Viernes, 6/6/2014, Teatro Cervantes.
Edmon Colomer vuelve a Málaga para dirigir a su esposa Maria Lluisa Muntada en una de las obras más grandes de la historia de la música, la segunda sinfonía de Gustav Mahler, la Resurrección.
Texto: Alfonso UH de Mendoza | Fotos: propias y web (ONL, Fb, diarioinformación y TC)
Esta es la primera temporada de ausencia del director catalán Edmon Colomer al frente de la Orquesta Filarmónica de Málaga tras su no renovación; una interesante temporada programada íntegramente por él en la que hemos visto desfilar sobre el atril a catorce directores claves del panorama internacional y en la que el programador se reservó la obra más grande en el concierto de clausura: la sinfonía coral de Mahler bautizada como “Resurrección”. Obra que hubiera sido más apropiado programar -y no se hizo- en la celebración del bicentenario de la muerte del compositor en 2011.
La segunda de Mahler es una maravillosa obra de grandes dimensiones y exigentes medios: gran orquesta, coro mixto, voces solistas, órgano, dos gongs, arpas, ...; por lo que habitualmente los aficionados hemos tenido que migrar a otras tierras donde asumen el reto, y el coste, normalmente recompensado con aforos llenos. Aún recuerdo gratamente mi anterior Resurrección en el Auditorio de Madrid con la soprano Isabel Monar y la mezzo Anna Larson ... fantástica.
En esta ocasión, Colomer ha elegido dos solistas muy cercanas a él: su esposa, la comisaria cultural y soprano Maria Lluisa Muntada y la mezzosoprano Sophie Fournier, amiga y compañera profesional más allá de los tiempos del Vallés; bisoñas ambas en la obra de Mahler, suponiendo esta interpretación un salto en sus carreras que les abre por primera vez las puertas del protagonismo en el Gran repertorio sinfónico coral.
Recordemos que Muntada participó en el extinto Ciclo Voces de Unicaja en la Sala Maria Cristina de Málaga en el año 2012 en un discreto paso que coincidió con la titularidad de la OFM de Colomer; unas reiteradas coincidencias que conforman su curriculo.
Tan impactante resulta la Segunda Sinfonía de Gustav Mahler que existen numerosas historias y anécdotas sobre ella y el cambio vital causado en los oyentes, como el del millonario Gilbert Kaplan, que tras escucharla estudió dirección de orquesta exclusivamente para dirigirla monotematicamente, acumulando desde entonces decenas de representaciones y un par de grabaciones.
La Resurrección engancha con la primera sinfonía, Titan, comenzando con la muerte y funeral de este héroe, evolucionando hasta su resurrección en el quinto y último movimiento, de gran profundidad. Una sinfonía muy extensa, de cuidada arquitectura, enormes contrastes, viva, colorida y amplia profundidad expresiva. En lo personal, es una mis preferidas -y más escuchada- del repertorio de la Gran Música.
Colomer nos ofreció una visión de la segunda en consonancia con las más habituales en la actualidad: equilibrada frente a anteriores lecturas vehementes; aportando un tempi moderado y huyendo de efectismos en los climax, echándose en falta más mordacidad y fuerza controlada en la concepción del catalán, y de coordinación en la ejecución; ese "algo más" indefinible que transformaría en genial y sobrecogedora una interpretación básicamente correcta.
La OFM , de contrastada solvencia, se mostró puntualmente desorientada bajo el gesto del director, habiendo tenido interpretaciones más inspiradas esta temporada.
Resaltar unos extraordinarios metales, y vientos en general, mientras que en las cuerdas destacaron las violas y violonchelos, con unos violines -y concertina- discretos. Bien las arpas y la percusión, en especial los timbales, habiéndose agradecido un mayor peso dinámico relativo. Buenas ejecuciones sectoriales que hubieran lucido más con una mayor coherencia de grupo, de orquesta.
Las voces solistas femeninas fueron muy cuidadas por el director, emplazándolas en el frente del escenario para favorecer su proyección; aún así se vieron superadas por la colosal obra malheriana y por un acertado Coro de Ópera de Málaga.
Correcta, que no es poco, la mezzosoprano Sophie Fournier en una entregada interpretación aunque justa en las tesituras más agudas y marcado vibrato, mientras que la soprano Maria Lluisa Muntada mostró carencias de afinación, fiato y proyección, ocultandose posteriormente su voz entre la masa coral.
El Coro de Ópera de Málaga se mostró seguro, empastado y afinado en todas sus cuerdas, siendo netamente lo más destacado de la velada. Extraordinario, emotivo; sensacional.
Poco acertado, sin embargo, el no situar las voces en el escenario desde el principio del concierto, dándoles entrada poco a poco, el coro tras el Urlich. Un lío organizativo y de esperas que se sumó al trasiego de trompas entrando y saliendo para la obligada interpretación fuera de escena (por la limitación en músicos).
Acogida del concierto con ovaciones de un público mayoritariamente en pie que ocupó tres cuartos del Cervantes el viernes, continúando los inmerecidos y desoladores aforos de los sábados, como muestra la imagen, más doloroso si cabe frente una obra maestra sin paliativos.
Despedimos una excelente temporada sinfónica en el plano musical e interpretativo, con el regusto amargo de la falta de público y de estética de los responsables, que no por habitual se debe aceptar, esperando necesarios cambios y tiempos mejores por vivir, en los que solo haya que escribir de buena música y éxitos.
PROGRAMA 15
Viernes 6 de junio 21,00 h.
Sábado 7 de junio 20,00 h.
Director: Edmon Colomer
GUSTAV MAHLER, Sinfonía nº 2 en do menor "Resurrección"
Soprano: Maria Lluïsa Muntada
Mezzosoprano: Sophie Fournier
Coro de Ópera de Málaga
Director del coro: Salvador Vázquez
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