El 08 de marzo, fecha muy importante para todas las mujeres del mundo, la compañía Teatro del Gato cumplió 15 años y para celebrar el aniversario Aforo libre quiso estar presente y entrevistar a su director Rafael Torán.
Texto: Françoise Chabassier | Fotos de la entrevista: Federico Martínez Alés / imágenes: web
Aforo Libre: Buenas tardes Rafael, perteneces a la Asociación de Directores de Escena. Formas parte de la comisión Técnica del nuevo Centro Andaluz de Teatro y por lo tanto eres responsable del nuevo plan de acción del CAT. Tienes una larga experiencia como gestor cultural, docente y como director de escena con más de 40 obras montadas. También has trabajado para otras compañías y productoras como "Quince peldaños" de Gracia Morales para el Centro Andaluz de Teatro y "La infanta Palancona" de Félix Bertiso para las jornadas del Siglo de Oro de Almería, entre otras. Y también eres miembro fundador de la Academia de las Artes Escénicas de España que se creó en 2014.
¿La creación de esta academia ha supuesto muchos cambios para la profesión?
Rafael Torán: Buenas tardes. No, ahora mismo está en proceso de trabajo. Acaban de hacer unas mesas sectoriales y dentro de una semana o de dos tendrá lugar el primer congreso. A partir de ahí, ya saldrán unas líneas de trabajo. Lo que se ha hecho es la organización interna de la asociación. Los directores, los actores, los productores, los autores han estado trabajando sobre la temática de cuál es el problema que tiene su sector. Se ha elaborado un documento base de cada una de las líneas que se presentará en el congreso. Saldrán unos resultados y unos proyectos para trabajar.
A. L.: El 08 de marzo la Compañía Teatro del Gato cumplió 15 años, la elección de esta fecha ¿no es inocente?
R.T.: No, primero surge como respuesta a la política de Aznar y a la pérdida de libertad. Fue un momento en que se empezaron a perder muchos derechos. La derecha comenzó a marcar su directriz y yo sentí la necesidad de hacer algo, de responder y dar mi discurso con mi trabajo, el teatro. Entonces creé la compañía que está simbolizada por un gato de frente, encrespado, encolerizado, enfurecido. Y también en nuestra trayectoria siempre habíamos tenido muy presente el tema de la mujer. Pero nos etiquetaron como teatro de tema de género y las contrataciones se limitaron a los meses de marzo y octubre que son los actos que se hacen entorno a los días de la mujer y a los de la violencia de género y solamente trabajábamos durante esta temporada del año. Cuando nos dimos cuenta, nos abrimos rápidamente y ahora estamos abiertos todo el año. La compañía se estrenó efectivamente el 08 de marzo de 2000 con una obra que trataba de la maternidad.
A. L.: Teatro del Gato pertenece a una empresa llamada El Gato, Cultural S.L. ¿en qué consiste exactamente esta empresa?
R.T.: La Compañía Teatro del Gato tuvo que ampliarse porque empezaron a salirnos proyectos de gestión cultural, entonces en 2003 se creó la empresa. Abrimos dos líneas de trabajo, una con la empresa que se dedicaba a la formación y a la docencia con escuelas y talleres, la gestión y a la organización de eventos y la otra, la artística con la compañía teatral. Creamos una oficina con más recursos, con un campo de acción mayor y con más trabajadores. Llegamos a tener quince empleados con nóminas por todo Andalucía, Canarias y Extremadura. Tuvimos la habilidad de no centrar nuestro esfuerzo solamente en la administración porque cuando vino la crisis lo que cayó primero fue lo público. Pudimos mantenernos un par de años más gracias a los proyectos que teníamos con lo privado, por ejemplo el de la Caixa pero se fue perdiendo de forma progresiva. Hemos abandonado los temas de gestión. Las escuelas desaparecieron. No había donde sostener la empresa y ahora está prácticamente de cierre. Mi traslado a Córdoba para seguir con la docencia fue un destrozo para la empresa. Antes la administración nos pedía que diseñáramos un proyecto de actividad para un municipio, hace años que ya no se hace nada para ayudar a las empresas privadas. Ahí se ha perdido una fuente de financiación y sobretodo una salida laboral. De vez en cuando y por iniciativa propia, la empresa El Gato cultural lleva algunos eventos como el Teatro comunitario o la presentación de la reedición del Tartessos de Miguel Romero Esteo, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid o en el Molina Larios de Málaga. Ahora, nos hemos concentrado en la compañía teatral.
A. L.: ¿Ya no tenéis subvenciones?
R.T.: La subvención pública se ha reducido y se reparte mucho el dinero. La cantidad que te da la administración para cometer un proyecto es mínima y estás completamente pillado. Por ejemplo el montaje de Manual de bricolaje de Miguel Romero Esteo, tenía un presupuesto de 62000 €. El máximo que puedes pedir es una subvención del 70%. De ese 70%, probablemente te concedan el 20%, o sea 20000 € pero todo el resto tienes que ponerlo tú, si no lo tienes debes hipotecarte a los bancos. Cuando la administración te conceda la subvención, te da el 25% a la firma del contrato, que nunca es cuando lo firmas porque en este momento empiezan los trámites administrativos y el dinero te llega al mes. Luego, tienes que estrenar y presentar el certificado de haber estrenado, para que te den el 50% que nunca es cuando has estrenado sino un mes y pico después. Y cuando has hecho las 30 funciones, por fin recibes el último 25%. Es decir que estos 20000€ que te pueden conceder van repartidos y tú necesitas casi el 90% del coste de la producción para ponerla en pie y estrenar. Si encima fracasas o el mercado se rompe, como nos sucedió cuando se decidió que ya no se iba a cache sino a taquilla, entonces te quedas en la bancarrota porque estos montajes no se pueden sostener en taquilla. Lo normal es que te cuesta dos o tres años en recuperarte. El mercado es un poquito perverso y estamos intentando salir de nuevo.
A. L.: También eres vicepresidente de la Asociación Miguel Romero Esteo ¿en qué te ha influenciado este gran autor tan desconocido que fue entre otras cosas, uno de los miembros, del denominado “Nuevo Teatro Español” y uno de los presidentes del festival de teatro de Málaga?
R.T.: Miguel para Málaga ha sido una ventana abierta al horizonte. Tiene una historia complicada. Es hijo de una familia republicana de Montoro. Tuvieron que huir de los franquistas y vivieron una vida de penuria. Cuando quisieron volver a Montoro no pudieron por ser rojos. Entonces se afincaron en Málaga donde tenían familia. Su padre se marchó y en su obra se nota esta ausencia. En 1975, Pilar Chamoro de la universidad de Málaga le contrató para que llevara el aula de poesía y de teatro y ahí empezó a cambiar todo en Málaga, al menos al nivel intelectual. Miguel organizó talleres de poesía donde aglutinaba a jóvenes creadores y editaba sus poemas. Cuando fue presidente del festival de teatro de Málaga, trajo artistas internacionales como Bob Wilson, Jan Fabre, la ópera de Pekín… Éramos muy provincianos y el gran público se volvió en contra de este festival. Los políticos también porque era un festival minoritario, de vanguardia y costaba dinero. Entonces lo despidieron porque “la cultura tiene que ser rentable y es un valor de mercado”. Cuando se impuso esta idea ya empezamos a perder y lo estamos viendo con el festival de ahora porque lo importante son los datos estadísticos, el número de espectadores no la calidad. Es un festival que perdió su identidad. Miguel hacía un festival de festivales y aquello abría las mentes. Ahora se están escuchando voces “¡qué buen festival teníamos!” pero es demasiado tarde. Miguel es el hombre sabio sin la etiqueta. Con palabras sencillas, con un lenguaje popular, te dice cosas que te impresionan. Hasta el 15 de mayo hay un ciclo dedicado a Miguel Romero Esteo en el museo Picasso.
A. L.: ¿Fuiste alumno de Miguel Romero Esteo?
R.T.: No fui alumno suyo, hice un curso con él muy divertido porque yo estaba solo. Aun tengo los apuntes, de eso hace treinta y cinco años. Cuando yo empecé, vino a ver mi obra.
A. L.: ¿Una obra clave de Miguel Romero Esteo?
R.T.: Manual de bricolaje es una obra clave aunque es menor la escribió en el noventa pero estaba ya presentando la crisis que tenemos ahora y decía al final de la obra que faltaban ideas y eso es todo el problema nuestro. Tiene una mezcla de señas biográficas con líneas argumentales de la estructura social del país. Hicimos su lectura en diciembre durante el ciclo Miguel Romero Esteo.
A. L.: Durante el último festival de Málaga, la compañía del Gato bajo tu dirección representó “A puerta cerrada” de Jean Paul Sartre en el Teatro Echegaray ¿Por qué escogiste esta obra existencialista? Tu puesta en escena es muy distinta a la de Sartre que ambientó “A puerta cerrada” en una habitación II imperio. ¿Por qué elegiste una incómoda escalera para colocar a tus personajes? Y ¿Por qué un DJ?
R.T.: Primero me pasó una cosa casi infantil. Yo me decía, si esto transcurre en el infierno los actores están demasiado cómodos, sentados en estas tres butacas charlando. Pero lo que era importante para Sartre cuando escribió A puerta cerrada en 1943, era el discurso, el pensamiento. Planteó un espacio cómodo para favorecer el pensamiento. Pero hoy en día, después de todo lo que hemos visto, no podía ser así. El infierno está dentro de cada uno ¡claro! pero escénicamente decidí alterar el plan de horizontal a vertical. Suelo trabajar al azar con elementos diferentes, ajenos los unos a los otros, antes de buscar la coherencia de la dramatúrgica. Utilizo un método impositivo que me obliga a ser muy creativo, a estrujarme el cerebro. Son tres elementos, un espacio, un objeto y un sonido que de forma casual se superponen. En esta experiencia el espacio es el texto de Sartre: el infierno; el objeto: la escalera aislada, que procede de una performance de los años 50 de la muy violenta escuela vienesa.
Miguel Romero Esteo me contó que hace 35 años, un artista reúne a sus amigos en su taller de trabajo y les invita a que se suban a una escalera de madera que se encontraba rodeada de agua. Ellos lo hacen y acto seguido, el anfitrión arranca una manguera eléctrica y la sumerge en el agua dejándolos aislados con el peligro de morir electrocutados. Los deja encerrados toda la noche en su taller y a la mañana siguiente regresa y desconecta la corriente. Son situaciones al límite. Por un lado tenemos la inocencia y el fervor de los amigos que iban a una convocatoria y por el otro lado la enorme traición del anfitrión y el enorme peligro. Lo que ha pasado durante la noche ha tenido que ser un verdadero infierno, una especie de solidaridad no por humanidad sino por salvarse el pellejo para no electrocutarse porque en el infierno no hay más que almas canallas por eso que están ahí, no puede existir la bondad. Y yo estoy muy cansado de la maldad por esta razón he montado A puerta cerrada. Quería hacer una cosa novedosa. He visto muchas puestas en escena de la obra. Me documenté mucho. No me identificaba con nada. No me interesa el pensamiento filosófico de Sartre sino su dramaturgia,su discurso como había planteado el conflicto. Para el tercer elemento, el sonido, pensé en el Dj porque lo asocié al tema del infierno por lo que es el ambiente de una fiesta After. Me fui, muerto de sueño, con mi hijo, a una de estas fiestas, para ver como trabajaba un DJ. Utilizan muchos efectos propios de estos ambientes y la teatralidad estaba ahí. Entonces pensé que la conexión podía estar aquí. Necesitaba tratar la música de manera diferente no la quería ni atmosférica ni ambiental para la situación sino una música que pulsara el trabajo emocional del actor y que cada día fuese distinta. Quería un creador que fuese DJ y actor no un músico, tampoco una marioneta que estuviese de forma robótica pinchando la música que correspondía. Necesitaba algo muy vivo.
A. L.: ¿Has sido actor?
R.T.: De joven.
A. L.: ¿Entonces te puedes poner en el papel del actor cuando diriges?
R.T.: Nunca lo hago y nunca digo a los actores lo que tienen que hacer no es mi trabajo y no permito a mis alumnos que lo hagan. Dejo que el actor me sorprenda y si no me sorprende me aguanto. Si un actor no me da el 100 % es porque no puede o no quiere y lo respeto. Estoy trabajando con personas. El teatro, es un trabajo de equipo, un compromiso de todos, un tema vivo y así me gusta.
A. L.: El 20 de mayo los músicos se van a poner de huelga para protestar en contra del 21% ¿qué piensa hacer el gremio de las artes escénicas?
R.T.: Como gremio no lo sé, este sector lleva reivindicando la bajada del IVA, desde que se puso. Hay continuas manifestaciones. Existen muchos foros como Freeculture que manifiesta su repulsa de forma individual y tenemos una fecha importante, el 27 de marzo que es el día mundial del teatro. Me parece un día significativo para una proyección mayor de las reivindicaciones pero con las elecciones de mayo puede ser un año con una celebración muy delicada por cuestión de intereses, manipulaciones, partidismo, un año metido en campañas electorales. Lo que está pasando es una eliminación sistemática, un genocidio de la cultura, se está eliminando todo el sector medio. Los únicos que se pueden mantener en el sector son los que tienen un coste cero o muy bajo de producción o las figuras comerciales o aquellas empresas que tienen un capital social muy potente. Están limpiando el mercado.
A. L.: ¿Cuáles son tus proyectos para el futuro?
R.T.: He decidido que en esta profesión no hago planes de futuro.
A. L.: Muchas gracias Rafael por tu tiempo.
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