28/11/2014. Teatro Cervantes.
Texto: Daniel Lozano | Fotos: Teatro Cervantes
Estamos ante el cuarto concierto de la temporada 14-15 de la Orquesta Filarmónica de Málaga y en esta ocasión interpretaron a Bedrich Smetana, Antonín Dvořak y Camille Saint-Saëns. La primera parte comenzó con Sàrka, el tercer de los seis poemas sinfónicos que conforman la obra cumbre del nacionalismo checo: Má Vlast (Mi Patria). Cada uno de los poemas describe un lugar, un paisaje o historia de Bohemia, y este en concreto narra la hazaña de la guerrera Sàrka en la Guerra de las doncellas, siendo ésta una de las más populares piezas del compositor checo. La orquesta titubeó en los "tutti" en más de una ocasión, faltó algo de empaque en algunas cadencias que dejaron en evidencia a la gran labor que está desempeñando Manuel Hernández Silva, nuevo director de la OFM. Ya lo comenté en anteriores ocasiones, estamos ante una orquesta renovada desde que el venezolano tomó las riendas de la batuta que Edmon Colomer dejó en junio. El de Caracas ha motivado temperamento y pundonor en esta orquesta que parecía más de lo mismo en estos últimos años. Estamos de enhorabuena en Málaga, esto es otra cosa, y es una gran noticia para los músicos y melómanos que acuden al teatro con más alegría que la de antaño. Además, quizá sirva de acicate para completar poco a poco más el aforo del Teatro Cervantes y así presionar de alguna manera a los políticos que paralizaron la construcción del nuevo auditorio, ya que supone una gran oportunidad para la ciudad y para todos los músicos que se forman en nuestro conservatorio superior de música, que requieren de oportunidades reales y de una verdadera industria musical (tema aparte es la exclusión social y académica de las artes en este país y del abandono de las instalaciones que sufren los estudiantes y profesores del Conservatorio Superior de Música de Málaga por parte de la Junta de Andalucía).
Retomando el hilo musical proseguimos con el Concierto nº 5 para piano y orquesta en Fa Mayor Op. 103 de Camille Saint-Saëns, un concierto conocido como “El Egipcio”, ya que fue compuesto en Luxor y supone un verdadero ejercicio compositivo de música descriptiva. Fue interpretado por un pianista soberbio, Javier Perianes. Ya nos brindó todo un recital de piano días atrás en el Auditorio del Museo Picasso de nuestra ciudad, interpretando tres sonatas de Beethoven y algunas piezas de Mendelssohn, anticipando lo que todos ya esperábamos, un pianista monumental, majestuoso, con un sonido exquisito, único, con una enorme capacidad de concentración en el discurrir musical, que se antoja exhaustiva al oído en todo momento. El pianista onubense ya interpretó las pasadas navidades con la Orquesta Joven Andaluza (OJA) el mismo concierto bajo la misma batuta y en esta ocasión volvió a exhibirse ante el público malagueño. Sólo se le puede achacar un par de imprecisiones en la mano derecha, que no fueron en absoluto nada relevantes. Es todo un lujo que un pianista de esta talla nos visite tres veces en un mismo año.
Ya en la segunda parte del concierto la orquesta interpretó la Sinfonía nº 8 en Sol Mayor Op. 88 de Dvořak. Al igual que muchos de los grandes compositores de la historia tienen entre sus sinfonías una que refleja algo de paz y sencillez (“La Pastoral” de Beethoven, la cuarta de Mahler, “La Expansiva” de Nielsen o la “Romántica” de Bruckner), la octava de Dvořak se suma de igual manera a esta lista. Para ello contó con una orquesta que mostró lo mejor de sí de toda la noche. Fuerza, garra, magia y lirismo son algunas de las sensaciones que brindaron los de la OFM para cerrar la noche con un gran sabor de boca, un esperanzador resurgir del ave fénix liderado por el maestro Manuel Hernández Silva.