Todos los ingredientes se mezclaron este fin de semana para ofrecernos el mayor éxito de lo que llevamos de temporada; un robusto programa, un sensacional director, un lujo de solista y de orquesta conquistaron el Cervantes.
Teatro Cervantes, sábado, 30 de noviembre de 2013.
Texto e imágenes: Alfonso UH de Mendoza | imagen del director de la web
Resulta paradójico que la temporada en la que está cuajando la programación de Edmon Colomer este siendo, precisamente, aquella en la que le cesaron como director titular. Parece que quiso mandar el mensaje final de que él también sabía programar a gusto de la mayoría, aunque su apuesta personal para la OFM fuera otra, más elaborada e innovadora; estéril de resultados.
El sexto programa de abono fue de una extensión inusitada -yendo más allá de las dos horas y media- respondiendo a las expectativas de los melómanos con un trío de obras esenciales clásico-románticas en el tradicional formato obertura-concierto-sinfonía.
Tras una de las grandes oberturas de Beethoven (Las criaturas de Prometeo), Tilman Mahrenholz se sentó en su silla del podio para enfrentarse de memoria a uno de los más interpretados conciertos para violonchelo y orquesta, el de Dvorak, el último de su estancia estadounidense y sin embargo sin influencias americanas en su partitura.
Tilman es el primer violonchelo de la filarmónica y viene demostrando una excelente progresión, muy notable en el ultimo año. Sin duda, este complejo concierto era una difícil prueba de su nivel interpretativo (y del de cualquiera que se enfrente a el) que superó sobresalientemente, demostrando su altísimo nivel técnico y expresivo, sin duda todo un lujo para Málaga y su orquesta, que, a su vez, respondió extraordinariamente, como nos viene "bienacostumbrando".
La interpretación del de Dvorak fue acogida con prolongadísimos aplausos y numerosos bravos hacia el solista, que salió en reiteradas ocasiones, regalando un maravilloso Tango para Hilaria.
La segunda parte de la velada quedaba reservada para la novena sinfonía de Schubert, “la Grande”, una monumental obra que supera la hora interpretada con todas sus repeticiones, como debe ser obligado, y así fue. A este respecto, señalar como anécdota que Schubert no pudo escucharla en vida porque la Gesellschaff del Musikfreunde (Sociedad de Amigos de la Música) no estaba preparada para su dimensión y complejidad, sobrepasando sus medios, y que en su posterior estreno (dirigido por Mendelssohn) se interpretó una versión abreviada que sin duda desmerece la arquitectura y espíritu Schubertiano.
Sensacional la Filarmónica, sin paliativos, ofreciéndonos una sobresaliente interpretación sección por sección y en su conjunto, demostrando los vientos todo su potencial y buen hacer, como llevan haciéndolo en los últimos conciertos, pasando a ser los metales una de las secciones más brillantes. Maravillosa coda de ¡200 compases! que con su persistente ritmo de cuatro notas marcó el apoteosis final, acogida por los profusos aplausos de un Cervantes casi lleno, sí, han leído bien.
El director -y oboísta- británico Paul Goodwin nos ofreció una clase magistral de lo que un líder de orquesta puede ser, derribando mitos con su simpatía, elegante cercanía y peculiaridades. Comenzó distribuyendo las secciones de cuerda a su gusto, cambiando la tradicional configuración (de izquierda a derecha) de violines primeros, segundos, violas y violonchelos, por violines primeros, violas, chelos y segundos, es decir, oponiendo las dos secciones agudas en frente del escenario, potenciando su diálogo y favoreciendo un excelente resultado conjunto, pocas veces escuchado en el Cervantes. Sorprendentemente dirigió sobre el suelo, ¡sin podio!, ofreciéndose cercano a los músicos, pudiendo andar -¡bailar!- en derredor, comunicándose eficazmente; solo le faltó prescindir de partitura para un cuerpo a cuerpo directo. De lo que sí prescindió fue de la batuta en la sinfonía de Schubert, acogiendo a los profesores al modo coral, potenciando la expresividad de sus manos.
Ignoro las razones de que no estuviera en la decena de aspirantes a próximo titular, y desconozco si tras su paso por la OFM, el polifacético Goodwin sería uno de los favoritos de los músicos, lo que no me cabe duda es que lo sería del público, y también mío.
La Orquesta Filarmónica se ha convertido en el mejor ocio cultural de los fines de semana. Ya nos espera esta Navidad con el Cascanueces de Chaikovski.
PROGRAMA 6
Viernes 29 de noviembre 20,30 h.
Sábado 30 de noviembre 20,00 h.
Director: Paul Goodwin
Primera parte:
LUDWIG VAN BEETHOVEN, Las criaturas de Prometeo (Obertura)
ANTONÍN DVORÁK, Concierto para violonchelo y orquesta en si menor, op. 104
Violonchelo: Tilman Mahrenholz
Segunda parte:
FRANZ SCHUBERT, Sinfonía nº 9 en do mayor, D. 944
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