31/07/2017
Entrevista: Javier Rodríguez Barranco | Fotos: Escena 10
Nos reunimos en la calle Sánchez Pastor de Málaga con Gloria López, Yolanda Núñez y Gloria del Pino.Directora, actriz y directora musical, respectivamente, del grupo malagueño de teatro Escena 10, que se centra en la representación de obras para fines sociales. Ay, ay, ay, la calle Sánchez Pastor y su mítico bar La Buena Sombra. Qué tiempos, ah, qué tiempos.
AL ¿Cómo nace Escena 10?
G. López Escena 10 nace de un grupo anterior denominado El carromato, del que nos separamos un grupo de actores y fundamos Escena 10, porque en el aquel momento éramos diez personas. Ahora mismo quedamos muy poquitos, pero inicialmente éramos diez personas.
AL ¿Por qué nace Escena 10? ¿Qué buscáis con este grupo?
G. López Buscamos en primer lugar pasarlo bien, luego mejorar en cuanto a técnica teatral y, por fin, nosotros montamos obras a beneficio de cualquier colectivo que lo necesite.
AL ¿Cómo ha sido vuestra relación con las asociaciones benéficas y con cuáles habéis colaborado?
G. López Fenomenal, la relación con las asociaciones fenomenal. Ahora mismo, de memoria, te puedo decir que hemos trabajado para los Ángeles Malagueños de la Noche, la Fundación Ronald McDonald, que acoge a niños, hemos colaborado también con Manos de Luz.
AL ¿Qué me puedes decir de Carlos Álvarez?
G. López Algunos miembros del grupo le conocíamos ya personalmente y en el momento en que estábamos haciendo Adulterios, de Woody Allen, se enganchó al grupo, le escribí un pequeño papel e hizo una actuación y lo nombramos padrino del grupo. Él es muy cariñoso, si su agenda se lo permite, viene a vernos y por nuestra parte, aparte del cariño, la admiración que sentimos por él.
AL Ya que has mencionado Adulterios, ¿cómo es la faceta teatral de Woody Allen?
G. López Muy parecida a la faceta de cine: trabaja con el doble juego, con el enredo. Sin embargo, no utiliza muchos personajes, según estamos acostumbrados del cine, pero con muy pocos personajes tiene la capacidad de formar un lío horroroso con una dialéctica de doble sentido. Entonces es muy divertido trabajar a Woody Allen, pero no es sencillo, porque son obras que requieren de mucho ritmo. Son personajes muy histriónicos, muy deprimidos, también, como él. Y la gente lo pasa muy bien.
AL Vosotros no vivís profesionalmente del teatro, sino que Escena 10 básicamente es una ONG, donde sois todos voluntarios. ¿Cómo os apañáis para ensayar?
G. López Es complicado, porque aquí nadie cobra. Es más, no es que no cobremos, es que nos cuesta el dinero. Entonces es complicado en estas circunstancias que la gente dedique dos horas semanales a los ensayos. Hay que cuadrar los horarios, porque cada uno tiene un trabajo, una vida, unas cargas familiares y si hay que ensayar los domingos, se ensaya los domingos.
AL ¿Dónde ensayáis?
G. López Nosotros tenemos relación con la Escuela de Arte Dramático, que es donde ensayamos. Yo, por ejemplo, he colaborado muchos años con los musicales de la Escuela. Pero, vamos, aunque no existiera esa relación, la Escuela está siempre abierta para grupos, porque allí hay muchos grupos que son como nosotros y que no tienen relación personal con la Escuela y que también ensayan allí.
AL ¿Cuál fue vuestra primera obra y cómo fue la experiencia?
G. López Catastrófica. La primera obra fue Sólo para parejas, de Juan José Millán, y aquélla fue la primera vez que yo dirigía, así que ahí todo el mundo hablaba, todo el mundo opinaba y fue horrible.
AL ¿Cómo continuasteis?
G. López Después hicimos Adulterios, tras la cual montamos El método Grönholm, de Jordi Galcerán. Luego una obra de pequeño formato donde solamente eran tres actrices, mujeres a lo largo de la historia en clave de humor, Las hijas de Eva, de Santiago Serrano. Lo intentamos también con La dama del mar, de Henrik Ibsen, que se estuvo ensayando durante mucho tiempo, pero esta obra yo no sé si las musas se pusieron de acuerdo o si coincidió así, pero los diversos miembros del grupo tuvieron problemas personales y en algunos casos problemas muy gordos y no se llevó a escena.
AL ¿Contáis con colaboradores? Porque si no, todo es para vosotros solos es un esfuerzo descomunal.
G. López Tenemos la suerte de contar con gente que colabora con nosotros también de manera voluntaria, como maquilladoras o peluqueras, gente que tiene tiendas de ropa y ha puesto vestuario para los actores.
AL Llegamos así a la obra que estrenasteis el pasado 29 de junio en La cochera cabaret: El color del día, de Héctor Olibori. ¿Qué os motivó a montarla?
G. López La leí y me encantó. Son dos mujeres y a mí me gustó la temática, pero el reto era que de una pieza que son doce páginas, yo tenía que montar un espectáculo de una hora. La obra parece una escena y se consiguió un espectáculo de una hora y veinte minutos. Pero en tan breve extensión hay todo un abanico de sentimientos y vivencias. Se trata, además, de un espectáculo donde quisimos que hubiera música en directo y un cantante. No había nada enlatado y lo que yo quería transmitir con esta obra son los distintos estados de ánimo por lo que puede pasar una persona en diferentes momentos de su vida. Hay un flashback en la historia y las actrices retroceden veinte años en sus vidas y luego vuelven al presente, todo lo cual juega mucho con el tiempo y con la evolución de cómo vemos las cosas ahora y cómo las veíamos antes y el daño que eso nos hizo.
AL Yolanda, tú interpretas el papel de Melina en El color del día, ¿cómo ves este personaje?
Yolanda Melina es una mujer amargada por su situación actual. Inválida, sufriendo dolores tantos físicos como emocionales. Un amor mantenido en silencio en el tiempo merma su alma. La verdad es que me da la amarga libertad cuando alcanza la muerte.
AL ¿Cuál ha sido hasta ahora el papel más exigente al que te has enfrentado?
Yolanda Sin duda alguna el personaje de Laura en Hay que deshacer la casa, de Sebastián Junyent. Cuando sientes e intentas hacerte con el personaje, descubres sus carencias, impostas sus reacciones, empiezas a excusarlo y a intentar entenderlo, descubres la realidad de muchas personas, no personajes, que haces tuyos hasta defenderlo. La realidad es otra Y el agotamiento por sentirlo te hace amarlo, comprenderlo y hasta llegar a excusarlo. Te quedas exhausta de tanta lucha hasta hacerlo tuyo. Es ahí donde empieza el Amor.
AL Pasamos a Gloria del Pino, que has llevado el peso de la parte musical de El color del día. En primer lugar, háblanos de tu trayectoria profesional como música.
G. del Pino Toco el arpa, un instrumento con el que empecé a los diez años, pero llevo con la música desde los ocho y ahora que tengo veintitrés, puedo decir que he tenido la suerte de poder estudiar en Moscú y ahora estoy estudiando en París. Para mí El color del día fue también un reto en la parte que me toca, porque volvía de París el 20 de junio y no era un proyecto en el que tuviera que tocar yo sola, sino que tenía que coordinar al resto de músicos, ensayar y demás, pero estoy bastante contenta de los resultados.
AL ¿Cómo son tus vivencias de esta obra?
G. del Pino Completamente positivas, porque a mí, como músico me gusta mucho participar en obras de teatro porque no es un concierto, donde, de acuerdo que los músicos jugamos con las sensaciones que produce la música e intentamos transmitírselas a los oyentes. Digamos que en un concierto intentamos crear una atmósfera, pero en una obra de teatro la atmósfera se crea sola porque lo ves y siempre tienes a los actores que te ayudan a crear esa atmósfera, por lo que no recae todo sobre ti. Entonces a mí me entusiasma participar en estos proyectos, porque me siento parte de esa atmósfera que se crea.
AL ¿Cómo fue tu relación con los otros músicos que intervienen en El color del día? ¿Los conocías ya?
G. del Pino Éramos tres: Roberto Simone, que es el cantante, David Campos, que toca la viola y yo. A David sí le conozco porque es un buen amigo mío y he tocado con él muchas veces, entonces nos entendemos bien. Y con Roberto me sorprendí, porque fue muy fácil trabajar con él, todo iba muy fluido. Y fue todo muy sencillo, dentro de la dificultad que era interpretar a Elvis o Etta James.
G. López Es que la banda sonora de la obra es Elvis adaptado al arpa.
AL (dirigiéndose a Gloria del Pino) ¿Por qué elegiste el arpa?
G. del Pino Yo creo que ésa es la pregunta que más veces me han hecho en mi vida y después de años de preguntármelo yo a mí misma, al principio no sabía ni dar una respuesta concreta para mí, porque era muchísimas cosas las que habían influido en la decisión. Entonces, un día creo que me di cuenta de por qué tocaba el arpa y fue tomando como referencia a Harry Potter: yo creo que el instrumento musical no se elige, sino que es el instrumento musical el que te elige a ti, de la misma manera que no es el mago el que elige a la varita, sino que es la varita la que elige al mago.
AL Puesto que Gloria López es tu madre, ¿cómo ha sido tu relación con ella como directora?
(Risas)
G. del Pino Muy bien. De hecho, es mucho más fácil llevarse bien con mi madre como directora, que como madre, porque como directora la ves venir, ¡cómo madre, no! (más risas). Y yo soy su hija, o sea que yo debería saber, pero mi madre es una caja de sorpresas. Yo nunca sé, por ejemplo, qué regalo le va a gustar.
G. López Si lo mejor que tienen los seres humanos es el misterio.
G. del Pino Claro, claro, pero cuando una persona te tiene que regalar algo es más difícil.
AL Última pregunta para ti, Gloria López: ¿para cuándo tenéis previsto volver a montar El color del día?
G. López Pues a partir del otoño empezaremos a hablar con distintos teatros de Málaga y con distintas asociaciones, que nunca nos dicen que no. El problema es venderle la historia a los teatros, pero gracias a Dios, ya nos conocen en algunos sitios y tengo una cierta relación personal con gente que maneja estos temas, y no es que haya enchufismo, sino que simplemente me escuchan y saben que lo que voy a hacer está bien hecho. Con la SGAE también tengo alguna relación, porque nosotros que montamos obras con fines benéficos, no pagamos los derechos de autor. De hecho fue muy curioso cuando actuamos para los Ángeles Malagueños de la Noche, porque el precio de la entrada era comida, cada uno lo que quisiera llevar, y entonces, ¿cómo se pagan entonces los derechos de autor? Le podía haber enviado una caja de mantecados o unos choricitos, porque dinero no tocamos, y la chica de la SGAE se partía de risa. Entonces, a partir del otoño empezaremos las gestiones. También queremos llevar El color del día en la Escuela de Arte Dramático, que impresiona un poco, pero hay que ir.
AL Pues habrá que estar pendiente de cuándo se vuelve a montar esta obra y habrá que hacer una reseña en condiciones.
Nos despedimos.
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