico el documental se muestra como una guía viva de la rica y variada gastronomía, huertas, ganaderías, pesquerías, cultivos, bosques, así como de restaurantes seductores, entrañables y lugares míticos: Rías Baixas, Ribeira Sacra, Islas Atlánticas, Ría de Arousa, O Grove. Cualquiera de estos lugares puede sin dificultad transportarnos solo con pensar en ellos a otras dimensiones, trasladarnos en el tiempo. Las mismas dimensiones que logra rezumar el documental: lo tradicional, lo bien hecho, el fogón y la lumbre, el vísteme despacio que tengo prisa, el caldero de la abuela, la recolección a mano, la ganaderia en entornos naturales y con una alimentación congruente y lógica, los productos que nos abren los sentidos. Todo ello imbricado en los modos y técnicas contemporáneas. Y de sentidos se trata sin lugar a dudas. Porque quienes tuvimos la suerte de estar en el Cine Albéniz pudimos notar satisfechos todos nuestros sentidos. Todos sin excepción estuvieron tentados y colmados por múltiples y diferentes estímulos.
Sin lugar a dudas la película es un notable trabajo de Baamonde,un canto a la sensibilidad y todo un regalo para el oído y la vista. El resto de sentidos tuvieron que esperar al final de la proyección.
Tras la proyección una mesa redonda en la que participaron además del director, Pepe Solla (Restaurante Casa Solla en Poio), Javier Olleros (Restaurante Culler de Pau en O Grove) y Santiago Pérez, productor agrícola y co-protagonista del film.
Al inicio de la mesa redonda reflexión sobre la escasez de mujeres en la alta cocina y como emprendedoras en el mundo de la gastronomía como consecuencia de la falta de implicación de los hombres en sus hogares. Paso de puntillas sobre los temas ecológicos tan destacados en el corto anterior -otra asignatura pendiente para todo el sector en general que sigue confundiendo lo ecológico con lo tradicional- y tras unas breves palabras de los contertulios, el resto de sentidos comenzaron a satisfacerse también. Primero con una hermosa interpretación de uno de los temas de la banda sonora de la película a cargo de Radio Pesquera -de los que hablaré en el siguiente apartado- que produjeron ese abrir de poros imprescindible para que al repartirnos los posaplatos de madera notaramos en nuestras manos esas primeras texturas que faltaban y que el tacto de algún alimento resaltó y ya el primer olor, a madera y brea, se hizo patente.
Y es que a partir de ahí la conversación amena de los contertulios, la presentación de las viandas con las que fuimos agraciados para degustar, los ricos caldos que las acompañaron -Vía Romana D. O. Ribeira Sacra, y vermú galego Nordesia-, las preguntas desde el público y la música, se precipitaron como alcatraces en las Islas Cíes, y ya todo fue un fluir de sensaciones como entre espumas en un rompiente.
A modo de desfile, sus creadores Pepe Solla y Javier Olleros presentaron y describieron los pequeños tesoros que nos iban ofreciendo y que fueron estallando en nuestro paladar como una partitura perfectamente hilvanada, con sus armonías, su ritmo, sus coloraturas, cromatismos y silencios: pinchos de Caldo de salazones, Navaja Islas Cíes en agridulce de pimentón, Pescado azul con encurtidos, Mejillón Ría de Arousa en curry verde y aguacate, Zanahoria con "ramallo de mar", Pechuga de gallo de Vila deCruces marinada con ajoblanco de anacardo y mole, Carbonara de queso y yema de huevo y Maki-pan de lacón con grelos.
Un verdadero privilegio poder extraer los mil sabores, terciopelos y aromas a tan sabrosas como elaboradas recetas en esa suerte de cata dominical. Algunos de esos sabores, únicos y probablemente irrepetibles para muchos de los allí presentes y el común de los mortales, aun se paladean en la memoria mientras escribo.
Radio Pesquera. Este nombre quizá no diga mucho a muchos, a mí tampoco me lo decía hasta que indagué, los reconocí y oí. Tras este nombre se refugian ni más ni menos que Pablo Novoa, autor de la Banda Sonora y Nono García. Y es aquí donde descansa en gran parte la carga evocadora, del documental y del evento. Una música cautivadora y por momentos cargada de ternura, unas delicias de melodías surgidas de los dedos de estos dos maestros de la guitarra. La banda sonora avanza de la mano de la película como toda banda sonora debe hacerlo, parece que no se nota, no se siente protagonista, pero ¡ay si se elimina!, es más que probable que no pudieran conseguirse tantos momentos mágicos, desaparecieran muchos guiños cómplices, algunos giros no funcionaran y que el tempo conseguido en la película, para mí de lo mejor, se desequilibrara.
Gastroweekend, es una suerte de Fin de semana Gastronómico pero en estilo moderno y de vanguardia. Lo otro suena como más antiguo, paleto... español. Gastroweekend entronca mejor con un Festival de Cine Español y en español, que celebra su XIX edición en el año que conmemoramos el 400 aniversario de la muerte de Cervantes.
Pero ya sabemos que vivimos en una sociedad en multi-crisis en la que hay que ahorrar hasta palabras. Porque la palabra es tiempo.
No crean que nada de lo que acabo de usar como final es baladí, porque del tiempo, las palabras, estilos, sentidos, sociedad modernidad y tradiciones va la experiencia de hoy que me he regalado relatarles. Y como en toda experiencia multisensorial es necesario tomarse su espacio y su tiempo.
Pero para ello tenemos que olvidarnos por un momento que nos hallamos inmersos en la "sociedad de la inmediatez" y abonados a la "cultura del chino y el todo a cien", y cultivarnos a nosotros mismos, a ser posible de una forma tradicional y moderna, de un modo sostenible y tranquilo, despertando y reeducando nuestros sentidos, en gran parte atrofiados por todo lo que nos rodea y envuelve. Es la única forma de poder y saber apreciar estos regalos y milagros que aun nos aporta la vida. Como lo que se cocina en el fin del mundo, allá cerca de Finisterre.
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