Teatro Cervantes, 25/02/2011
Texto: Alfonso Urdiain Hermoso de Mendoza | Fotos: del autor y Daniel Pérez (Teatro Cervantes)
Vistoso concierto en familia con conocidas obras de John Williams - “ET, el Extraterrestre” y “la Guerra de las Galaxias”- que gustaron sin fisuras a un público heterogéneo.
Como viene siendo habitual cada año, en el último y primer trimestre se acumulan numerosos conciertos para la familia; todavía conservamos en la retina el último en el Teatro Cervantes bajo la batuta de Edmon Colomer, y otros organizados por la Fundación Musical de Málaga, quien acaba de recibir merecidamente el Premio Zegrí. Estos conciertos, además de ser un excelente entretenimiento para todas la edades, son enriquecedores, positivos y aportan valores a nuestros niños. También ayudan a difundir la música clásica y atraen a nuevos públicos a representaciones más formales, reduciendo la actual brecha generacional.
Las películas cuyas bandas sonoras ha compuesto John Williams sobrepasan la popularidad del propio compositor, quien fue elegido por Steven Spielberg y George Lucas para sus más ambiciosas obras. Ha sido reiteradamente reconocido con los más prestigiosos galardones del séptimo arte, atesorando cinco Oscars y siendo la segunda persona, tras Walt Disney, con más nominaciones (47), ahora que estos premios están tan de actualidad. Gracias a él se ha mantenido en el cine el espíritu sinfónico y orquestal. Williams también es conocido por sus composiciones más formales o por aportar su música a cuatro juegos olímpicos, además de ser un excelente director de orquesta, como demostró en su periodo al frente de la “Boston Pops”.
En la tarde del sábado tuvimos ocasión de escuchar dos de las bandas sonoras agraciadas con un Oscar: E.T., el Extraterrestre y la Guerra de las Galaxias, la banda sonora sinfónica más vendida de la historia.
La música en directo, interpretada por una orquesta sinfónica sin ningún tipo de amplificación electrónica se engrandece a si misma y dista mucho de la que podemos escuchar en nuestros equipos de música o cines; la reproducción de música grabada, incluso en el mejor de los equipos, es intrínsecamente imperfecta, perdiendo numerosos matices y cualidades de dinámica, timbre, armónicos, detalle o separación de instrumentos. Cual alegoría de la caverna de Platón, la música reproducida por medios electrónicos sería solo una sombra de la música real. El pasado sábado tuvimos la ocasión de "cegarnos" con la realidad de la música de Williams, descubriéndose mucho más rica, grande y sugerente de lo que podíamos anticipar desde las grabaciones anteriormente escuchadas, dignas de todo elogio. Siguiendo con la metáfora del mito de la caverna, muchos nos sentimos como aquel hombre liberado de sus ataduras, dándose la vuelta desde su mundo de sombras y percibiendo lo real.
La excelente selección del orden de los pasajes de la épica Guerra de las Galaxias - pudimos escuchar 10 de los 25 compuestos-, permitió un acercamiento a la obra de Williams similar al que podríamos encontrar en una obra concertante o sinfónica. Tal es así que los entendibles aplausos entre movimientos resultaron superfluos.
La música del compositor norteamericano es ecléctica y colorista, bella e inspiradora, muy impactante, con profusa percusión y juegos de los vientos. Entronca con el estilo romántico tardío de Strauss o Wagner, utilizando al igual que este último el operístico “leitmotiv” en el que las melodías se identifican con personajes, situaciones o motivos. Como pudimos comprobar las obras son de una ejecución técnicamente compleja para los músicos, aunque sin duda satisfactoria.
La parafernalia de personajes disfrazados resultó elegante y poco intrusiva con la ejecución orquestal, siendo muy de agradecer.
La iluminación del Teatro fue efectista y muy acertada: el techo se tiño de azul oscuro y todas las luces de plateas y palcos parpadeaban tenue y alternativamente, simulando ser astros del espacio. Más de uno se sentiría a bordo del “Halcón Milenario”.
Los personajes de la Guerra de las Galaxias que intervinieron antes y durante el espectáculo fueron interpretados por la “Legión 501”, única autorizada a nivel mundial a usar el vestuario oficial de la saga. Su interpretación fue muy realista, siendo muy amables con todas las personas que se acercaron a ellos en busca de interacción y fotos. Media hora antes del inicio de cada función salieron en desfile desde el lateral del Cervantes para situarse en formación en la entrada del teatro, para disfrute de los asistentes.
El malagueño director Arturo Díez Boscovich es un gran conocedor y admirador de la obra de Williams, en especial de la Guerra de las Galaxias, lo cual supo transmitir con energía a la orquesta. Dirigió de memoria con su peculiar expresividad y estilo, al que añadió el ocultamiento de la batuta pegándola a su antebrazo –al no haber atril donde posarla- en los momentos en los que cedía la mano del “tempo” a la interpretación. Bravo maestro.
La ejecución de la Filarmónica fue brillante en todos los grupos. Como es lógico, dadas las obras, la percusión y vientos fueron protagonistas. Con nuestra Filarmónica resulta fácil acostumbrarse a la excelencia, que tanto trabajo supone. Al igual que en el anterior concierto de abono, la concertino -Andrea Sestakova- y primer chelo -Tilman Mahrenholz-, a quienes deseamos su pronta recuperación, fueron eficazmente suplidos por sus compañeros.
Perfecta, bien integrada y bella fue la intervención del Coro de la Ópera de Málaga, agrupación coral que ofrece resultados profesionales en todas sus intervenciones. Una joya que debemos cuidar y potenciar.
Un público heterogéneo acudió a la sala -familias, melómanos y algún apasionado seguidor de la saga espacial- disfrutando todos por igual del buen espectáculo, acogiéndolo con prolongados aplausos.
Orquesta Filarmónica de Málaga
Director Arturo Díez Boscovich
Coro de Ópera de Málaga
Director Francisco Heredia
Programa del compositor John Williams:
Adventures on Earth (Aventuras en la Tierra, de E.T. El extraterrestre)
Star Wars (La guerra de las galaxias), suite
501st Legion Spanish Garrison. Director Carlos Camarena.