III Premios Ateneo de Teatro
Entrevista: Cristina Gandarias | Fotos: facebook y Ateneo
Con motivo de los III Premios Ateneo de Teatro desde Aforo Libre hicimos una serie de preguntas a los entrevistados para completar la crónica de la gala y para darle difusión a los premiados como reconocimiento a sus talentos y el trabajo que vienen haciendo. Finalmente estamos publicando las entrevistas una a una porque los ganadores se lo merecen.
Reconocida profesional malagueña, actriz, directora teatral, dramaturga y profesora de interpretación. Se tituló en Arte Dramático por la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga. A lo largo de su carrera profesional ha trabajado como monitora de teatro en centros escolares de Málaga y es cofundadora y directora de la compañía Brea Teatro. Ha participado como actriz en la película La isla mínima donde fue nominada el Premio Goya a la mejor actriz de reparto y premiada como Mejor Actriz de Reparto por La Unión de Actores y Actrices. Forma parte de la generación de actores donde están Adelfa Calvo, Joaquín Núñez, Juanma Lara, entre otros. Todos éstos, al acabar sus estudios en la ESAD de Málaga, optaron por quedarse en su tierra y trabajar desde Málaga. El tiempo les dio la razón: No es fácil, pero se puede.
Nuestra redactora Cristina Gandarias le hizo las siguientes preguntas:
Aforo Libre: ¿Qué dificultades te has encontrado en el proceso de montaje de la obra?
Mercedes León: En realidad no me he encontrado con muchas, y con las que me he topado, afortunadamente no han resultado insalvables. Quizás lo que planteaba más dificultad al principio, fue el adecuarnos a los espacios de ensayos; coincidieron estos con el Festival de Cine, así que la primera semana y parte de la segunda, estuvimos ensayando en otros lugares, pero fue bien porque en ellos realizamos las primeras tomas de contacto, rompimos el hielo, nos fuimos adaptando unas a otras, tuvimos una charla con el autor, lecturas de la obra adentrándonos más en los personajes, situaciones, se esbozaron prácticamente todas las escenas, cuadramos horarios y turnos de ensayos, etc. A veces surgen imprevistos, pero se agradece y mucho que haya un plan B dispuesto a solucionarlos, y por fortuna así ha sido.
Lo que llevé un poco peor fue no tocar el espacio real, el escenario del Teatro Echegaray hasta una semana antes del estreno. Quizás si esta obra se hubiese planteado de otra manera o la acción transcurriera en un lugar cerrado, sin necesidad de movimientos apenas, no le hubiera dado la menor importancia a este hecho. Pero yo necesitaba mucho aire (distancia física) para este montaje, y la sala que nos ceden en el Cervantes, es acogedora y está genial, pero nos venía pequeña. De todas formas es un lujo el poder ensayar durante cinco días en el mismo espacio en el que vas a representar. Así puedes corregir, añadir o quitar, y sobre todo tener una perspectiva más real y cercana a lo que tú querías.
Otra dificultad de última hora fue la arena. Yo quería todo el suelo del escenario lleno de arena, parecía una misión imposible. Pesaba, el volumen de arena que necesitábamos era considerable y el transporte no iba a resultar una tarea fácil; había que tratarla y humedecerla una hora antes de comenzar la función para evitar una excesiva polvareda, bueno, más que para evitarla, para impedir que ésta llegara al público. Que la arena se levantara en algunos momentos quedaba genial, hablaba por sí sola, era parte de lo que se quería decir. Así que se buscó otro material que no pesara tanto y que resultara más fácil trasladarlo al teatro y se optó por una especie de corcho, pero cuando extendimos un poco para probarlo, el resultado fue nefasto: en vez de corcho como se pidió nos llegó serrín, las actrices iban todas descalzas y les pinchaba, además, al mínimo movimiento se levantaba una polvareda que molestaba en la garganta. Así, que al final se puso arena de verdad que era lo que yo quería desde el principio. He de decir que Producción de Factoría Echegaray, aceleró al máximo el cambio del “corcho” y se buscó con ahínco la textura adecuada para la arena. Hoy, la Compañía está utilizando otro material que pesa poquísimo y es de fácil transporte, ya que la arena poco a poco se va apelmazando con la humedad.
A. L.: Cuando vi la obra, noté que alguna de las actrices durante el aplauso estaban más emocionadas de lo habitual en estas circunstancias, parecía que les costase desconectar del personaje fácilmente. ¿Cómo habéis gestionado vuestras emociones para llevar a cabo esta obra?
M. L.: Que la emoción las embargase al final de la obra es lógico. Es lógico porque el estreno siempre es un día de fuertes emociones, de alegrías, miedos e incertidumbres. Yo, nunca había estado tan segura del resultado del espectáculo, mis nervios, que los tenía por supuesto, provenían más del azar, de lo que éste nos pudiera deparar; por ejemplo, cualquier accidente inesperado, un fallo técnico fortuito, etc. Pero del trabajo que se había realizado y del resultado, te juro que estaba segurísima de que iba a cumplir las expectativas que teníamos. La obra es dura, lo que les pasa a los personajes, lo que nos cuentan es sobrecogedor. Las actrices, como buenas profesionales, tuvieron que luchar para mantenerse a raya con las emociones, no se podían perder en ellas ni ser superadas por las mismas, si no, adiós. Hicieron un trabajo magnífico todas. Impecable. Sin excepción, y eso es maravilloso. Se arriesgaron. Por las connotaciones del espectáculo, por la forma y el contenido de lo que estaban trabajando, por lo que iban descubriendo poco a poco acerca de la obra, por los giros que yo iba introduciendo, por el ambiente tan cómplice que se fue creando, llegó un momento en el que fuimos conscientes de que estábamos haciendo algo si no grande, al menos, con intención de que lo fuera. Estábamos llegando a un punto que nos atraía, nos envolvía, y en ese punto desaparecieron por completo -si es que alguna vez las hubo- la desconfianza, la inseguridad o la duda. Y fuimos a por todas. No es de extrañar por lo tanto, que ese día, el primero, el del ansiado y temido Estreno… al final, en los aplausos, las actrices sintieran, estoy segura, que habían conseguido con creces lo que tanto trabajaron durante los ensayos. Y que ahora sí, ahora sí que podían si querían, dejarse llevar por sus emociones. Respecto a cómo hemos gestionado nuestras emociones, yo te puedo hablar de cómo he gestionado las mías. Las actrices, imagino que tendrán cada una, una forma distinta de hacerlo, habrá puntos coincidentes o quizás no, esto es algo personal que cada profesional resuelve y gestiona a su manera.
Yo, antes de que comenzaran los ensayos invertí bastante tiempo en darle vueltas al texto, en buscar propuestas acordes a lo que yo quería hacer y por supuesto a no saltarme y respetar al máximo lo que el autor, Paco Bernal, quería decir. El texto de Paco me fascinó porque en él se conjugaban perfectamente lo onírico y la más despiadada realidad, y eso me permitió jugar con él, invertir a veces el orden, sacar de allí y poner aquí, repetir palabras, recitarlas, cantarlas. El texto te invitaba a la quietud a veces, otras casi a la danza, a la desolación y lo más importante a crear empatía con los personajes. Te arrastraba a mil sitios. Encontrarme con esta obra supuso un reto para mí. Ha sido muy enriquecedor acometer la dramaturgia y puesta en escena de la obra ”De hienas y perros o el eco de los caníbales,” y sobre todo, me ha encantado la maravillosa reacción y satisfacción del autor ante el resultado. Eso no está pagado con nada.
Por lo tanto, gracias al tiempo que dediqué a la obra antes de comenzar los ensayos, pude relajarme, gestionar y aplacar las emociones y sentimientos que me provocaron no sólo la lectura del texto, sino también el trabajo de investigación que me llevó a encontrarme de bruces con la miseria humana, con las estadísticas de muertes inútiles, con el maldito éxodo provocado por guerras innecesarias y vergonzosas, por cuerpecitos descalzos escupidos por el mar, por mujeres fuertes pero aterrorizadas y debilitadas por la sociedad, en fin, por tanta basura y desidia, que aunque por supuesto, de siempre me han sobrecogido y enervado, el tener que detenerte en ello y no poder apartar la vista de tantas imágenes e historias que iba conociendo, recordando y recopilando te provoca si tienes sangre en las venas una impotencia, rabia y tristeza muy grandes. Mi trabajo ha consistido en mantener cierta distancia, precisamente para poder establecer cierta cercanía. Una Paradoja, sí. Pero necesaria.
A. L.: ¿Qué otros premios habéis recibido las hienas?
M. L.: Llevamos en muy poco tiempo tres: el Premio Especial José María Rodero a la Mejor Dirección, dentro del Certamen Nacional de Teatro para Directoras de Escena Ciudad de Torrejón, Madrid. Y recientemente hemos recibido dos de los Premios Ateneo de Teatro 2018: Mejor Dirección y Mejor Espectáculo Teatral.
Y por si fuera poco, el que para mí es el mejor de los Premios. Recientemente las cinco actrices: Virginia Nölting, Rocío Rubio, María Martínez de Tejada, Asun Ayllón y Pilar Estéban (La Pili) han formado Compañía bajo el nombre de Cinco Huellas Producciones y comienzan una nueva andadura de la mano del espectáculo De hienas o perros o el eco de los caníbales.
A. L.: ¿Qué mensaje os llega del público?
M. L.: El mensaje que nos llega, no sólo por la reacción tan buena que tienen al terminar la función, sino también por los comentarios, miradas, palabras de agradecimiento e incluso lágrimas en buena parte de ellos, es esperanzador, porque nos dan a entender que trabajos como estos tal como están las cosas son muy necesarios.
Si quieres saber más, nuestro compañero Manuel Malaka, la entrevistó en Mayo de este año por el estreno de De hienas y Perros o el Eco de los Caníbales.
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