12/09/2015. Teatro Cervantes.
Texto: Daniel Lozano | Fotos: web T.C.
En la primera parte se interpretó el Concierto para violín y orquesta Op. 61 en Re mayor de Ludwig Van Beethoven. El solista fue Amaury Coeytaux, violinista francés de técnica exquisita y depurada, capaz de mostrar también grandes momentos de musicalidad a lo largo de su ejecución. No perdió en momento alguno la expresividad requerida para esta obra al mismo tiempo que supo amortiguar junto al director la dinámica entre la orquesta y su violín, mostrando una propuesta equilibrada al público asistente. Cierto es que un poco más de poderío dinámico no le hubiese venido mal a la obra aunque fuese arriesgado, ya que el equilibrio sonoro entre orquesta y solista en términos dinámicos fue muy correcto.
Coeytaux mostró su mejor versión en el tercer movimiento, destapando su garra y tomando el control del tempo, yendo por delante de la orquesta, lo justo para imbuir de pasión los últimos minutos del concierto. Ofreció una interpretación más aireada respecto a los anteriores movimientos dejando atrás la corrección a favor del liderazgo. También nos obsequió con momentos de gran lirismo y musicalidad en la cadencia del primer movimiento.
En relación a la orquesta cabe decir que ha empezado con un gran nivel. Se presentó sólida, compacta, muy seria, con unos pianissimos exquisitos y pizzicatos elegantes (segundo movimiento), equilibrada en el ritmo, muy bien empastada y con un gran relieve a lo largo de toda la noche. No sólo supo mantener el tipo en la primera parte sino que en la segunda con la interpetación de la Marcha eslava y Francesca da Rimini de P.I. Tchaikovsky, supo aumentar la dinámica que le faltó en la primera parte al pretender cierto equilibrio con el solista, y nos obsequió con una interpretación realmente conmovedora.
El único pero, y pequeño, es la mala noche de algún contrabajista que estuvo algo desafortunado con la afinación (a la baja en más de una ocasión) y el viento metal, que también mostró ligeros desaciertos en la misma materia. Aún así es para celebrar el buen estado de forma de nuestra orquesta, y con la ambición de querer aún más y pretender la ansiada perfección cabe una reflexión: ¿Es necesario que la conducción por parte del director insista en todo momento en el tempo? ¿Acaso la orquesta no es lo suficientemente buena para saber medir un compás sencillo? Creo que la orquesta podría dar mucho más en la conducción de las frases, en el discurso musical, en la direccionalidad y proyección del sonido, noto cierta desidia e indolencia en el latido de la orquesta, quizá falta más de mano izquierda, porque la derecha creo que es más necesaria en orquestas jóvenes. En fin, juzguen ustedes mismos, pero como dijo un día un entrenador de fútbol: "a los buenos no es necesario enseñarle qué deben hacer con el balón, sino lo que deben hacer cuando no lo tienen".
1º concierto de abono de la temporada 2015-2016 de la Orquesta Filarmónica de Málaga
Director Manuel Hernández Silva
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Concierto para violín y orquesta en Re mayor, Op.61, L.V. Beethoven
Amaury Coeytaux, violin
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Marcha eslava, Op.31, P.I. Tchaikovsky
Francesca da Rimini, Op. 32, P.I. Tchaikovsky
> duración 1.30 h. (c/i)