Texto: Isabel Bono. Imágenes: web
Me gustan los domingos y la calma del domingo, sobre todo después de tanta y tan buena poesía. Terminó Irreconciliables con palabras como fuegos artificiales en boca de Alejandro Robles.
Vino Kepa Murua, desde Vitoria, a presentar su último libro de poemas Escribir la distancia publicado por la bellísima y meticulosa editorial de Ferran Fernández, Luces de Gálibo. Presentó el acto María Eloy-García, infatigable.
El poeta Murua movía la manos, como si hiciera tai chi, para explicar el porqué de la sencillez de sus versos. Sabe ganarle metros a la oscuridad, pensé. Mientras tanto, KM leía con un pañuelo azul ultramar anudado al cuello. Habló del color del mar de Zarautz y de El oficio de vivir. Viajar al norte, releer a Pavese, pensé y apunté en una libreta.
El amigo Kepa movió después los pies, se marcó un tango en "El jardín" con una argentina-danesa para asombro de su editor.
Vivir como se dice./Soñar como se vive./Escribir como se escribe/sin esperar nada a cambio. Termina su poema "Escribir distinto". No es fácil hacer sencillo el oficio de escribir, no es fácil ser distinto, pienso. Si KM lo consigue no es porque lo haya aprendido, es porque lo es. Ser honesto con la vida, los sueños, la escritura y con ese azul que le empuja.
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