Texto: Isabel Bono. Imágenes: web.
Soy una romántica, vaya por delante. Creo en el amor, creo que el amor mueve el mundo (hacia adelante). Es así. Quiero decir que lo creo, es así.
Menéndez Salmón sabe del amor y sabe que mueve el mundo. A su modo, pero lo sabe. Cuando leí El corrector lo supe. Me acordé de Pérez Estrada, cuando hablaba de su loro. El loro como elipsis maravillosa para hablar, como no quien no quiere la cosa, de la muerte de su padre. Y me acordé de otro loro El loro de Flaubert de Julian Barnes (que merecería capítulo aparte).
En este libro Salmón toma como telón de fondo el trágico 11M para contar una historia de amor. Una historia de amor completa, no romántica, pero completa. En literatura, las historias, los telones, son lo de menos. Lo único que importa siempre es la manera de contar, y este Salmón sabe.
Decir a estas alturas que Ricardo Menéndez Salmón es uno de los mejores, es decir nada. Pero yo quería decirlo, ya que me dejan hacerlo. Recomendaría cualquiera de sus libros, pero para empezar por el principio (los que tengan la suerte de descubrirlo ahora), recomendaría seguir el orden cronológico, esto es, Los caballos azules (Premio Juan Rulfo de Relato 2003), su primer libro en una edición preciosista y de bolsillo (Cuadernos Alfabia), que además tiene eso que tanto echo de menos en todos los libros: unas cuantas páginas finales (y rayadas) para tomar notas. Queda abierta la veda: ¡Tod@s a la pesca del Salmón!
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