Sábado 28/03/2015. Teatro Cevantes
Texto: Daniel Lozano | Fotos: Facebook TC
El programa nº 10 de la temporada da pie al comienzo de la Semana Santa malagueña y trae consigo este año una de las obras con más calado en la historia de la música, El Requiem de Mozart.
La última composición del genio de Salzburgo es un testamento musical y personal que trasciende más allá de su propia música, convirtiéndose en todo un ejercicio de misterioso, trascendencia y majestuosidad.
Naturalmente esta obra está concebida para ser interpretada en un entierro y por consiguiente, en una iglesia. Esto implica que el espacio sonoro sea muy determinado, concretamente generoso en la reverberación del sonido, y la acústica tan seca que ofrece el Teatro Cervantes fue en detrimento de ello, al ser un lugar poco apropiado para interpretar una obra con estas necesidades espaciales y sonoras (un buen lugar para ello hubiese sido la catedral de Málaga y no el teatro). Dejando el aspecto acústico a un lado, el sábado tuvimos la oportunidad de disfrutar de un teatro lleno hasta la bandera y de una orquesta que mejoró sensiblemente respecto al programa anterior. La coral elegida para la ocasión fue la coral Cármina Nova y los solistas fueron la soprano Beatriz Díaz, la mezzosoprano Anna Alàs i Jové, el tenor Pablo García López y el barítono Alfredo García.
La disposición sobre el escenario de la orquesta era a la alemana, y no es la primera vez que Manuel Hernández Silva hace uso de ella. Ya en lo musical, el Introitus debió ser majestuoso, trémulo y estremecedor y no lo fue. La interpretación fue tibia y con poco contraste dinámico a la par de una cuerda frotada que se mostraba mejorable en afinación una vez más. Todo mejoró con la llegada del Dies Irae, que esta vez sí tuvo fuerza y buena ejecución por parte de la cuerda. Seguidamente los solistas tuvieron una buena intervención en el Tuba Mirum aunque algo desequilibrado en los volúmenes por parte de los dos solistas masculinos, que quedaban generalmente por debajo.
Luego llegó el Rex Tremendae donde hubo problemas con la afinación tanto del coro como de la orquesta en la parte en la que el coro canta Salvame. La falta de dinámica para la creación de los contrastes tan necesarios en esta obra (el forte de la voz de Dios ante el piano de la súplica del perdón y del descanso eterno) se notó una vez más con la llegada del Confutatis. Además al final del mismo se añadieron unos acentos algo exagerados e inexistentes en los últimos compases que rompieron con el misterio y el recogimiento de esta parte de la obra, y que es la antesala del Lacrimosa. De nuevo pasó lo mismo que con el Introitus, asistimos a una Lacrimosa acelerada, poco intensa y algo lejos del tempo que se intuye tras la orquestación de los violines que es comparable al paso del ataúd saliendo o entrando de la iglesia. Algo parecido ocurrió con el Domine Jesu, que tuvo un tempo algo precipitado. Sonó todo a lo mismo en intención e interpretación. El tempo muy poco flexible, muy acentuadas algunas partes de forma constante, aportando rigidez a uno de los momentos del Requiem más apasionados e intensos. Respecto al tempo, destacar que el Sanctus y el Agnus Dei pecaron de lo mismo, de exceso de velocidad en detrimento del empaque de la orquestación que Mozart propone en ambas partes.
Respecto al coro hay que resaltar que realizó un gran trabajo a pesar de algunas desafinaciones y falta de fuerza en los registros graves. Hubo momentos en los que no sostuvo la afinación en la ejecución de algunas partes en piano al costarle mantener la altura del sonido emitiendo tan poco aire.
Acerca del órgano decir que no se escuchó apenas en toda la noche, perdiéndonos su aportación tímbrica a la obra, y en relación a la familia de viento comentar que la madera (en especial los clarinetes) estuvieron brillantes y que el metal se mantuvo muy compacto y bien empastado con la orquesta.
Referente a los solistas, apostillar que la soprano nos mostró un timbre hermoso y con un sonido a veces cubierto (coperto), la mezzosoprano estuvo bien colocada y siempre presente, al tenor y al bajo carentes de fuerza y muy por debajo de las mujeres en casi todo momento, no sólo en volumen sino en calidad también (en especial el bajo parecía que se tragaba su propio sonido).
A pesar de los pesares el concierto fue del agrado de casi todos los asistentes, que celebraron con una gran ovación la impetuosa dirección de una de las obras más estremecedoras de la historia de la música.
Comentarios
Como se dice por aquí. "tiene las orejas forradas de pana".
Está claro que en esta Málaga, "cualquiera" puede hacer una crítica, y desde luego, osadía no le falta. Una pena, que le falte sensibilidad para haber disfrutado de uno de los mejores conciertos sinfónico-coral que se han escuchado en Málaga. Usted se lo pierde
Esto fue lo que todos vimos y escuchamos es este Réquiem inolvidable
http://pablosiana.blogspot.com.es/2015/03/un-requiem-para-recordar.html?m=1
Que piense usted (y lo escriba) que la catedral de Málaga tiene mejor acústica que el Cervantes, aunque sea para esto, ya lo pone en evidencia. A partir de ahí, cualquiera con un poco de criterio sabrá interpretar. Pero que además diga que hubo desafinaciones (????) y que faltó contraste no deja de sorprender.
Por otra parte, que sepa usted que, en el Requiem, el órgano tiene un papel muy secundario (muchas de las partes que tiene indican que han de ser tocadas si un instrumento falta), por lo que, que se oyera poco, es lo justo.
Le adjunto algunas críticas, incluidas algunas del sábado, para que se oriente un poco:
http://pablosiana.blogspot.com.es/2015/03/un-requiem-para-recordar.html
http://www.elmundo.es/andalucia/2015/03/28/5516f7d7e2704e402d8b4581.html
http://www.darbaculture.com/2015/03/30/fuimos-a-escuchar-a-mozart-al-teatro-cervantes-y-nos-fue-asi/
Sé que ninguna llega a su nivel de excelencia, pero a mi me parece que se acercan más a lo que yo y otros cientos de personas sentimos, y con los aplausos quedó demostrado.