21/10/2018. Sala Joaquín Eléjar. Colectivo Cultural Maynake.
Texto: Alfonso Ramos Martínez | Fotos: OGM
La Sala Joaquín Eléjar, “Espacio Cultural Permanente” del Colectivo Cultural Maynake, acogió los pasados 20, 21, 26 y 27 la interpretación de la Orquesta de Guitarras de Málaga, dirigida por Álvaro Pérez Rubio, incluyendo en su programa las siguientes obras:
I. Alonso Mudarra (1510-1580)
Fantasía X
II. Isaac Albéniz (1860-1909)
Sevilla
Mallorca
III. Enrique Granados (1867-1916)
Danzas Españolas: Oriental, Fandango y Andaluza
IV. Manuel de Falla (1876-1946)
El Amor Brujo
No es posible sustraerse a la acogedora sensación que se percibe tras cruzar el umbral de la Sala Joaquín Eléjar, que nos predispone para disfrutar de la representación de una manera inusual, siendo tal la proximidad con los intérpretes que bien podría uno sentirse parte de la propia orquesta, todo ello acompañado de un indudable ambiente familiar entre el público asistente.
El pequeño escenario, donde esperan unos solitarios atriles, se llena por completo de un grupo de jóvenes músicos, componiendo un cuadro en el que se destacan los brillantes colores de las maderas de sus guitarras.
La primera pieza interpretada por la orquesta nos pone en situación y precede al saludo del también joven director, acompañado de unas breves explicaciones por su parte sobre el programa que va a ser interpretado. La guitarra, instrumento solista, nos ofrecerá en esta ocasión una visión diferente en esta versión orquestal.
Al hilo de esos pequeños apuntes es fácil transportarse a la época de la Fantasía X de Alonso Mudarra, e igualmente intentar imaginarse las ciudades de Sevilla y Mallorca cuyo ambiente trata de describir Albéniz en las dos obras que le siguen a continuación. La cercanía a los intérpretes nos permite disfrutar no solo de la música sino también de los movimientos de sus manos sobre las cuerdas de las guitarras, una experiencia musical ciertamente diferente a las que quizás estamos más acostumbrados.
Las Danzas Españolas de Granados nos conducen a través de los distintos registros de la guitarra, con momentos lentos, delicados, y otros de más agitación en los que el director llega casi a derribar su partitura, arrancando alguna sonrisa cómplice en el gesto serio de los jóvenes intérpretes. Tras la Oriental y el Fandango, en las que de se aprecia el notable trabajo de la orquesta, la Andaluza da pie, tras un conmovedor inicio, a un emocionante diálogo entre varios solistas, arrancando un gran aplauso entre el público.
El Amor Brujo de Falla se presenta, a diferencia de los pequeños retratos anteriores, como una colección de danzas, piezas igualmente cortas que nos conducen a la última y quizás más conocida, que de nuevo es interpretada con gran intensidad y recompensada con un sincero y emotivo aplauso de un público agradecido y satisfecho con la representación ofrecida por la Orquesta de Guitarras de Málaga.